Como era de esperarse, ahora los furiosos tenientes del presidente eterno van a iniciar juicios sumarios para encontrar al responsable del desastre que sufrieron en las urnas el domingo anterior, cuando las gentes votaron para ponerse a salvo del hastío de 20 años de malos gobiernos, corruptos, perseguidores y de pésimos tratos.
Al parecer tampoco han entendido el mensaje de la elección de Petro en las toldas siempre calientes del uribismo. Ya salió la senadora María Fernanda Cabal señalando un único responsable de que la estantería se les hubiere venido abajo: “Duque puso de presidente a Petro”.
Es cierto que Petro no se habría convertido en mandatario si este gobierno hubiese sido al menos pasable. Es indudable que la pésima administración y los abusos, que ahora Duque pretende disimular al final de su mandato acudiendo al boato de pasearse en alfombras rojas, incidieron en la conciencia de mucho colombiano para no acompañar más ese proyecto político de la Seguridad Democrática que hizo invivible y peligroso el país. Pero, ojo, no fue solo culpa de Duque, fueron todos responsables, encabezando Uribe y también la inefable Cabal, siempre ordinaria, tempestuosa, maleducada y peor hablada.
Es increíble que eso que es así de claro y contundente no lo hayan comprendido en el Centro Democrático. Hoy muchos de ellos siguen soltando la especie de que ganó el comunismo y que el 7 de agosto habrá cárcel para todos ellos, porque se nos vino el reino del chavismo. Creen que los demás se comportan como ellos lo hicieron cuando ganaron y mandaron. La verdad es otra. Perdieron, sí, pero por decir mentiras y por seguir concibiendo la política como el arte de difamar desde el poder a quienes sean sus críticos y opositores.
Aburrieron a su fiel electorado, lo desilusionaron y lo pusieron en contra de esos candidatos fabricados a última hora sin preparación y sin talante de estadistas. Los escándalos por corrupción, los 6.402 jóvenes sacrificados por la fuerza pública, el amancebamiento con los organismos de control y la Fiscalía, etc., crearon un caldo imposible de ignorar y por eso les pasó lo que les pasó con sus dos candidatos, primero con el patanzuelo provocador de Fico y luego con el plutócrata de Rodolfo. Es grande el daño que el Centro Democrático y Duque le han causado a la nación, pero también el que se hicieron a sí mismos. Y si no aprenden del pasado no tendrán cómo hacer una oposición inteligente y serena, sino otra vez los gritos, las sindicaciones, el pánico económico y la política del miedo, ni tendrán cómo pensar en recuperar ese poder que hoy dejan en medio de lágrimas.
A Petro ya le empezaron a hacer oposición visceral criticándole que hubiere pedido al fiscal Barbosa que libere a unos jóvenes, y a la procuradora Cabello que restituyera en sus cargos a los alcaldes suspendidos por intervenir en política, lo que sin duda fue mejor no haberlo dicho, pero eso no fue igual a lo que ha hecho Duque. En efecto, Petro habló como candidato vencedor sin ostentar aún la condición de presidente; en cambio Duque, investido de esa dignidad, amenazó varias veces la autonomía e independencia de la Rama Judicial sin que ninguno de quienes hoy protestan por lo que dijo el mandatario electo hubiese levantado su voz disidente para criticar al saliente. Ese no puede ser el tono del inmediato futuro político.
Para que el acuerdo nacional que promueve Petro sea una realidad, es imprescindible que Uribe y sus huestes entiendan que perdieron por belicosos y altaneros, y que ahora tienen oportunidad de darle un rumbo diferente a su organización y actividades políticas, sobre todo si aprenden a hacer oposición leal y civilizada.
En su discurso como presidente electo, Petro deslizó la expresión: “Perdonémonos”, que de entrada pone al gobierno próximo en un tono de diálogo que nunca vivimos con Uribe ni con Duque, regímenes autoritarios empeñados en criminalizar la protesta social y la crítica. Pues les llegó la hora de quitarse la venda del odio con la que vivieron mientras fueron gobierno y polarizaron el país. Esperemos que por primera vez obren con sensatez o preparémonos para ver destilar la hiel de la que son capaces.
Adenda. Impresentable terminar el período comprando costosos e inútiles aviones. Eso es este gobierno que se aproxima a su final lánguido.