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Ninguna sorpresa tuvo la designación que por 17 votos hizo la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de Néstor Humberto Martínez (NHM), como nuevo fiscal general de la Nación. Aquí lo había vaticinado.
Un candidato que llevaba dos años haciendo campaña antes y después de ser el ministro de la Presidencia, respaldado por el Gobierno, el vicepresidente Vargas Lleras, el empresario Luis Carlos Sarmiento, el procurador Ordóñez, varios partidos políticos, El Tiempo y sus más destacados columnistas, periodistas radiales, y la distinguida pero poderosa clientela del abogado Martínez Neira, era sencillamente imposible de vencer.
Un candidato que llevaba dos años haciendo campaña antes y después de ser el ministro de la Presidencia, respaldado por el Gobierno, el vicepresidente Vargas Lleras, el empresario Luis Carlos Sarmiento, el procurador Ordóñez, varios partidos políticos, El Tiempo y sus más destacados columnistas, periodistas radiales, y la distinguida pero poderosa clientela del abogado Martínez Neira, era sencillamente imposible de vencer. Lo que fue inesperado, y eso puso temporalmente nerviosos a sus cercanos, fue que la cosa no resultara tan fácil en la Corte, donde tuvieron el cuidado de darle unas largas justificadas a ese proceso electoral que de todas maneras venía cantado.
Ya designado el nuevo fiscal, los medios informaron que el desfile de besamanos por su casa fue impresionante, porque por allá pasó todo el mundo, inclusive conspicuos uribistas y hasta la poco discreta Beatriz Hernández, cónyuge del procurador. El asunto fue tan apoteósico, que su celular colapsó.
A juzgar por las imágenes y fotografías del nuevo funcionario, los medios amigos le están dando el mismo tratamiento que le dan a la señorita Colombia, al día siguiente de ser coronada. En efecto, Martínez llega como cualquier ciudadano del común al búnker de la Fiscalía, eso sí rodeado de cámaras y micrófonos, accede donde lo esperan, almuerza allá y se retira ahora sí en uno de los flamantes vehículos que componen las consabidas escoltas que conllevan dignidad y fuerza a ciertos empleos, y toda esa tontería es noticia.
Y como para que no quede duda alguna, esos medios que estaban detrás de la candidatura de Martínez, esta semana se han dado a la tarea de prácticamente ungirlo como hombre iluminado, superdotado, incapaz de equivocarse. Escoba nueva barre bien, dice el refrán. Y hasta se ha creado un cartel de algunos exfiscales que durante sus mandatos no hicieron nada de lo que ahora pontifican como positivo en el itinerario que se propone ejecutar Martínez, una vez asuma oficialmente sus funciones.
Por supuesto a Martínez hay que desearle que le vaya bien, porque su fracaso tendría consecuencias impredecibles para la democracia. Eso no se va conseguir a través de la fastidiosa lambonería de estar destacando que es un profesional probado en el servicio público y en el privado al que no lo perturbarán los impedimentos, inhabilidades y conflictos de intereses. Es aquí donde Néstor Humberto tiene el gran reto por delante.
Designado fiscal, el tema de sus vínculos profesionales que podrían inhabilitarlo para conocer de ciertos asuntos hay quienes quieren minimizarlo con el argumento idiota de que no lo pueden cuestionar por haber tenido éxito, cuando lo que está en juego no es su pasado profesional o político sino el futuro y la transparencia de una institución y de su gestión como jefe de la Fiscalía. Bien haría Néstor Humberto y la poderosa firma DLA PIPER en revelar la lista de todos los clientes que representan o asesoran hasta hoy, precisamente para que la ciudadanía y los medios independientes –no los aplaudidores a ultranza– puedan ejercer control y vigilancia.
El remedio que propone NHM para que cuando él se declare impedido su reemplazo no sea su vicefiscal sino otro fiscal ad hoc elegido por la Corte, es ponerle más burocracia a una solución que en la práctica seguirá siendo la misma. O ¿alguien cree que la Corte va designar un fiscal ad hoc enemigo del titular ? Ingenuos sí no.
Y a propósito ¿quién será el vicefiscal del nuevo monarca? Me resisto a creer que sea alguien de la terna de candidatos a fiscal; eso sería lo más parecido a manguala clientelista.
Buen viento y buena mar al nuevo fiscal, pero sobre todo hay que pedirle prudencia, independencia, carácter, buena fe y nada de marrullerías.
Adenda. Caído el tribunal de aforados, ¿cuándo habrá justicia para los altos funcionarios? Así no puede funcionar ninguna democracia.
notasdebuhardilla@hotmail.com
