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POR AZAR LLEGUÉ A BUENOS AIRES unas horas después de conocerse la intempestiva muerte de Néstor Kirchner. No había nadie en las calles, todo estaba cerrado, porque ese día coincidió con el censo realizado en todo el país.
El culto funerario-político de los argentinos, esta vez también se hizo presente, con menos deudos que cuando murieron Evita en el 52, o el general Perón en el 74, pero con más medios, porque aun hoy, 72 horas después del fallecimiento del ex mandatario, siguen transmitiendo en vivo y en directo la velación. Los amigos del Gobierno aplauden los excesos mediáticos que creen merecidos por tratarse del ex presidente que seguía gobernando en cuerpo ajeno, mientras que los opositores aseguran que lo que se montó fue un reality para honrar a quien ya no era, al menos formalmente, el conductor de la nación.
Por la Casa Rosada desfilaron miles de los aguerridos partidarios del justicialismo, que por supuesto encontraron en este funeral ocasión propicia para llevar a cabo un acto político de despedida a Kirchner y de respaldo a Cristina. El peronismo tiene miedo de que desaparecido Néstor, igual suerte corra la dinastía que él quiso imponerles a sus compatriotas, del mismo modo que ocurrió con Isabel, la sucesora y viuda de Perón, cuyo desastroso gobierno abrió las puertas a la oprobiosa dictadura militar que le cambió el rumbo a la historia gaucha.
Pero no sólo se volcaron mujeres y hombres humildes a darle el adiós al irascible líder, sino además toda Latinoamérica, representada en varios jefes de Estado. La televisión destacó la presencia de Juan Manuel Santos, uno de los primeros mandatarios en llegar al sepelio con su comitiva. No fue el único colombiano, por allí también pasó una mujer de color que llegó con un vistoso turbante, recibida con emocionado abrazo por la viuda y el primogénito del fallecido ex mandatario, que muy pocos supimos que se trataba de la enhiesta Piedad Córdoba, cuyo prestigio sin duda ya es continental.
Mientras los seguidores desfilaban ante el féretro, los miles de malquerientes de Kirchner no se cruzaron de brazos. Por ejemplo, un conocido abogado que ha liderado muchas de las causas criminales que acosan al ex presidente y su familia, en pequeños círculos le oí comentar su preocupación por el futuro de la Argentina porque “no hay nada peor que una banda sin jefe”.
Otro de los perseguidos por la poderosa familia de Kirchner, a los cuatro vientos pregonaba las que considera verdades del libro El Dueño, escrito por un agudo periodista, Luis Majul, en el que reveló la compleja trama de corrupción y enriquecimiento ilícito de Néstor y Cristina, quienes a pesar de haber sido denunciados ante las autoridades, nadie se ha atrevido a tocarlos. El escandaloso libro no se consigue en ninguna librería, como tuve oportunidad de intentarlo, hasta que un librero locuaz advertido de que hablaba con un extranjero sentenció: “Vos me crees tan boludo de ponerme a vender ese libro precisamente hoy”. Luego por Google me quedó claro que ha salido de circulación vetado por el régimen, por lo que tuve que recurrir a las fotocopias que me dio otro amigo, que ahora mismo estoy devorando silenciosamente.
Tal vez porque las gentes temen las represalias oficiales, por estos días de duelo nacional muchos de quienes se consideran perseguidos han puesto a circular clandestinamente el demoledor artículo que hace un par de meses escribió Vargas Llosa, en El País de España, sobre las indelicadezas que, según el Nobel, llenaron las alforjas de los Kirchner mientras han ejercido el poder, porque como lo dijo un articulista de El Clarín, Néstor “era un presidente que andaba con plata en el bolsillo”.
Adenda. Me estremece la noticia de la muerte trágica de mi amigo Fernando Garavito. Y me entristece saber que hoy muy pocos recuerden que su obligado y penoso exilio se debió a la intolerancia de Álvaro Uribe y su gobierno.
