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El mundo al revés

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Ramiro Bejarano Guzmán
08 de mayo de 2016 - 02:55 a. m.
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Cuando la Corte Constitucional (CC) anunció que convocaría a los negociadores del Gobierno y las Farc a una audiencia pública dentro del proceso de constitucionalidad promovido por el exfiscal Eduardo Montealegre para que se de alcance de tratado internacional a los acuerdos de paz de La Habana, pensé que las Farc rechazarían la invitación.

Era previsible suponer que quienes están alzados en armas desconocerían la autoridad de cualquier juez del Estado que combaten. Pero, oh sorpresa, las Farc no despreciaron la convocatoria de la CC, y en cambio sí lo hicieron Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo, con razones improvisadas y nada convincentes.

De la Calle se opuso a la orden de la CC con el tibio argumento de que es prematuro que la guerrilla comparezca ante esa autoridad, pero sin explicar cuál la razón de esa apreciación. Sergio Jaramillo desaprovechó la feliz oportunidad de quedarse callado, y con su tonito napoleónico reclamó que los dejaran trabajar en La Habana, claro, sin explicar de qué manera se obstaculiza su trabajo por el hecho de que la CC haga el suyo.

Cualquiera creería que el procurador Ordóñez y los negociadores de paz del Gobierno estaban lejos uno de otros en cuanto a posturas ideológicas, pero no, están cerca. En efecto, a Ordóñez tampoco le gustó la decisión de la CC de querer oír a los voceros de las Farc en audiencia pública, solo que en su proverbial ignorancia jurídica alegó que eso no podía ocurrir porque los insurgentes tienen suspendidos sus derechos políticos. Por Dios, el jefe del ministerio público confunde el derecho a elegir y a ser elegido con la facultad o el deber de asistir a una audiencia convocada por un juez.

Es grosero, por decir lo menos, que un alto funcionario del gobierno se oponga de manera tan abierta e injustificada al cumplimiento de una orden judicial, que es lo que no han tenido en cuenta Jaramillo y De la Calle, y, por supuesto, el procurador. Ojalá la CC no sucumba al artificio propuesto por ese trío inefable y no eche atrás su decisión de oír en audiencia pública a los guerrilleros de las Farc. Mientras Gobierno y Procuraduría patalean, en las toldas de las Farc no se ha oído una voz en contra de que ellos se hagan presentes en la CC a exponer sus puntos de vista.

Contrario a lo que suponen los asustadizos voceros del Gobierno en el proceso de paz con las Farc y el procurador archienemigo del mismo, la citación de la CC para oír a los guerrilleros es una genialidad política con altísima significación jurídica, que en vez de merecer reparos debió haber sido aplaudida. En efecto, que tan radicales representantes de las Farc comparezcan a una audiencia convocada por el más alto tribunal constitucional es una seña extraordinaria de sometimiento de los alzados en armas al Estado de Derecho, que es en últimas lo que la sociedad colombiana está reclamando.

Pero el Gobierno y el procurador terminaron de acuerdo, cada uno con sus propios fantasmas y sofismas, para pedirle a la CC que revoque su decisión. Se me ocurre pensar que el Gobierno está padeciendo el drama del escándalo que se armó con la aparición en La Habana de alias “El Paisa”, rechazado colectivamente, inclusive por quienes afirman ser defensores del proceso de paz. Todo indica que el Gobierno le teme a la transmisión de una audiencia en el tribunal constitucional en la que el país tenga la oportunidad de oír a las Farc argumentando en derecho, porque asumen que esa visita será recibida mal por los mismos que pusieron el grito en el cielo cuando Romaña o El Paisa llegaron a la Habana.

Que las gentes se irriten, vaya y venga, en algunos casos es explicable, pero que el Gobierno se sume a esas actitudes, resulta peligroso. El Gobierno debería exhortar a los colombianos a que se acostumbren a los guerrilleros actuando dentro de la civilidad, más ahora que por primera vez llegan a un tribunal a confiar sus argumentos a unos magistrados del régimen que pretenden derrocar. Eso es más sensato que sumarse al sainete de la intolerancia de un procurador fascista.

 

Adenda. ¿En qué irá la suerte judicial de la gobernadora del Valle del Cauca, la controvertida Dilian Francisca Toro?

 

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

 

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