Cuatrienio perdido

¿Por qué razón Sandra Morelli recibió en los cuatro años de su accidentada contraloría giros del exterior por una suma superior a $730’000.000?

Ella dirá que son dividendos de negocios heredados de su padre en Italia, pero resulta que también ha recibido dineros de Panamá, Suiza e Islas Cayman. Extraño, por decir lo menos, que quien detenta tan importante posición aparezca recibiendo cuantiosas sumas desde sofisticados lugares. Si se trata de inversiones en el extranjero, sería conveniente saber si han sido declaradas o no en Colombia, deber que han de acatar todos los ciudadanos, pero en especial quien ejerce el control fiscal.

Ese es apenas uno de los tantos lunares que quedan a una semana de que termine el período de la actual contralora, cuyo balance general es el de que dejó en la calle a la Contraloría. En efecto, el ente de control fiscal no tiene sede propia para albergar a los más de 4.000 funcionarios que allí laboran. El emblemático edificio donde funcionó por muchos años fue vendido invocando las más innecesarias e inverosímiles justificaciones, y hoy es arrendataria de un elefante blanco por el que el erario debe pagar $2.700 millones a título de canon mensual.

Cuando la contratadora recibió las primeras críticas por este negocio descabellado, con gran desfachatez defendió su decisión alegando que nadie censuró a Napoleón por mandar construir los monumentos que hoy adornan París. Como consecuencia de estos delirios bonapartistas, vendió el viejo edificio y se embarcó en la aventura de pagar el más costoso canon que se recuerde, por lo que el nuevo contralor, Edgardo Maya, deberá comprar nuevas instalaciones, y no hay plata para eso, como lo anunció Hacienda, pues antes se gastaron $76.000 millones en cánones.

Pero allí no paran los descalabros. La Morelli ganó fama iniciando investigaciones indiscriminadas con las cuales embargó inclusive a personas decentes y empresas serias. Logró ambientar en los medios la mentira sobre sus supuestos logros para que pareciera una heroína contra la corrupción, la cual no disminuyó sino que se incrementó impunemente, inclusive en su propio entorno. Pero a su retiro quedan sin decidir montones de procesos de responsabilidad fiscal adelantados con arbitrariedades suyas y de sus subalternos, por lo que es de suponer que los afectados demandarán al Estado para que responda patrimonialmente por los atropellos procesales y mediáticos de la Morelli.

A eso se suman decisiones cuestionadas, como no haberse declarado impedida en el proceso por la fracasada construcción del aeropuerto en Palestina (Caldas), no obstante estar ella involucrada y la Federación Nacional de Cafeteros, donde trabajó por años. Ella, que recibe jugosos recursos del extranjero, no tuvo inconveniente en hacerse pagar por el Estado la gasolina del carro particular de su hijo. Imposible olvidar que todavía está por definirse si la Contraloría tuvo o no algo que ver en los episodios de espionaje de Andrómeda y varios hackers.

La contratadora, con recursos públicos, prodigó jugosos contratos a sus amigotes y por ese camino clientelista se hizo poderosa en la cúpula judicial, para lo cual selló además una alianza perversa con el siniestro procurador Ordóñez y algunos togados, de la que todavía espera frutos.

Peleó con todo el mundo; por eso sus arrinconados e intimidados subalternos sienten que con la Morelli han vivido un régimen del terror, donde primero decapitaban y luego averiguaban.

Nada tendrá que agradecerle el presidente Santos al exministro Gabriel Silva, responsable de la imperdonable falta de haberle recomendado a la Morelli. ¡Bien ida, señora contratadora!

Adenda Nº 1. Por respeto a mis lectores informo que una de mis hijas ha sido designada por su exprofesor, Yesid Reyes, como secretaria privada del ministro de Justicia. Ello, por supuesto, no compromete mi independencia para continuar opinando sobre los temas relacionados con la justicia, como lo seguiré haciendo.

Adenda Nº 2. Extraordinario que por primera vez se vean cara a cara en una mesa de negociación Farc y miembros activos de la Fuerza Pública. La paz se hace con los enemigos.