Peligroso rumbo está tomando la investigación por los sobornos de Odebrecht. La estrategia de tratar como sindicado a cuanta persona sea mencionada por un testigo, por alguno de los que ya están presos o cuyo nombre aparezca en un anónimo o en cualquier papel, conduce más a la injusticia que a la justicia. Tal parece que el fiscal entiende que la imparcialidad es encarcelar a uno de cada bando, en vez de encontrar a los culpables.
A pesar de la avalancha informativa y de los extensos comunicados de prensa del fiscal Martínez, lo único que sabemos es que Odebrecht vino a Colombia a corromper y lo consiguió, pero no a quiénes, en qué cuantías y para qué específica situación. Por ejemplo, ¿dónde están los abogados tramposos e intrigantes de los que se ha valido Odebrechet? Todo el mundo sabe quiénes son, menos la Fiscalía. El fiscal fue a Brasil a reunirse con su homólogo y esta semana admitió que no ha recibido aún pruebas de ese país.
Que no se repita la experiencia de Valdivieso cuando en sus épocas de fiscal mediatizó y politizó todo lo que tenía que ver con el proceso 8.000, y por ese camino quedaron más dudas. Recuérdese que Valdivieso —un improvisado penalista que quería ser presidente—, el mismo día que renunció a su cargo como fiscal, aceptó ser candidato de un partido del que eran cercanos Néstor Humberto Martínez, Rafael Pardo y otros que aún hoy tienen protagonismo político. El resultado no pudo ser peor: la candidatura de Valdivieso naufragó con su primer y único discurso de lanzamiento, porque la gente no es boba y sabe que si bien se puede improvisar un fiscal, no es lo mismo ni es tan fácil con un presidente.
Y para acabar de empeorar las cosas, el fogoso y brillante senador Jorge Enrique Robledo no ha dado su brazo a torcer con su reclamo acerca de que Néstor Humberto está impedido para ser fiscal en todo lo que tenga que ver con Odebrecht, lo cual este ha negado. Avanzando los días, esta duda mortal se ve más confusa en vez de despejarse. En efecto, Robledo insiste en que el vástago del fiscal rindió un concepto relacionado con el contrato de Navelena y exhibe en cada ocasión un documento con el logotipo de su antigua oficina de abogados, pero Néstor Humberto lo desmiente apoyándose en el dicho de un testigo que en Blu Radio declaró lo contrario. En otras palabras, hay dos medios de prueba enfrentados sobre este espinoso asunto.
A Néstor Humberto, cuando habla de este tema, se le nota el fastidio, y no es para menos. Su defensa fundada en que un testigo desmiente el documento ofrece inquietudes, y eso no le conviene a nadie. Este supuesto impedimento del fiscal no puede seguir sin resolverse, y por eso alguien que no esté involucrado en la discusión debería pronunciarse de una vez por todas.
Como lo prevé la ley, si ni fiscal ni Robledo logran ponerle punto final a este enredo, el llamado a decir la última palabra tiene que ser el procurador, y ojalá uno ad hoc, para que el problema no contamine otros entes de control que están también muy activos en todo este gigantesco caso de la multinacional del soborno. Pero que decida alguien.
Y si fiscal-Robledo la tienen dura, el Gobierno tampoco la tiene fácil, porque hoy es el gran damnificado. La pesada acusación de que a través de una compañía de publicidad se pagaron gastos de la campaña de Santos requiere de decisiones urgentes, porque la situación de inestabilidad y crisis que ya se siente puede desembocar en una catástrofe institucional. Una cosa es que al “aplazado” Óscar Iván Zuluaga le haya resultado sencillo suspender sus aspiraciones presidenciales, y otra bien diferente y riesgosa la situación en la Casa de Nariño. En el Centro Democrático tienen por deporte convertir en aspirantes presidenciales a personas a las que les falta mucho pelo para el moño, como Iván Duque, María del Rosario Guerra y hasta el propio Zuluaga, pero poner en entredicho la legitimidad presidencial por cuenta de un proceso que se ve tortuoso e incierto es una aventura, por decir lo menos.
Adenda. Tiene razón el procurador Carrillo. Funcionario que quiera hacer política, que renuncie.
notasdebuhardilla@hotmail.com