Tarde o temprano el ELN iba a reincidir en su estrategia de bombardear la fuerza pública para justificar su envejecida idea de ablandar al enemigo. Tantos abusos les permitió el Gobierno a los elenos que se atrevieron a desafiarlo con el demencial atentado en Arauca en el que cayeron asesinados jóvenes soldados. No le quedaba otra salida a Petro que declarar el cierre con “sangre” de este proceso de paz, así después le haya respondido con medias tintas a Antonio García: “Si el ELN no quiere romper el proceso de paz, dígalo”. Solo falta que el ELN conteste que sí quiere la paz y otra vez Petro con su combo sucumban a sus mentirosas promesas.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Ya no habrá ningún acuerdo porque los insurgentes no entendieron el momento histórico, pero también se equivocaron Petro, los negociadores de paz y quienes pensaron que con el ELN esto iba a ser más fácil que con las FARC.
El primer comisionado de paz, Danilo Rueda, fue un desastre, creó más desconfianza de la que cultivan los suspicaces elenos. Tardó mucho el Gobierno en remover a ese improvisado comisionado y se extravió también en reemplazarlo por Otty Patiño y vincular a Vera Grave a esa mesa de negociación, quienes tampoco aportaron nada.
La paz se hace entre contradictores y con enemigos, pero Petro creyó que con sentar a los elenos solo con sus antiguos camaradas del M-19 y sin ningún vocero de otras fuerzas vivas todo iba a ser color de rosa y que la paz sería lograda en tres meses. Craso error que nos costará más sangre, sudor y lágrimas. Petro no quiso que nadie del “establecimiento” fuera negociador porque, con su delirio de grandeza, excluyó a todos para no deberle nada a nadie distinto del M-19, un obispo y un senador de izquierda. Fracasaron todos. Ni por la presencia de José Félix Lafaurie, la cual de poco sirvió, el resto de los colombianos quedamos aislados de ese supuesto proceso de paz que, según me lo informó uno de los delegados del Gobierno, era dirigido directamente por Petro. Si nos atenemos a esa información, el presidente es el principal responsable de que todo haya salido no mal sino pésimo.
Fueron muchas las concesiones del Gobierno al ELN a cambio de nada. Petro invirtió la mitad de su accidentado mandato para buscar la paz y la respuesta de sus interlocutores fue brutal y criminal. Con la silente complicidad del Gobierno y los negociadores, el ELN siguió entregado a su espiral de violencia durante este bienio inútil de conversaciones cuyo balance dejó a la guerrilla fortalecida y a la fuerza pública arrinconada.
Pero además de que pretendieron que la paz con los elenos fuese obra exclusiva del viejo M-19, el Gobierno y sus comisionados atrincherados en su soberbia decidieron que nadie podía criticarlos, porque quien se atreviera sería estigmatizado en lo personal y en lo político y, además, crucificado en el estiércol en el que el petrismo ha convertido las redes sociales. Al final quedó claro que ese grupo de intolerantes, tanto los del ELN como los del M-19 y los comisionados del Gobierno, en lo único que pudieron ponerse de acuerdo fue en creerse amos y señores de la paz y en asumir que sus compatriotas no teníamos derecho a denunciar sus yerros, sino a aplaudirlos. Por eso pasó lo que pasó, ahora veremos qué se les ocurrirá a quienes por cuenta de su prepotencia mataron otra vez la ilusión de conseguir la paz.
Lo peor puede estar por ocurrir, si Petro y su excluyente entorno no diseñan un libreto sensato y pluralista para lo que se viene. Que no se les ocurra declarar una guerra civil, como el uribismo recalcitrante lo reclama; eso sería una locura porque nuestro Ejército en ningún tiempo ha sido capaz de derrotar la insurgencia. Hay que explorar apoyo internacional, distinto del de Maduro, que sea capaz de retomar el discurso de la paz, pero sin claudicaciones y con claras señales de que el ELN sí quiere negociar. Si eso no es así, no habrá cómo volver a hablar con esos rebeldes, sino sentarnos a contar miles y miles de muertos inocentes.
Adenda No 1. Se comprende que Edmundo González amenazado firmara el reconocimiento del “triunfo” de Maduro, pero ¿por qué no denunció ese chantaje en cuanto llegó a España y permitió que desde Caracas le estallaran esa bomba?
Adenda No 2. Bofetadón a quienes se inscribieron en la Presidencia para competir al cargo de procurador confiando en la palabra de Petro y en la lealtad de Eljach. ¿Senado listo a nombrar a su subalterno? Ojo con las decisiones del Consejo de Estado que anularon designaciones hechas por nominadores que no respetaron las convocatorias.