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La guacherna

Ramiro Bejarano Guzmán

13 de febrero de 2022 - 12:30 a. m.

A falta de carnaval en febrero, a los barranquilleros les reventó el festival de Aida Merlano haciendo público lo que allá todo el mundo sabe y comenta hace años y también disfruta. Ni siquiera los líos amorosos del exalcalde Álex Char le han hecho daño en su aspiración presidencial, imbatible en la Arenosa, porque puede que el hombre no hable y que en ocasiones se le trabe la lengua, pero en faenas íntimas se ganó el respeto de sus paisanos.

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El relato de la Merlano es verosímil porque no fue un cuento para enlodar a todo el mundo excluyéndose ella. La exsenadora, hoy presa en Maracaibo, informó que el exalcalde-amante le llevó $500 millones, último abono de una jugosa suma de $6.000 millones, el día anterior a las elecciones de 2018, para que se destinaran a pagar a los sufragantes, porque también se sabía que en la famosa “Casa Blanca” se compraban votos.

La operación de encubrimiento que desde Barranquilla se puso en ejecución en medios y en redes sociales para tratar de justificar lo injustificable puede que localmente les haya funcionado a los Char y a los Gerlein, pero difícil cantar victoria.

Alguien cercano a la poderosa casa Char desmintió las escandalosas revelaciones de la Merlano, atribuyéndolas a una maniobra politiquera en plena campaña electoral. Tacaron burro porque aun si el demonio de la politiquería estuviese detrás de lo que se conoció, eso no exonera a nadie. Menos aún, cuando estos mismos agentes de Álex afirman que desde 2019 reposan en la Fiscalía las pruebas aportadas por la excongresista. Si eso es así, entonces la Merlano no faltó a la verdad al acusar a todo el entramado del poder barranquillero en el que también militan los Gerlein y los Nule, sino que la Fiscalía no ha hecho nada en tres años. Sería bueno que Barbosa, el fiscal del Gobierno y sus aliados, explicara tan extraña omisión en vez de expedir confusas directivas dizque para reglamentar sospechosamente la tarea de investigar delitos electorales, dentro de las cuales no incluyó ninguna para que se investigue la “cláusula Petro”, denuncia que el uribismo descalificó pasando por encima de la Constitución, la ley, las buenas costumbres y el artículo 390 del Código Penal (corrupción de sufragante), el cual prevé que quien “celebre contrato (...) con el propósito de sufragar por un determinado candidato, partido o corriente política, o para que lo haga en blanco o se abstenga de hacerlo, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años y multa”.

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Tuvo que declarar la Merlano en la Corte Suprema, para que sus gravísimas sindicaciones tuvieran eco y los salpicados se sintieran en el deber de intentar dar explicaciones, nada convincentes. Char puso la cara a medias porque pidió perdón por su aventura amorosa, para que el fraude electoral se redujera a un viejo problema de alcoba. Allí fue todavía más calculadoramente escueto, pues pretendió convencer al país de que no es creíble el cargo en su contra de haberle entregado tanto dinero a la Merlano, porque entonces era alcalde y por ser ella conservadora y él influyente miembro de Cambio Radical. Francamente eso es creer bobos al resto de los mortales.

Los barranquilleros se burlan de estas coartadas, porque las gentes buenas de allá saben que entre todos los políticos se ayudan, sin distingos de colores partidistas, pues de lo que se trata es llegar al Congreso y comportarse como una banda. Eso ha quedado en evidencia en estos días, cuando voceros de distintos partidos se han entregado presurosos a respaldar a su paisano Álex, porque a quien no se sume a la causa lo desaparecen.

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En Barranquilla y en la costa Caribe dan por hecho que el “macho” Álex, a pesar de todo, ganará la consulta porque su clientela —incluidos sus cómplices colegas de la Coalición de la Experiencia— no se estremece con la compra de votos, menos con pasajeras y merecidas infidelidades perdonadas en público por la distinguida y “sacrificada” cónyuge, que pusieron a defender al seductor donjuán alcalde de la cachucha. Aquí puede pasar de todo, pero que no se equivoquen porque detrás de ese telón quedó claro que la Merlano no fue la única que corrompió el sistema electoral en toda la Costa. Veremos si la Fiscalía se atreve.

Adenda. Insólito que el director de la DIAN, Lisandro Manuel Junco, siga en el cargo a pesar de que de nuevo resultó involucrado en otro escándalo por ligerezas éticas, por decir lo menos.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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