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Notas de buhardilla

Dialogar con sordos

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Ramiro Bejarano Guzmán
15 de junio de 2025 - 05:06 a. m.
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Llegó la hora en la que nos quedó claro que no tiene sentido conversar de nada con el presidente Petro, ni con ninguno de sus ministros, ni siquiera con el recién llegado Eduardo Montealegre, el lánguido sepulturero de la Constitución.

Esto no tiene que ver con desconocer a Petro como presidente, como lo supone la lambonería petrista, porque ese es el sofisma para promover la tesis mendaz de que los ricos no quieren que el pueblo se exprese. Nadie quiere derrocarlo, menos el secretario de Estado Marco Rubio, pero de allí a que haya que mantener interlocución con él y su Gobierno hay mucho trecho. Dialogar y discutir con contrarios es encontrar puntos de encuentro, pero sobre todo solucionar diferencias. Petro es gestor de su desgracia porque ya nadie sensato quiere oírlo ni hablar con él.

Ante los balazos contra Miguel Uribe, el presidente Petro a regañadientes aceptó bajarle el tono a sus grotescos discursos, lo cual hizo a medias, pues no ofreció excusas a los opositores políticos, magistrados, medios, periodistas, columnistas y a la sociedad colombiana en general que presenció el bochornoso espectáculo de un mandatario usando canales públicos para agredir, insultar, injuriar y calumniar. Solo cuando advirtió el clima que había propiciado su altanería, pareció echarse para atrás, pero qué va, no se movió un centímetro.

En efecto, el solo hecho de haber ido a Cali —la ciudad que ha maltratado, ignorando su aporte de importantes votos para su llegada a la Presidencia— para suscribir el inconstitucional e ilegal “decretazo” convocando la consulta popular, bajo la amenaza inadmisible de que si no se aprueba la reforma laboral como él quiere, la consulta seguirá. Le están cumpliendo al reto prevaricante: “la consulta va porque va”.

Imposible creer que se puede dialogar con un presidente que supuestamente iba a atemperar sus discursos bruscos, si en la primera oportunidad que tiene sale armado a defender con mentiras la convocatoria de su consulta popular. Es allí donde deviene inútil dialogar con quien no oye, no entiende y no está dispuesto sino a que se haga su voluntad. Que siga siendo presidente pero él solito, sin oír a nadie que no se le arrodille, como le gusta.

No hay con quien dialogar en el Gobierno, incluido su ministro sin cartera, Eduardo Montelaegre, quien, a pesar de haber sido designado en justicia, sigue siendo un particular que no ha firmado uno solo de los decretos arbitrarios poniéndose habilidosamente a salvo de las denuncias penales y disciplinarias por abuso de función pública y prevaricato, mientras sus colegas de gabinete no pueden decir lo mismo, pues ya están enredados en la Procuraduría. En efecto, Montealegre insistió en denunciar como irregularidades del rechazo de la consulta en el Senado un sartal de inexactitudes: que se violó la Constitución por no leer la propuesta de consulta, disposición que no rige para actos de control político; que la votación duró muy poco; que un congresista cambió el voto; que no se verificó el quorum y que no se tramitó la apelación ilegal de María José Pizarro. Mendacidades y leguleyadas.

Quien crea que esta conclusión es exagerada, que oiga el remate de la provocadora alocución de Petro el pasado miércoles, cuando dijo que “si nos hunden todo, supongamos, entonces lo que sigue son 8 millones de firmas, un trabajo intenso, difícil, pero el pueblo ya decidió decidir y no se va echar para atrás y todos los instrumentos que existen en Colombia, incluida la Asamblea Nacional Constituyente, se utilizarán, porque el único soberano, el único detentor (sic) del poder en Colombia, se llama el pueblo de Colombia”. Este es el presidente que iba a morigerar su verbo y con el que algunos incautos siguen creyendo que hay que continuar dialogando aunque sea para regañarlo, cuando para bajar el tono amenazó con que si pierde su consulta popular inconstitucional e ilegal convocará una Asamblea Nacional Constituyente.

Hablaron con Petro y este, con su ministro no posesionado, respondieron con un rocketazo.

Adenda. Las imágenes del noticiero de Caracol TV sobre el atentado a Miguel Uribe demuestran que el agresor fue un muchacho de la primera línea, actuando solo. Hay una poderosa organización criminal detrás que amenaza y pone en riesgo las próximas elecciones. Tanto más cuanto que el presidente Petro anunció, sin pruebas, que la Policía Nacional está infiltrada, sin que el director de esa Institución se hubiere dado por aludido.

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