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Notas de buhardilla

Del rumor a la fama

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Ramiro Bejarano Guzmán
27 de agosto de 2023 - 02:07 a. m.
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El presidente Petro no se ve enfermo, como lo asegura su ministro de Salud, pero tampoco está bien, pues intempestivamente se desaparece. Hasta ahora no se han descrito cuáles son las indisposiciones que acosan al mandatario y lo aíslan hasta de la Casa de Nariño.

Fue su “amiga” Íngrid Betancourt quien puso el tema a su manera, con vainazos que el país no entendió del todo. En uno de aquellos debates presidenciales, cuando todavía la tempestuosa Íngrid acariciaba el sueño de ser candidata, recordó un encuentro con Petro en Bruselas, cuando escampaba uno de sus muchos períodos de inseguridad. Lo que trajo a colación Íngrid en esa ocasión no fue preciso porque si bien dejó la sensación de que Petro estaba vencido en una cama o en el piso, a muchos nos pareció una indirecta perversa para recordarle que si no estaba borracho o drogado al menos atravesaba una severa depresión, de aquellas que paralizan a quienes las padecen.

La pedrada de Íngrid no pasó a mayores por dos razones: la primera, porque esa candidata no tuvo el arrojo de hablar claro sino simplemente causar incomodidad personal y un daño social. Lo que quedó en claro fue que la única de todos los candidatos que había tenido alguna cercanía con Petro en sus épocas de representantes a la Cámara fue Íngrid, pero sus sugerencias no tuvieron peso ni importancia, entre otras cosas porque no era fácil que entonces creciera la imagen de que el exguerrillero y combativo senador pudiese padecer una patología que lo pusiera fuera de todos los escenarios.

Hoy es archiconocido un episodio ocurrido el día en que Petro ganó las elecciones para la Alcaldía de Bogotá, pues esa noche se le escabulló a su escolta y se perdió por horas, al extremo que en su casa llegaron a contemplar la hipótesis de que había sido secuestrado y estuvieron a punto de hacer pública esa bomba. La oportuna intervención de un alto oficial de la Policía detuvo la noticia y encontró al alcalde electo en final de una juerga ruidosa a la que concurría con otros personajes en una casa en Suba. Era su derecho personal emparrandarse como particular con quien le diera la gana, pero no siendo alcalde electo. Lo de ese día se repitió durante sus años como burgomaestre y falta ver si coincide con lo que está pasando ahora.

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El segundo motivo por el cual el asunto de las debilidades físicas de Petro tampoco despertó importancia colectiva, salvo la del chisme siempre malicioso, fue el hecho incontrovertible de que nuestra Constitución Política no se ocupó de dejar definida, como sí ocurre en los Estados Unidos, la obligación del presidente de someterse a un examen médico antes de asumir el cargo. En nuestra Constitución hay unos breves artículos (190, 193, 194) que distinguen como falta absoluta la “incapacidad física” y como ausencia temporal “la enfermedad”, sin definir su naturaleza, las cuales deben ser declaradas por el Senado. Nada de eso se ha reglamentado porque aquí se ha creído que es irrespetuoso hablar de la salud del jefe de Estado, como si no estuviere expuesto a deteriorarse como todos los mortales. Por eso Francisco Javier Zaldúa murió siendo presidente en el siglo XIX y en la centuria pasada se propaló que Barco padecía alguna dolencia que no le permitía gobernar y fue entonces cuando se regó que quien mandaba era Germán Montoya, un empresario transeúnte en la actividad pública, quien se desempeñó en la sombra y bajo el paraguas de encumbrados lagartos.

En derecho probatorio se distingue el rumor de la fama. El primero se presenta cuando se dice algo respecto de alguien que a nadie le consta que haya ocurrido, pero de lo que habla todo el mundo; la segunda se suscita para definir un hábito o perfil de una persona construido a partir de un suceso que sí ocurrió y les consta a muchos. Un presidente que ya en varias ocasiones se desaparece y no se sabe en dónde ni en qué anda ya no es un simple rumor sino una fama amenazante.

Petro ha protestado porque un señorito caleño que oficia de representante, Christian Garcés, al que nunca se le ha oído nada sustancial como congresista, anda proponiendo que lo obliguen a examinarse. Si no llegare a imponerse esa carga a Petro, él sí debería informarle a la nación si es que hay algo que debamos saber.

Adenda. Reducir salarios de congresistas y permitirles ejercer simultáneamente otros oficios es un disparate propio de la corruptela.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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Sergio(70894)03 de septiembre de 2023 - 04:15 a. m.
La más fácil era hacer lo mismo que hicieron con todos los caudillos del pueblo, cono lo hicieron con Gaitán y Galán y muchos más. Están arrepentidos y ahora quieren hacerlo de cualquier manera que parezca accidente. Que tal.
Yimmy(68264)28 de agosto de 2023 - 03:01 a. m.
Gracias profesor!
Nelson(10406)28 de agosto de 2023 - 02:41 a. m.
Mas cuenta chismes de un profesor universitario, que tristeza
Judith(76151)27 de agosto de 2023 - 11:36 p. m.
Después de enterarte que tu hijo presuntamente tomó dineros ajenos y de que se sirviera de ciertas yerbas del pantano, mínimo entras en tristeza profunda que define a la depresión. Afortunadamente tiene remedio. Recuerdo el episodio que sacó a la luz la gran Ingrid, traicionando el derecho a la intimidad de estas aflicciones.
Pompeyo(18990)27 de agosto de 2023 - 11:02 p. m.
Uno ya no sabe a que creerle; será un problema real o será otro hecho realzado para seguir acorralando al gobierno Petro ya que parece los escándalos escalonados de este semestre les han fallado; queda uno -perdón por el término-"cabreado"
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