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Iván y Pilatos

Ramiro Bejarano Guzmán

12 de diciembre de 2021 - 12:10 a. m.

Iván Duque tardíamente se declara defensor de la libertad de prensa, pero pretende que olvidemos que fue su Gobierno el promotor de un artículo siniestro, incluido en un supuesto proyecto anticorrupción, con base en el cual los funcionarios y exfuncionarios pueden enredar judicial y patrimonialmente a quienes se atrevan a denunciarlos públicamente. ¿Por qué solo ahora que crece el escándalo Duque sale en defensa de la prensa que aborrece en la intimidad?

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No fue capaz el Gobierno de detener al sinvergüenza Wilson Ruiz, sobreviviente de la más preclara corruptela nacional, quien aprovechó el cuartico de hora para que, al dejar el ministerio que ha deshonrado, nadie le pueda recordar las “batallas” en las que estuvo involucrado como delegado del entonces tenebroso procurador Alejandro Ordóñez ante el Consejo de Estado, o como abusivo magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, donde dejó su huella siniestra, entre otras audacias. Era el ministro de Justicia preciso para Duque, porque es un ser sin importancia colectiva, arribista, guaquero de la burocracia, sin escrúpulos y un intrigante dispuesto a todo con tal de que no lo descubran a él ni a los de su calaña.

Pero, claro, no están solos. A ese carrusel de la infamia se montó un congresista cercano a los Char, César Lorduy, quien hizo todas las gestiones pertinentes para impulsar y salvar este proyecto de ley cuando estuvo amenazado, en particular el artículo de tinte totalitario. Lorduy todavía nos está debiendo explicaciones de cómo fue que siendo ponente no se enteró ni advirtió el bombardeo a la libertad de expresión. Desde Barranquilla los multimillonarios dueños de la costa Caribe, donde no se mueve una hoja sin que ellos lo autoricen, están por coronar este adefesio. Y la cosa no es jugando, como lo aseguró alguien de esa jauría en los pasillos del Congreso diciendo: “Esto va en serio, vamos a joder a todos esos HP que andan metiendo sus narices en todas partes”.

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¿A quiénes va dirigido este cañonazo del uribismo, del que participan Cambio Radical, la U y los conservadores? La respuesta es fácil. Basta mirar el valeroso y exitoso portal de Los Danieles para darse cuenta de que allá se han agrupado unas plumas contestatarias y enhiestas que les están resultando incómodas a Iván Duque, a su prole y a toda su cohorte de aduladores. A Noticias Uno y a su directora, Cecilia Orozco, los han perseguido sin cuartel y hasta a través de la Fiscalía han intentado conocer sus fuentes. Pero también aquí en El Espectador estamos en la mira varios, como Yohir Akerman, Francisco Gutiérrez Sanín, Salomón Kalmanovitz, este columnista y el propio director, Fidel Cano, entre otros. Claro, en honor a la verdad hay que decirlo: no es que con el artículo que han aprobado en esta legislatura oprobiosa podrían empezar a perseguir, porque lo vienen haciendo sin pausa desde los gobiernos de Uribe y últimamente a partir del 7 de agosto de 2018, de la mano de una Fiscalía envenenada con la soberbia, los odios y la insuperable mediocridad de Francisco Barbosa, siempre auxiliada por la complaciente e indolente mirada de Margarita Cabello, para solo mencionar a dos de los alfiles que sostienen el régimen. Así que soldados avisados no deben morir en la guerra, pero me temo que seamos la excepción.

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Seguramente Noticias Uno, Los Danieles y El Espectador muy pronto inaugurarán el largo listado de medios que habrán de desfilar por los despachos judiciales para defenderse del inminente cierre que los acosará.

Y este artículo, por cuenta del cual se llenarían los anaqueles judiciales de denuncias contra “las plumas y voces hostiles”, les encantaría a Álvaro Uribe, Iván Duque, sus ministros, aliados y familias, porque para ellas también legislaron.

Ninguna diferencia habría con la República Bolivariana de Venezuela o con la Nicaragua de Ortega, ni con el régimen de Cuba. Seríamos otra republiqueta más donde estaríamos silenciados muchos y en peligro de aniquilación patrimonial los medios que nos han abierto sus puertas. Estamos advertidos. Ni un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso.

Pero que no venga Duque a alabar la libertad de prensa, pues, como Pilatos, su pecado no fue lavarse las manos sino haberlas tenido sucias.

Adenda. Hay que ponerle la lupa al registrador nacional, Alexánder Vega, porque detrás suyo crece algo más que desorganización.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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