Otra vez Petro alborota su enfermiza obsesión de los supuestos golpe de Estado y su asesinato, delitos que ni siquiera ha denunciado a la Fiscalía. En ese dislate lo acompañan varios de sus subalternos, unos más furiosos que otros, pero todos agresivos.
Nuestro mandatario no está preocupado porque lo tumben o lo maten, sino por la expectativa de que el CNE le impute cargos, al extremo de que, con un lenguaje ordinario impropio en un jefe de Estado, ha calificado las providencias judiciales, una de ellas de la Corte Constitucional, como “chambonadas”. Es una grosería mayor que la de dejar metidos a los togados de la Corte Suprema de...
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