Como se esperaba, la inauguración del gobierno de Petro agitó hasta las aguas benditas y todo indica que el torbellino seguirá. No fue suficiente el episodio de la gigantesca espada de Bolívar en el que Petro estuvo genial, mientras el subpresidente Duque hasta el último minuto de su desastroso mandato ratificó su pésima condición humana e ignorancia política.
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