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El libro de Abelardo

Ramiro Bejarano Guzmán

28 de diciembre de 2025 - 12:06 a. m.

No me referiré a quien autopromocionándose en las redes se ha vuelto fastidiosamente notorio, sino a Abelardo Forero Benavides —este sí un gran maestro— y su magnífico trabajo póstumo Colombia, un drama. Memorias de un pacifista en un país en llamas, publicado por la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de los Andes, con afortunados prólogos de su directora, la Paca Zuleta, y del expresidente de la Academia Colombiana de Historia, Eduardo Durán Gómez.

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Se trata de un esfuerzo del inolvidable Abelardo Forero escrito en 1957, que decidió no publicar en vida, pero que su yerno, Edgar Castellanos, decidió no dejar que quedaran inéditos los recuerdos de quien como parlamentario, miembro de la Dirección Liberal y periodista, fue protagonista de la agitada segunda presidencia de Alfonso López Pumarejo hasta el umbral del Frente Nacional.

A quienes nos sigue pareciendo imprescindible conocer lo que pasó en esos años de la República Liberal y el advenimiento de las tenebrosas dictaduras conservadoras de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Roberto Urdaneta, y la tiranía militar-goda de Gustavo Rojas Pinilla, las memorias de Forero constituyen aportes perdurables en la historia. Con el mismo entusiasmo con el que devoré el libro El presidente que no fue. La historia silenciada de Gabriel Turbay de Olga L. González, patrocinado también por los Andes, en estos días navideños he disfrutado las remembranzas de Abelardo, que deberían leer las nuevas generaciones, tanto liberales o progresistas, para que se enteren de lo que fue ese período de terror y violencia propiciada por las balas y la represión conservadora, como también los goditos para que aprendan lo que no pueden repetir cuando lleguen al poder.

Mientras el libro del Olga Lucía González es un texto formidable de investigación histórica sobre el entorno del periplo político de Gabriel Turbay, el trabajo colosal de Abelardo Forero proviene de quien fue testigo de todo. En efecto, revela muchos detalles desconocidos de lo que fueron esos días de traiciones políticas y en especial la caída del liberalismo en 1946 y el comienzo de la dictadura militar el 13 de junio de 1953, cuando fue destituido el “monstruo” Laureano Gómez, en medio del alborozo nacional. El texto de González no desliza interpretaciones subjetivas, como sí el de Abelardo, lo que por supuesto es explicable en ambos casos.

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Leyendo el libro de Abelardo se comprende por qué prefirió no divulgarlo en vida, pues si lo hubiera hecho cuando terminó de escribirlo, en 1957, habría sido repudiado por sus contemporáneos. En efecto, es evidente que Forero no gustaba de los Lleras, Alberto y Carlos, pues injustamente del primero suelta la lapidaria frase de que era “mal amigo”, y a Carlos Lleras lo describe como un intolerante y causante de que los partidos tradicionales se hubieren enfrentado. Para los Lleras tampoco Abelardo era santo de su devoción, a pesar de que jugó un papel definitivo cuando Carlos Lleras y Alfonso López P. se asilaron en la embajada de Venezuela, con ocasión del alevoso atentado del 6 de septiembre de 1952, cuando la policía del régimen incendió sus residencias y además El Tiempo y El Espectador, en las narices del presidente encargado, el siniestro Sordo Urdaneta.

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El recuerdo de Abelardo del crimen de Gaitán y el Bogotazo es magistral, como sus impresiones de Enrique Olaya, Darío Echandía, Eduardo Santos y muchos otros personajes de esa época convulsionada, pero sobre todo sus semblanzas de Alfonso López P. y Laureano Gómez, “dos enemigos inseparables”, de quienes afirma que el primero no había leído un libro sino revistas americanas, mientras el segundo no había leído un balance.

Abelardo relata los abusos de Rojas Pinilla contra los liberales como comandante militar en Cali y sus atropellos que provocaron la disolución del gobierno de Unidad Nacional. Sorprende que Echandía, que conocía a “Gurropin”, lo hubiere saludado con beneplácito cuando derrocó a Laureano. Tal sería era el desespero con la satrapía laureanista que prefirió el régimen militar, represivo y autoritario.

Fracasó Forero en su apoyo a la Unión Nacional que intentó por dos veces implantar Ospina Pérez antes de convertirse en dictador. También se equivocó creyendo que el Frente Nacional acabaría la guerra, cuando fue un pacto de impunidad. Era inevitable fue testigo de su tiempo.

En suma, este libro es un afortunado retrato de nuestra sangrienta historia de esos años tempestuosos.

Adenda. Si hay un magistrado haciendo negocios, como lo aseveró Petro en su última alocución, debe denunciarlo o si no que las Cortes exijan que lo haga.

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