Notas de buhardilla

La deuda de Petro

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Ramiro Bejarano Guzmán
10 de septiembre de 2023 - 02:00 a. m.
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Un ilustrado amigo y colega santandereano me expresó desconcierto porque ningún medio de comunicación, incluido El Espectador, hubiera registrado una sola noticia sobre las propuestas del presidente Petro sobre la reforma a la justicia que supuestamente había presentado en su intervención en el Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria realizado en Bucaramanga. Quedé estupefacto y apenado porque siempre me parecerá una grosería poner en marcha una conspiración del silencio al diseño de justicia de Petro.

Los medios a cuentagotas solo registraron dos detalles del discurso del presidente ante la Corte Suprema: el primero, autocalificarse de ingenuo por no haber nombrado una terna de amigos para fiscal general; el segundo, lanzar el fuetazo porque “entre más se castiga el consumo de drogas, más se abrazan los senadores con los narcotraficantes” que, con razón, suscitó el rechazo del presidente del Senado Iván Name.

Me puse en la tarea de transcribir el discurso de Petro, entre otras cosas para rescatar lo que propone para la justicia, porque ni cuando era candidato presidencial propuso algo en concreto. Lo único que entonces sugirió fue la confusa y burocrática solución de multiplicar el número de jueces, la cual nunca ha servido para descongestionar los despachos como no sea para saciar los apetitos clientelistas que también sacuden los cimientos de la estructura judicial.

Pues bien, con esa expectativa empecé a leer el discurso supuestamente ignorado y quedé aún más asombrado. No es fácil comprender por qué Petro, teniendo un magnífico y competente ministro de justicia como Néstor Osuna, en cuya cabeza deambulan inteligentes soluciones para esta justicia colapsada, no ha sido capaz de estructurar un itinerario serio y probable en este tema.

El discurso de marras está plagado de lugares comunes que giran en torno a la idea de que nuestra sociedad es injusta, que es necesario blindar a la justicia del poder del crimen e impedir que sea cooptada por el poder político. Todo cierto, sin duda, pero eso no es una propuesta de reforma sino una quimera de lo que debería ser la justicia, la cual no involucra un solo remedio que pueda ponerse en marcha.

En efecto, la perorata de Petro fue un sancocho de referencias de nombres como el de Álvaro Gómez –de quien Petro erradamente cree que fue el inventor de la fiscalía–, Rousseau, Low Murtra, Jesús A. Bejarano, y quién lo creyera, hasta de Hitler, multicitado en esta ocasión. De todas estas remembranzas naturalmente nada quedó en claro sobre cuál es el futuro del sistema judicial en Colombia en los tres años que restan de gobierno. Los problemas no se arreglan con las pinceladas emotivas sobre la verdad judicial ni con la crítica nada profunda ni documentada sobre el populismo punitivo, con las que habilidosamente Petro adornó su arenga pero que a nadie convenció, empezando por los togados que vieron a un mandatario más interesado en justificar su terna a fiscal general de la nación que en el destino incierto de la justicia.

Desde luego que Petro tiene razón cuando se duele de la precariedad del sistema judicial que no se limita solamente a lo penal ni a las tempestades de una fiscalía presidida por un Fiscal con agenda y pretensiones políticas. La justicia es más que eso. Sería útil que rastreara la asfixiante morosidad en las jurisdicciones civil, laboral y contencioso administrativa.

Es verdad que los medios callaron frente al discurso de Petro cuando era obligado criticar que desaprovechó el primer año de su gobierno para impulsar una reforma seria y profunda a la justicia que satisfaga las necesidades ciudadanas y que imponga controles eficaces a los altos funcionarios. La noticia, pues, debió ser un reclamo al gobierno por no tener ninguna propuesta de solución para los problemas de la justicia que tanto atormentan al mandatario.

Adenda No 1. La ministra de Agricultura debe serenarse, porque su tono soberbio y actitud hostil, como lo dejó ver en una entrevista radial, amenaza la prensa, deslegitima su oficio e imposibilita el tal acuerdo nacional.

Adenda No 2. Hay que leer el libro La costa nostra (Rey Naranjo Editores) de la periodista Laura Ardila Arrieta, que por fin vio la luz. Leyéndolo se desnuda la cobarde complicidad de quienes pretendieron censurar este valioso trabajo.

Adenda No 3. Nunca más “brigadas solidarias ganaderas”.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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Mario(8676)11 de septiembre de 2023 - 02:54 p. m.
Doctor Bejarano, que bueno que usted nos ilustre sobre los archivos del DAS que estan apareciendo de a pocos en el Centro de Memoria. ¿Los desarchivaron? ¡ Hagámos memoria!
Gilberto(54899)11 de septiembre de 2023 - 11:25 a. m.
Guayacán, Suscriptor256813HACE IPOCOS NSTANTES. Que Dios te bendiga y te proteja SIEMPRE, Sr. presidente Petro, pues los enemigos de la Paz Global, de la democracia real y de la misma Madre Naturaleza, son poderosos y crueles.
Gabriel(20409)11 de septiembre de 2023 - 05:31 a. m.
Buena columna, aunque hay que considerar que son muchas reformas y que la de la justicia es importante pero no tanto como la de la salud, educación y laboral. Por otra parte, su comentario respecto a la ministra de agricultura en su entrevista con el inaguantable y prepotente Luis Carlos Vélez, denota que no la oyó completa o no la entendió bien. Ojo, doctor Bejarano.
juan(48079)11 de septiembre de 2023 - 03:58 a. m.
No Profesor Bejarano, no quiero aceptar eso de que la vejez no llega sola, pero en Ud parece que es cierto, que la culpa es de la ministra? Por Dios, el único pecado de ella es haberle dado entrevista a un prepago atravesado, disociador, tergiversador de información, desfigurador de la verdad, sofista y canalla como el solo y su HP* papá; qué quería, verla de rodillas diciendo la verdad ante el presumido pasquinero? No le tenga miedo a declararse ultraderecha profe. *Honorable periodista.
JOSE(4437)11 de septiembre de 2023 - 03:40 a. m.
Ese periodista Vélez es de lo más mediocre , lo único que le ha servido es que hace caso, por eso desde que gobierna la oposición ahí si se destapó. lo peor es que junto al papá se creen los "dioses del periodismo"
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