Casi todo se ha dicho sobre el desastre del consejo de ministros del martes negro transmitido abusiva e ilegalmente por radio y televisión. Petro parece estar gobernando un país enemigo, porque todo lo que se le ocurre le resulta mal.
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En claro quedó que los ministros ni siquiera respetan al mandatario, empezando por el chabacán ministro de educación, quien bruscamente le llamó la atención para que lo oyera. O el abuso de discrepar del jefe de Estado y no renunciar, como lo hicieron la llorona Muhamad y Gustavo Bolívar con su ridículo “yo lo amo, presidente”. Los sablazos de mentirosa a la canciller Sarabia. La tempestuosa intervención del temido director de la Unidad de Protección Nacional, Augusto Rodríguez, exaltando como héroe a Jaime Bateman usando los canales estatales y la sede presidencial, mientras su jefe rescató la tesis infame de Laureano Gómez de tratar a Santander como sicario.
Pero me ocupo de la indignación de colegas y estudiantes externadistas que han expresado su molestia por la forma utilitarista con la que Petro se refiere a la Universidad Externado de Colombia, escudándose en su prestigio libertario y radical como si eso le imprimiera el sello de demócrata, cuando no lo es, no lo ha sido, ni lo será jamás.
Petro no es el Externado ni lo representa y menos se le parece, y le miente a la nación propalando la versión de que sus arrojos totalitarios le fueron inculcados en los salones contestarios del radicalismo. Nada de lo que hace Petro como mandatario lo aprendió en nuestra centenaria Casa de Estudios, porque, a pesar de nuestras históricas discrepancias internas, no cosechamos odios, resentimientos, ni talantes dictatoriales.
El ambiente de debate intenso que cultivamos en nuestra universidad nos permite graduar, año tras año, profesionales críticos, con carácter y comprometidos con su país. Claro que en el seno del Externado se producen pujas de poder y debates de todo tipo, y precisamente ello da cuenta de nuestro espíritu libre y diverso, no sectario como el que exige Petro a sus ministros, ahora a las patadas y por televisión nacional.
El legado del liberalismo radical sobre el cual se construyó nuestro refugio del pensamiento sigue vivo en cada estudiante y egresado. El 15 de febrero de 1886 nació el Externado de Colombia, fundado por Nicolás Pinzón Warlosten, para contrarrestar la persecución a la enseñanza libre impuesta por la dictadura de La Regeneración. Todo lo contrario a lo que ahora Petro le muestra al país en su autocrático, inútil y caótico consejo de ministros.
Petro pretende izar y ondear la bandera del M-19 mientras reivindica su paso por el Externado como si olvidara, si es que alguna vez lo supo, que el Externado es víctima de esa guerrilla. Cuando se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia, aventura criminal agravada con la criminalidad del Ejército, en la que perdimos una veintena de profesores ilustres de nuestra alma mater. Esa tragedia la recordamos todos los días porque aún retumba en nuestros pasillos como en los de la Corte Suprema de Justicia. Nada debemos los externadistas a Petro ni nos enorgullece que sea egresado de la facultad de economía, ni mucho menos somos responsables de sus alucinaciones veintejulieras con las que engaña, despista y ultraja.
En nada ha contribuido Petro a la comunidad académica del Externado, ni el caos de sus administraciones públicas, antes como alcalde de Bogotá y ahora como presidente; esa no es la marca que nuestros externadistas han dejado para Colombia. El Externado es otro símbolo que pretende ensuciar para montarse en la debacle discursiva con la que gobierna, como lo hace con la obra de García Márquez.
Somos una comunidad de hombres y mujeres libres, en la que promovemos el respeto y el espacio para la convivencia entre quienes pensamos diferente y profesamos distintos credos políticos o religiosos. Por eso Petro pudo estudiar allá, que no es lo mismo que haberse hecho externadista, porque eso imprime carácter, reciedumbre, rectitud, respeto por el otro, tolerancia y patriotismo.
Adenda. Que alguien nos cuente cuáles fueron los beneficios del día sin carro en Bogotá.
