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QUÉ LÁNGUIDO PAPEL EL DE ALEJANdro Ordóñez con su tramposo concepto sobre el referendo reeleccionista. No le bastó al “agente de la Casa de Nari”, camuflado de Procurador, perderle el respeto al país, sino a sí mismo.
No recuerdo concepto de otro Procurador que hubiese unificado tanto las opiniones. Las voces más autorizadas de la juridicidad han denunciado las múltiples falencias de este trabajo, que en últimas oficializó la candidatura de Álvaro Uribe, aun cuando la Constitución no la permite.
Antes del concepto de Ordóñez, Uribe era apenas presidente, pero después del mismo, agregó la condición de candidato. Eso fue lo que logró este Procurador de bolsillo, al “exhortar” al mandatario para que se someta a las restricciones de la ley de garantías electorales, sin ser oficialmente candidato.
En vez de haber compulsado copias para investigar al Presidente y a sus subalternos por comportarse desde el Gobierno como los miembros de un directorio político, lo que Ordóñez hizo fue absolverles sus faltas (por algo es el “Absolvedor”), pidiéndoles que se sometan, además tardíamente, a la ley de garantías, de manera que al final parezca que todo fue transparente, cuando en verdad se trata de un fraude electoral.
Lo que ha debido decirle la Procuraduría a Uribe y su banda es que cesaran su campaña política y no que la sigan haciendo descaradamente. Ordóñez arbitrariamente volvió norma imperativa lo que apenas es un concepto no obligatorio, y su prevaricadora pluma patentó la deshonrosa fórmula de que el jefe de Estado sea candidato sin que lo autorice la Constitución. Eso es lo de menos, lo importante era crear el hecho político de que el mandatario puede ser otra vez candidato, y por eso frente al concepto de su amanuense, cínicamente declaró que “se respeta y se acata”. ¡Vaya farsa!
Ordóñez ha dicho que su concepto reeleccionista está fundado en sentencias de la Corte Constitucional, y eso es otra de sus mentiras, por la que debería responder ante sus jueces naturales. No por citar una sentencia, la decisión está soportada en la misma. Para que ello ocurra, es necesario que la invocación de un fallo judicial se ajuste a sus precisos términos, porque si se cita tergiversadamente ese precedente, allí lo que hay es una vulgar tramoya. Eso fue lo que hizo Ordóñez. Citó la sentencia C 551/03 de la Corte Constitucional, pero atribuyéndole un sentido diferente, pues omitió advertir que en ese fallo se dijo que la reelección presidencial sólo podría adoptarse por una vez y además que el Congreso podía cambiar la pregunta pero de un referendo de iniciativa gubernamental, no en uno de origen popular.
Peor resultaron las declaraciones de Ordóñez al noticiero de televisión de RCN, respaldando la reelección presidencial indefinida. Para asombro de los televidentes, a la pregunta de si le gustaba la reelección indefinida, Ordóñez respondió con su dulce media lengua, que eso era relativo y que dependía de quien fuera el presidente reelegido. ¡Qué escándalo!, definitivamente el pez por su boca muere.
Le salió mal esta jugada perversa al Procurador uribista. Por eso perdió los estribos al extremo de agredir al periodista que lo desenmascaró al aire, pues al estilo de Uribe, estigmatizó al comunicador acusándolo de tener agenda política, sólo porque no supo justificar su concepto ni desvirtuar el grave cargo que pesa sobre él y su gris delegado para el Ministerio Público, Gabriel Ramón Jaimes Durán, de perseguir a sus críticos desde el sombrío y siniestro despacho del Procurador. Ojalá la Corte Constitucional cumpla la promesa de su presidente, de no dejarse presionar.
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Adenda No. 1. Qué vergüenza y qué peligro el Consejo Superior de la Judicatura.
Adenda No. 2. ¿Quién quiere matar a la jueza Stella Jara Gutiérrez, encargada del proceso contra el coronel Plazas Vega, por los hechos del Palacio de Justicia? Veremos si el Gobierno que promueve entre los militares recolectas ilegales para pagar los abogados que torpedean los procesos de los “falsos positivos” y obtienen el vencimiento de términos, también es capaz de permitir esta tragedia.
