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Danza de equivocaciones

Ramiro Bejarano Guzmán

13 de junio de 2021 - 12:00 a. m.

Esto no tiene reversa. Todo lo que haga o deje de hacer Duque sale mal o pésimo, incluidos los publirreportajes con sus amigos y hasta las autoentrevistas. No es que sea de malas, sino que él es malo, tanto por incompetente como por perverso. Su gobierno se le parece. El rosario de perlas es interminable.

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Luego de caer en desgracia en las oficinas donde tenía que ejercer la representación, el embajador de Colombia en Washington, Francisco Santos, renuncia después de que el daño está hecho, pero no se va inmediatamente sino que requiere de unos meses más, como si las relaciones con nuestro más importante socio tuvieran que esperar a que el diplomático arregle sus cosas y pueda regresar como si hubiese salido por la puerta grande. Veremos si se puede posesionar en su reemplazo el chafarote ex ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, el mismo que desde el gabinete de Santos alentó y orquestó el rechazo al proceso de paz y el plebiscito. Si lo dejan posesionar —lo que está en duda—, tampoco sería buen interlocutor en los tiempos de Biden, porque en el gobierno estadounidense ya no están casados con esa demencial aventura de repudiar el Acuerdo de La Habana. Seguramente Pinzón desempolvaría su libreto traicionero y recobraría su condición de quintacolumnista y francotirador para hacer trizas la paz.

La vicepresidenta Ramírez se fue precipitadamente a Washington sin haberse posesionado como canciller, a oficiar ilegalmente como tal. A pesar de que al partir anunció que la CIDH solo podía venir después de que aquí se hubiesen fallado los procesos penales y disciplinarios que no han avanzado, cuando llegó a su destino y le hicieron ver la burrada de su afirmación dio un timonazo y abrió las puertas a esa visita. Como era de esperarse, de ese encuentro con la CIDH tampoco salió bien librado el Gobierno, pues por fortuna todo indica que se recomendará traer al país un grupo internacional de expertos independientes, como lo han pedido ya varias organizaciones nacionales y extranjeras y como ha sucedido en México, Nicaragua y Bolivia.

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A propósito del cambio intempestivo de planes, lo mismo sucedió con la postura del Gobierno de presentarse ante la Corte Constitucional a pedir que anulara su fallo que restableció las 16 curules de paz en el Congreso, pues al día siguiente aparentemente se echó para atrás retirando el escrito. La Presidencia retiró su solicitud de nulidad, pero, eso sí, dejó a sus alfiles batallando la misma petición, para que si en el futuro se anula esa decisión nadie le pueda atribuir el desastre. Sacrificaron a Emilio Archila —quien empieza a desteñirse y a contagiarse de la intemperancia oficial— pues lo pusieron a sostener el cañazo de que desistían de la nulidad porque Duque había prometido cumplir la sentencia de la Corte. Torpeza y marrullas juntas.

Para colmo de males, Duque con sus subalternos en pleno recibieron a Vivanco y tuvieron que enfrentar el demoledor, serio y convincente informe de Human Rights Watch (HRW) que desnudó “la brutalidad policial contra los manifestantes”. Más tarde encomendaron al dúo siniestro de Rafael Guarín y Alejandro Ordóñez —que ninguna autoridad ni credibilidad tienen desde cuando hacían de las suyas en la Procuraduría— descalificar sin argumentos los hallazgos y conclusiones. El corruptazo de Ordóñez criticó a HRW porque el informe se hizo desde Washington, como si él estuviese en Bogotá, ignorando el documentado trabajo de campo realizado por la gente de Vivanco en Colombia.

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Los nombramientos de un plagiario como ministro de Ciencia y Tecnología y de varios de sus amigos pertenecientes al peligroso entorno de la cueva del fascismo de la Sergio Arboleda confirman que Duque ni aun cuando quisiera podría acertar. El incremento de contagios por el COVID-19 y los muertos diarios aseguran un futuro fúnebre, más ante un paro nacional que aún sobrevive por la tozudez del Gobierno.

Hay quienes afirman que esa cadena de errores fatales tiene deprimido no solo al país sino al mismo Duque. Lo más grave no es la depresión, sino que, de seguir gobernando como lo viene haciendo, la dolencia ya no tenga remedio.

Adenda. Promesa de empresarios vallecaucanos para ayudar a jóvenes inconformes. Muy bien, por ahí es la solución. No los consejos del arbitrario ministro de Justicia, Wilson Ruiz, invitándolos a desconocer la autoridad local.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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