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La muerte de “Santrich”

Ramiro Bejarano Guzmán

28 de abril de 2018 - 10:00 p. m.

Estamos tan habituados a la muerte que nadie parece estremecerse con la inminente desaparición de alias Jesús Santrich, ni siquiera por las graves consecuencias políticas y de seguridad que naturalmente este hecho generará. No es extraño que eso suceda en un país donde un expresidente y senador reproduce en Twitter el mensaje de un tercero celebrando el asesinato en extrañas circunstancias de un testigo del que curiosamente faltaba por tomarle un dictado grafológico para ratificar que una carta supuestamente suya es apócrifa.

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Santrich va a morir muy pronto, porque es evidente que tomó la decisión de suicidarse antes que la de enfrentar el carcelazo que le espera en una prisión gringa. Eso parece irreversible. Como también lo es que el proceso de paz, en el que tantas esperanzas teníamos quienes votamos por el Sí, ha quedado hecho polvo inclusive desde antes de que Duque y su tenebrosa banda de uribistas regrese a la “Casa de Nari” para facturar sus cuentas de odio y persecuciones, también cantadas.

Por supuesto que nadie sensato puede sostener que si un exguerrillero delinque no sea llamado a los estrados judiciales y sancionado. Ese no es el epicentro de la inquietud, sino el hecho de que haya gente que se alegre de que Santrich esté sindicado de cometer un delito porque detrás de él otros exguerrilleros irán a la cárcel y, entonces, de lo que pasó en La Habana ya no quedará ni el recuerdo, mientras los medios y amigos columnistas del fiscal Martínez lo siguen sacando en hombros. El retiro de alias Iván Marquez al Caquetá y su negativa a posesionarse como congresista, exponiéndose a la consecuente pérdida de investidura, aunque disfrazada de motivaciones políticas, no es otra cosa que una medida para evitar su detención, la cual no le disgusta a Iván Duque. El candidato que se dice y se desdice, y no es capaz de opinar en contra de lo que manda su patrón, no ha caído en la cuenta de que si encarcelan a toda la cúpula de las Farc, el que quedará hecho trizas es su programa de gobierno, porque entonces no tendrá que llegar a destruir lo que ya estará destruido.

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Ya veo la cara de felicidad de quienes quieren que las Farc regresen a sus acciones criminales, que los hay y además furiosos, porque reanudada la guerra no tendrían nada que perder. Eso es innegable, como también que muchos heliotropos de la decadente dirigencia nacional están ansiosos porque eso ocurra. La mezquindad de ciertos personajillos ha quedado retratada en el libro de Vicky Dávila sobre Santos, pues salvo la valerosa Piedad Córdoba y Cristo, a la mayoría de los entrevistados se les notó que lo que los ofende no es que Santos no haya encarcelado a los jefes de las Farc antes de ir al Congreso, sino que ganara el Nobel. Se retuercen de la envidia porque a partir del 7 de agosto a lo mejor a Juan Manuel le importe un pito oficiar de expresidente, porque andará mostrándose por el mundo, como le gusta, dictando conferencias muy bien pagadas. Las fatigantes declaraciones de la extensa Marta Lucía Ramírez; los crípticos análisis del traidor, chismoso y oportunista Juan Carlos Pinzón (ver páginas 198 a 210); las obviedades de Andrés Pastrana, o las babosadas del títere de Uribe, solo dejan ver los escombros de sus precarias condiciones humanas.

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Lo que se avecina, pues, es incierto, por vaticinar lo menos. La guerra, que creíamos superada, está a la vuelta de la esquina, con Timochenko sin autoridad frente a unas Farc divididas y con una disidencia armada, más el Eln sin confianza para continuar con las conversaciones de paz.

Adenda No 1. Irresponsable y torpe el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas. En su desastrosa administración estalló el escándalo de la corrupción en el manejo de gastos reservados que condujo al cierre de toda una unidad de inteligencia militar, y el de las interceptaciones a José Miguel Vivanco, el director de Human Rights Watch, denunciadas por la revista Semana. El ministro pretende enmendar la plana con leguleyadas y exigiéndole a Vivanco que le pida excusas porque se supo que alguien desde las fuerzas armadas lo “chuzó”.

Adenda No 2. Extraordinaria la obra de teatro El crimen del siglo, basada en la novela del mismo nombre de Miguel Torres. Felicitaciones a todos.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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