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Bocón y desleal

Ramiro Bejarano Guzmán

29 de enero de 2023 - 12:02 a. m.

El fiscal Barbosa, habilidoso, oportunista y escalador social, encontró en la “paz total” de Petro la feliz ocasión para disfrazarse de héroe anticorrupción. Es su talante. Por eso estuvo “asesorando” a Álvaro Leyva, Humberto de la Calle, Germán Vargas Lleras, entre otros, para luego oficiar como amanuense de Duque, del que ahora pretende ponerse a salvo disparándole al nuevo gobierno con falacias. Lo que sorprende e indigna es la ingenuidad de Petro y la improvisación del gobierno, pues se dejaron enredar en los artificios del fiscal a quien le han permitido salir a flote con falsedades.

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Lo primero que hay que destacar es el silencio del fiscal y también de su aliada, la procuradora Cabello, y ahora del siempre tambaleante defensor del Pueblo Camargo, mientras se tramitó la Ley 2272 de 2022, estatuto que implementó la ley de orden público y sentó las bases para que el gobierno pudiera pedir a los jueces el levantamiento de las órdenes de captura no solo contra insurgentes involucrados en procesos de paz, sino también a miembros de organizaciones criminales de alto impacto, como los narcotraficantes. ¿Dónde estaban el fiscal, la procuradora y el defensor del Pueblo? Ninguno de ellos protestó o planteó inquietudes porque en esa ley se consagrara la facultad al gobierno para pedir la revocatoria de órdenes de captura de toda clase de detenidos sin ninguna excepción y sin condicionarlos a que estuvieren vinculados a un proceso de paz o de sometimiento. Apenas se expidió la ley, en vez de cumplirla, como les correspondía a todos e inclusive a quienes no estuvimos de acuerdo con que se excarcelaran ciertos delincuentes, optaron por atacarla, y hoy por cuenta de esas pataletas tardías han logrado intimidar con temerarias denuncias penales y disciplinarias a los jueces que han tenido que tomar decisiones ajustadas a derecho.

No se entiende ni justifica el silencio del gobierno frente a quienes han acuñado la mezquina campaña de desprestigio combatiendo e incumpliendo la ley que no cuestionaron cuando se estaba discutiendo. Pero no solamente se quedaron calladitos sino que además se han dejado asustar y han llegado al extremo de sugerir que el fiscal Barbosa podría tener razón en sus calculados reparos extemporáneos. El gobierno tenía y tiene mejores razones para defender aquí y en el extranjero la ley que la camarilla de la ultraderecha integrada por Barbosa, Cabello y Camargo pretende aniquilar con engaños, pero optaron por rendirse sin haber luchado, y el incorregible vanidoso de Barbosa cree que ha recobrado su deteriorado prestigio.

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Y para acabar de completar, el fiscal Barbosa ladinamente se va de gira a Washington para desde allá amenazar al gobierno ufanándose de sus supuestas magníficas relaciones con el fiscal americano y el Departamento de Justicia, como ya lo había hecho camuflado en la Comisión Interinstitucional de la Rama Judicial. Ha intentado matar dos pájaros de un tiro: ufanarse de haberse atravesado a la supuesta excarcelación masiva de traquetos y al mismo tiempo convencer a las autoridades norteamericanas de que él es su hombre de confianza en Colombia. Los gringos no son bobos.

Además Barbosa, en tono inflado y provocador, sostuvo que “nunca antes se había hecho un cese del fuego con narcos” y sindicó a Petro de haber firmado algo semejante a un cese bilateral de hostilidades con Pablo Escobar o el Cartel de Cali. Ignoró el locuaz fiscal la arrodillada vergonzosa del gobierno de entonces ante el temido capo. No todos hemos olvidado que el jefe del Cartel de Medellín infiltró la constituyente que terminó prohibiendo la extradición de nacionales colombianos que se restableció en el gobierno de Ernesto Samper. Tampoco hemos olvidado que ese mismo gobierno “sometió” a Escobar a cambio de que lo dejaran vivir con su cuadrilla de matones en la fastuosa hacienda la “Catedral” de donde se fugó cuando se atrevieron a incumplirle los inmorales acuerdos concluidos para que se entregara. Memoria selectiva, sin duda.

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A Petro le irá mejor si cancela la reunión del 30 de enero, que abrazarse con el más falso de sus nuevos amigos.

Adenda No 1. Muy ilustrativo el libro “La Gran Marcha Roja” del historiador Carlos Camacho Arango, del editorial del Externado, que reproduce las “tiras gráficas” que aparecieron en los meses de abril y mayo de 1949 en la prensa conservadora.

Adenda No 2. Como vamos, olvidémonos del metro en Bogotá.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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