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La uruguaya

Ramiro Bejarano Guzmán

28 de agosto de 2022 - 12:30 a. m.

El inefable Néstor Humberto Martínez (NHM) abrió fuego contra dos extranjeros nacionalizados colombianos, César Ferrari y Laura Gil, designados director de Planeación y vicecanciller, respectivamente. El exfiscal se preguntó cuál habría sido la poderosa razón para nombrar en tan importantes responsabilidades a un peruano y a una uruguaya.

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El “taponazo”, como NHM llama la parte final de su columna, en últimas le cayó solo a Laura Gil, porque ella sí se pudo posesionar dado que respecto del cargo a ocupar no existe inhabilidad por su doble nacionalidad.

Es racista estigmatizar a alguien por su origen y en particular a Laura Gil como “uruguaya”, no solo porque Colombia le confirió la nacionalidad desde noviembre de 2005, sino porque ella vive y trabaja aquí desde 1993. Un flechazo amoroso en Puerto Príncipe con quien hoy es su esposo, un colombiano laborioso y distinguido, la trajo a estas tierras para siempre. Laura aquí se ha destacado como investigadora y docente, así la conocí y traté siendo aventajada profesora de la Facultad de Relaciones Internacionales en el Externado. Su desempeño en medios no necesita comentario, porque la opinión pública la ha leído y comprendido durante años.

La crítica de Martínez contra Gil por “uruguaya” muestra su talante xenófobo y es una advertencia malintencionada e infundada. Con esa óptica tan torcida, los colombianos no podríamos sentirnos orgullosos de que varios de nuestros compatriotas sean nombrados en otras democracias del planeta. Para no ir muy lejos, está el nombre de Juan González, alto consejero del presidente Biden, o Diana Trujillo, la exitosa colombiana que brilla en la NASA.

Pero el dardo envenenado contra la “uruguaya” Gil no se ha disparado de manera gratuita y menos desprevenida. En las tempestuosas épocas de la Fiscalía de Martínez Neira, a la hoy vicecanciller se le ocurrió escribir una columna en El Tiempo titulada “El fiscal” (https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/laura-gil/el-fiscal-columna-de-laura-gil-295810), en la que hizo severas y fundadas glosas a su labor como director del ente investigador, fundamentalmente por los pobres resultados en la investigación del caso Odebrecht, artículo que cerró exhortándolo a dimitir. Fue la única columnista de ese diario que se atrevió a cuestionar al poderoso funcionario. Esa audacia coincidió con la clausura de su columna en ese periódico, lo cual es muy difícil y casi imposible no relacionar con una represalia.

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En efecto, dos semanas después de publicada la columna de marras Laura fue notificada de que por “reorganización” de la página editorial no iban más sus colaboraciones. Ese retiro intempestivo contra la única opinadora que encontró oportuno tocar el asunto de Odebrecht fue precisamente a la que le cortaron sus contribuciones. En El Tiempo seguramente dirán que todo fue una coincidencia, pero a muchos nos quedó el sabor de que se trató de un ajuste de cuentas que, si no fue sugerido por NHM, sí fue decretado para mostrarle la solidaridad y el respaldo del diario a cuya junta directiva había pertenecido el otrora fiscal, quien además ha sido y es asesor jurídico de Luis Carlos Sarmiento, el empresario propietario del diario. A propósito de coincidencias, en la novela Del agua al desierto, su autor, el escritor Azriel Bibliowicz, con mucho ingenio y humor llamó Néstor Humberto a uno de los personajes, precisamente a un abogado marrullero defensor de ricos y experto en pisotear a indígenas y pobres.

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Olvidaba mencionar que NHM nunca refutó la nota de la columnista que lo expuso ante el país en las páginas del medio de comunicación donde nadie más se asomó a relacionarlo con Odebrecht y mucho menos a pedir su renuncia.

Resultó, pues, más que desafortunado el “taponazo” de tinte fascista con el que NHM pasó una tardía cuenta de cobro a Laura Gil, una colombiana a la que lo único que le queda de uruguaya es su inconfundible y agradable acento de cuna.

Adenda No. 1. Colombia no puede desaprovechar el cuarto de hora de las ostensibles señales amables que el gobierno americano está enviando a Petro. Ojo con desandar y estropear el camino a propósito de pretender imponer una extradición que solo sirva a nuestros intereses.

Adenda No. 2. Lo que es inaceptable no es que se prohíba bombardear lugares a sabiendas de que allí hay menores, sino que haya quienes se indignen por esa elemental y humanitaria decisión.

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Adenda No. 3. Lo único que no desentona de la ministra de Minas son sus tenis.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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