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Gobierno insepulto

Ramiro Bejarano Guzmán

30 de noviembre de 2025 - 12:06 a. m.

El M-19 está comiendo ahora de su misma medicina envenenada, pues creyeron que en materia de inteligencia podían improvisar y manejarla pensando solo en sus intereses políticos y ahí están las consecuencias tan graves para Petro y su combo, pero más para el país.

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Al final del cuatrienio desastroso de Petro el balance no puede ser peor, al menos en materia de seguridad. Ahora lo que tenemos es la grave sospecha de que un general del ejército, de la mano de un alto funcionario de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), andaban en tratativas con grupos delincuenciales porque tenían pensado que, si no funcionaba el esperpento criminal de la Paz Total, entonces les quedaba la entretención de fundar ejércitos privados, una versión actualizada del paramilitarismo que tanto daño ha causado. A todas estas, ¿quién se inventó la Paz Total? Deberían revelarlo porque si fue algún precandidato presidencial, como se rumora, eso debe saberse.

La precipitada defensa que el presidente Petro asumió del general Juan Miguel Huertas y del director nacional de inteligencia de la DNI, Jorge Lemus, y del licenciado en educación física y agente encubierto, Wilmar Mejía, además descalificando el contundente informe del certero periodista Ricardo Calderón, lo hizo cómplice, tanto más ahora que la Procuraduría suspendió provisionalmente a Huertas y a Mejía. Otra vez cruzó la peligrosa línea de desconocer la separación de las ramas del poder y ofició como fiscal y juez porque, sin fórmula de juicio, calificó de falsas las acusaciones y absolvió a tan comprometidos funcionarios.

A propósito, ¿por qué la suspensión de la Procuraduría no cobijó a Jorge Lemus, el director de la DNI, si todo ocurrió en sus narices y con uno de sus subalternos? A este exmiembro del M-19 hay que ponerlo en el radar de las preocupaciones, no solo porque fue otro exguerrillero que aspira a desclasificar los archivos secretos solo del DAS, sino sobre todo porque ahora es más poderoso que el propio Petro, pues dirige simultáneamente la agencia civil de inteligencia (DNI) y la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF). Semejante poder en unas solas manos no se veía desde las épocas de las dictaduras conservadoras de los cincuenta.

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Por donde se le mire, este asunto no tiene salida buena. El director de inteligencia estratégica de la DNI, Wilmar Mejía, no fue un simple “peón del montaje contra Petro y la DNI”, como lo dijo en una cínica entrevista en la que muy orondo confesó no tener experiencia en inteligencia sino un “currículum oculto” con el que escaló al alto gobierno. Hasta reconoció haberle sugerido al anterior ministro de Defensa reincorporar al general Huertas, como en efecto lo logró, el mismo oficial con el que se acariciaba el delincuencial proyecto de crear ejércitos privados.

Pero si por el lado de Petro llueve, por el de Iván Duque no escampa. El exministro Daniel Palacios, defendió al gobierno del que hizo parte, alegando que ellos habían llamado a calificar servicios al general Huertas porque una agencia de inteligencia americana les informó que estaba vinculado en una ejecución extrajudicial. ¡Vaya revelación! ¿Habrá sido en el gobierno de Uribe? Se lavaron las manos a lo Pilatos, porque pudiendo haberlo denunciado no lo hicieron.

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Petrismo y uribismo se parecen en su interés en infiltrar a hombres oscuros en los espacios universitarios libres y contestatarios. La extraña presencia de Mejía en el consejo superior de la Universidad de Antioquia tiene que ser hoy motivo de mortificación y asombro en ese reputado centro educativo, también de sorpresa y miedo de ver cómo se repiten las maniobras contra las que lucharon demócratas como el inolvidable Carlos Gaviria.

Impresentable el uribista gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, quien demostró ser una mala persona al pedir incluir en la lista Clinton a la fiscal Camargo, quien, a pesar de estar pasando un trago amargo por no enterarse de lo que debía conocer, por lo menos abrió investigaciones con las que puede tumbar al gobierno de comprobarse los señalamientos a Petro, su campaña, la vicepresidente y todo el séquito de poder que cada vez tambalea más y gobierna menos.

Adenda. Finalmente, el Consejo Nacional Electoral enjuicia la campaña presidencial de Petro por haber violado los topes, pero Ricardo Roa, principal responsable de ese desastre, no renuncia a la presidencia de Ecopetrol ni su jefe se atreve a sacarlo. ¿Por qué le temen o qué les sabe?

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