El disparate

Si la propuesta oportunista de la segunda reelección se aprueba y Uribe fuese presidente por un tercer período, habría que dibujar de nuevo el Estado y la democracia. Después de 12 años de uribismo a ultranza, el país quedaría desencuadernado.

¿Será que en el Partido de la U hicieron el balance de todo lo que en seis años de gobierno ha representado para las instituciones la aventura uribista y de lo que pasaría en el sexenio que resta? Tal parece que lo únicamente importante es perpetuar a Uribe, pues nadie ha pensado en las consecuencias de reformar otra vez la Constitución para favorecer al más poderoso de sus ciudadanos.

Uribe, convertido de nuevo en candidato presidencial, será otro factor de perturbación, que se suma al de la adjudicación de otros dos canales privados de televisión, por cuenta del cual andan arrodillados varios medios y muchísimos comunicadores, que respiran el oxígeno enrarecido del uribismo.

En efecto, ante la perspectiva de que Uribe tenga seis años más de gobierno, ningún empresario se atreverá a contrariar al príncipe, por el temor de verse perseguido o simplemente excluido de los favores que se dispensan desde la Presidencia. Sí, la casa presidencial suele oficiar como un inusual juzgado, administrado por asesores y secretarios, en el que se ventilan las causas de sus amigos y sus cuantiosos negocios.

De quedarse Uribe otro período, la cacareada independencia de muchos organismos y autoridades concebidas para que obren con autonomía, se vería severamente ultrajada. El Banco de la República, ya de por sí diezmado, sería una junta de aliados del régimen, que decidirían al vaivén de las necesidades políticas del Caudillo. Lo mismo ocurriría con la Comisión Nacional de Televisión, cuyas actuales mayorías uribistas vaticinan que ese sería otro apéndice de la oficina presidencial.

Y en la justicia habría una gran hecatombe, muy superior a la que hemos venido padeciendo durante estos primeros seis años de excesos uribistas. Este gobierno es de la idea de que la democracia se ejerce mejor si el gobernante de turno es la voz cantante en todas las Cortes, y por eso ya se aprecian avances significativos en la Corte Constitucional, donde hoy despacha como magistrado el ex secretario jurídico de Uribe, Mauricio González.

Este año se producirán cambios en la Corte Constitucional y en el Consejo de la Judicatura. Ya veremos que el único requisito para llenar esas vacantes será el de que los aspirantes profesen el credo uribista, no que sean juristas competentes e independientes. Dueño Uribe de lo que queda del Consejo de la Judicatura, sus subalternos sabrán integrar las ternas de candidatos a las vacantes en las altas Cortes, con la selecta nómina de lagartos sugeridos por el Primer Mandatario.

La Fiscalía no le sería indiferente al mesías, pues allá iría Camilo Ospina, ex secretario jurídico de Palacio, luego Ministro de Defensa y ahora embajador en la OEA. En la Procuraduría, también habría otro criptouribista, de los muchos que andan agazapados posando de independientes estando al servicio de la seguridad democrática.

No faltarían otros Jorges Nogueras o Fernandos Londoños, que superen el récord que entre los dos registran, como los funcionarios estrellas del Gobierno que al ser destituidos fueron además sancionados con las más altas penas de inhabilidad para ejercer cargos.

Me resisto a creer que los organizadores de la marcha del 4 de febrero no previeron que la multitudinaria convocatoria que lograron, no iba a ser utilizada por el oportunismo insultante del Partido de la U, que en medio de los espíritus inflamados de patrioterismo, lanzó la propuesta de reelegir otra vez a Uribe. Ahora ya nadie dudará de que la famosa caminata que a sus anchas manipuló el Gobierno, sólo fue un burdo señuelo para entronizar a Álvaro I.

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Adenda.- ¿ Será verdad el rumor que corre en muchos pasillos, según el cual, en la Fiscalía ya tienen lista la absolución de Mario Uribe?

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