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Llegó por fin el esperado domingo en el que los colombianos definiremos en las urnas el futuro del país. No hay sino dos alternativas posibles: la vida o el terror.
Quienes votemos por el Sí optaremos por dirimir esta contienda ejecutando los Acuerdos de La Habana conciliados entre el Gobierno y la insurgencia; quienes elijan el No habrán escogido la solución guerrerista para sepultar el conflicto con las Farc.
Los defensores del No, además de haber propalado mentiras, como la de que no habrá cárcel para los guerrilleros, o como la que lanzó Plinio Apuleyo acerca de que el presidente tendrá facultades omnímodas para reformar a su antojo la Constitución, pretenden ambientar el artificio de que si ellos ganan enderezarán los Acuerdos. Eso nunca sería posible. Con el partido de Uribe, ahora inflamado con el verbo mediocre del exprocurador Ordóñez, se ve lejos la reconciliación y hasta el diálogo. Allá no hay con quién se pueda discrepar sin exponerse a los insultos, a la calumnia o a la más feroz persecución, como cuando gobernaron.
Por eso sorprendió la declaración de un jovenzuelo caleño, momio e hijo de momio, Alejandro Eder, quien en la antesala de la firma de la paz, en Caracol Televisión soltó la perla de que todo esto se lo debíamos al “presidente Uribe”, para quien prestó sus obsecuentes servicios. Antes su padre en un acto celebrado en Manuelita propició el más alevoso abucheo del momierío a Santos cuando comparó su gobierno con el de Uribe.
Lánguida la irrupción del exprocurador Ordóñez en la plaza pública, haciendo de consueta y acudiendo a enrevesadas interpretaciones de un discurso grecocaldense de De la Calle sobre el sexo y el género, para ambientar la falacia de que en los Acuerdos de La Habana se pactó la ideología de género. Falso.
Al cierre de esta veloz campaña por el plebiscito, es evidente que fracasaron quienes tenían el propósito de utilizar las encuestas para fortalecer el No, como lo han hecho en otras jornadas electorales. Esta vez, gracias a las denuncias oportunas del columnista Daniel Coronell, quien denunció los errores de las primeras mediciones que se mostraron sobre cómo se votaría el plebiscito, el país quedó advertido de la horrorosa manipulación en las encuestas y la falta de profesionalismo de varias de estas firmas, como Ipsos y Datexco, por sus evaluaciones sesgadas e irresponsables. Por el bien de la democracia, las autoridades deben investigar y sancionar a los autores de esta sucia estrategia de desfigurar las estadísticas para crear opiniones y decidir elecciones, si en verdad se busca garantizar la transparencia de los procesos electorales.
También quedó claro que no todos los partidos de la unidad nacional acogieron con entusiasmo el Sí. El desgano de los conservadores y Cambio Radical resultó evidente. Ellos, obviamente, de ganar el Sí —como esperamos que así suceda la inmensa mayoría de los colombianos— se sumarán al triunfo, pero la gente no es boba y sabe que su apoyo fue tibio e imperceptible.
Algo similar ocurrió con la Iglesia católica, pues con la sola excepción del Arzobispo de Cali, los demás jerarcas optaron por una neutralidad aparente, que en la práctica se convirtió en un subliminal aplauso para el No. Ser neutral en un momento tan crucial para la historia es de algún modo incitar al No. La Iglesia, que sí tomó partido durante la guerra, a la hora de acabarla prefirió lavarse las manos como Pilatos, y al igual que el gobernador romano, olvidó que su pecado no fue habérselas lavado, sino haberlas tenido sucias. Lo hicieron menos mal los cristianos, quienes abiertamente hicieron campaña por el No.
A pesar de todo no tengo dudas. Hoy votaré por el Sí, porque a pesar de que discrepo de algunos puntos del Acuerdos de La Habana, es insensato decirle No a la paz. Este es el acto colectivo más importante vivido en Colombia desde el grito de independencia.
Adenda. ¿Qué hacían tantos abogados extranjeros en Cartagena durante la firma de la paz, entre otros el español Baltazar Garzón y el argentino Luis Moreno Ocampo? ¿Acaso lagarteando desde ya para que los nombren magistrados del Tribunal de la Jurisdicción Especial de Paz?
notasdebuhardilla@hotmail.com
