La inteligencia artificial (IA) sirve lo bueno y lo malo. De lo último sabe Enrique Gómez Martínez (EGM), sobrino de Álvaro Gómez Hurtado (AGH), su más desastroso imitador y gran usufructuario. Como si las colectividades políticas fuesen bienes transmisibles por generaciones, EGM logró —asumo que con sus heredadas influencias personales y políticas— que el Consejo Electoral reviviera la personería al Movimiento de Salvación Nacional fundado por su tío. Por esa maroma, hoy es jefe único de la facción más ultraderechista de nuestra vida republicana, precisamente la que gestó su abuelo Laureano Gómez.
Lo último que ha hecho EGM es extravagante y viola la ley 2502 de 2025 que consagró el delito de fraude de identidad usando IA. Ha preparado un audio con IA en homenaje a su tío AGH en el que lo puso a decir lo que nunca afirmó: “Nuestra causa no murió conmigo. Hoy, desde la memoria, entrego mis banderas a quien ha seguido este mismo camino. Enrique, mi estirpe, mi continuador. Él conoce el valor de la verdad, la importancia de las instituciones y el sentido de la lucha limpia. A Enrique le entrego esta antorcha, no para que repita lo que hice, sino para que lo supere con firmeza, con ideas, con amor a Colombia. Porque las ideas no se matan”, todo apoyado con imágenes del improvisado delfín.
EGM se ha apoderado de AGH y ha logrado hacer de la insólita transubstanciación un cómodo estilo de vida porque recibió como caído del cielo un partido político para propalar sus ideas fascistas, ninguna de ellas originales. En vida de su consanguíneo, EGM nunca tuvo figuración representando al movimiento que ahora dirige solo por ser él quien es, pero hoy es el único propietario de ese grupo y de la memoria del líder conservador que pretende sustituir.
En su momento de esplendor en la antesala de la Constitución del 91, en el Movimiento Salvación Nacional militaron conservadores laureanistas y unos pocos liberales de derecha que fueron a la Asamblea Constituyente que expidió la Carta del 91. Treinta años después de muerto AGH, ninguno de esos prohombres enarbolará sus banderas, porque eso es patrimonio de su parentela como lo acredita el audio distribuido en redes.
EGM utiliza IA para que su ascendiente aparezca diciendo lo que nunca dijo en vida. Ojalá preparara otros audios de su tío explicando por qué difundió como suya la teoría del filósofo Harold Laski del “acuerdo sobre lo fundamental”; o a que se refirió cuando habló del “oscuro e inepto vulgo”; o por qué, como constituyente, votó la abolición de la extradición que manchó la Constitución del 91, con la que Pablo Escobar derrotó al Estado; o por qué propuso la elección popular de jueces; o por qué no reformó la justicia en el Frente Nacional cuando la mayoría de ministros de Justicia fueron laureano-alvaristas; o qué opinaría hoy de su propuesta de la elección popular de alcaldes y la multiplicación de la corrupción.
La divulgación irresponsable de lo que en redes llaman deep fakes (imágenes ultrafalsas) confunde electorados, pues con la lluvia de desinformación que cae por distintos canales, la realidad se diluye con la mentira. Y personas como EGM emplearán la IA para escribir la historia de la que nunca hicieron parte.
Para los incautos no habituados con la IA, el video distribuido por su sobrinísimo hará creer que es verdad lo que pusieron a decir al ilustre cadáver de AGH, para fortalecer la aspiración electoral del único godo con derecho a valerse del insigne fallecido.
Estas triquiñuelas tipificadas como delito en la ley 2502 de 2025 ameritan que una autoridad las castigue, antes de que oigamos la supuesta voz de Simón Bolívar en trance de ceder su legado a algún avivato que se aproveche de la IA y la ingenuidad de sus compatriotas.
Adenda No 1. Con Enrique Gómez Martínez sostengo una diferencia judicial extendida a su primo Mauricio Gómez Escobar (q. e. p. d), en la cual fueron declarados responsables civilmente de los daños y perjuicios ocasionados por hacerme señalamientos mentirosos vinculándome con el asesinato de AGH. Tal litigio, que estaba terminado con sus dos instancias, ha revivido porque un poder silencioso y secreto, del que hizo parte la intrigante abogada Heidi Abuchaibe a mis espaldas, se hizo sentir en los altos estrados para que se revise una tutela con la que se pretende, con artificios y leguleyadas, tumbar las decisiones de la justicia ordinaria que los condenaron.
Adenda No 2. Y ahora guerra con el Perú. Lo que faltaba.