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El subpresidente Iván Duque y sus secuaces están empanicados porque saben que están en la recta final de estos tortuosos cuatro años de corruptela y presienten que el próximo mandatario no será uno de los suyos. El susto es justificado, tanto porque perderán el botín de lo burocracia y los contratos, como porque si llega otro inquilino con un equipo honorable que deje atrás la orgía de la “Casa Nari” tendrán que responder ante la justicia por lo que hicieron o dejaron de hacer para favorecerse ellos, los suyos y su entorno social y de negocios. Hoy están en los gozosos, pues saben que nadie los tocará porque lamentablemente ni la Fiscalía ni los organismos de control tienen ojos para vigilar ni sancionar a la caterva de buscadores de tesoros que conviven en el régimen más corrompido de la historia.
El resultado era previsible. Conscientes de que se les vienen días aciagos, estos avivatos sinvergüenzas que andan en carros blindados rodeados de ejércitos de escoltas pagados por el erario están aprovechando el cuarto de hora que les queda para terminar de enriquecerse y de acomodar documentos y pruebas para que cuando lleguen otros nadie pueda ver las cenizas ni queden rastros de sus audacias.
La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, quien pontifica en sus tediosas entrevistas sobre la lucha contra la corrupción, sin embargo anda más que enredada usando su poder y sus influencias para que la Capitanía del Puerto de Cartagena le apruebe la viabilidad de una nueva marina de yates, que, en opinión de expertos, destruiría parte del acervo histórico del “Corralito de Piedra”. En efecto, el proyecto conocido como “Heroica Marina Club” significaría además la construcción de atracadores en la Bahía de las Ánimas, al lado del Centro de Convenciones, donde espera atracar un yate adivinen propiedad de quién. Esta gestión coincide con los beneficios en el proyecto de Protección Costera para una empresa en la que tiene intereses el cónyuge de la vicepresidenta, un avezado constructor, que por estos tiempos de gobierno íntimo ha vivido navegando en la bonanza mientras los demás padecen penurias. El veedor cartagenero, Antonio Coquel Tuñón, ha denunciado estos sucesos impresentables, pero no habido quién le pare bolas porque, claro, ello alteraría los planes de una vicepresidenta ambiciosa que predica pero no aplica.
Ese es el talante de este régimen que está por concluir. Por eso lo que revelaron Noticias Uno y Daniel Coronell sobre los jugosos e indelicados contratos de la Universidad Sergio Arboleda —la caja menor del régimen— con el fiscal Barbosa, el exmagistrado Pretel, el excomisionado Ceballos y seguramente con otros consentidos del gobierno, es la punta del iceberg. Allá creen que como se trata de una fundación sin ánimo de lucro, pueden hacer y deshacer con sus bienes, como en efecto ha ocurrido en otros centros universitarios gobernados por años bajo la tiranía de un grupo familiar, en los que se han visto cosas tan aberrantes como rectores que consienten a sus queridas con cuantiosos e inútiles contratos. Tampoco en la educación superior hay quien vigile, porque la ministra es un alfil que sabe de qué lado soplan los vientos favorables para su carrera política.
De la contratitis crónica tampoco se ha escapado el peligroso ministro de Defensa, Diego Molano, quien ha propiciado convenios con sus amigas para ejecutar campañas falsas en redes sociales, como con Alotrópico, entre otros trabajitos.
Han llegado al extremo en este gobierno de darle tratamiento de jefe de Estado a un chisgarabís ecuatoriano de ultraderecha que vino desde Quito a entregar supuestas pruebas contra Santos y Piedad Córdoba, y Duque, experto en cortinas de humo, convirtió esto en acto solemne para perpetrar otra de sus persecuciones, de las muchas que agencia, con la esperanza de que cuando se vaya no quede nadie que pueda criticarlo.
Y a todas estas María Paula Correa —la Maquiavelo—, dueña de Duque y del aire que respiramos, confiada en la ingenuidad colectiva pretende que le creamos su cuento de que le “asaltaron su buena fe” con los contratos multimillonarios que varias entidades oficiales prodigaron a las cónyuges de su mano derecha y del secretario jurídico de la Presidencia. ¡Qué tal! La poderosa asaltante, asaltada.
Adenda. ¿Cuál la fórmula para ponerse a salvo de atracos? ¿Acaso vender todo o vivir en otra ciudad o en el exterior, como pasa en Venezuela?
