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En diciembre último participé con mi familia de una caminata contra el secuestro, por cierto lánguida, porque no asistimos más de 200 personas. En esa ocasión no se hizo presente un solo miembro del Gobierno nacional, tampoco del distrital, y salvo una senadora oportunista que faltando cinco cuadras para llegar a la Plaza de Bolívar se coló en primera línea donde pudiera ser filmada por los noticieros y entrevistada, no hubo nadie más de la coalición uribista.
Con ese antecedente, celebré la convocatoria a una nueva jornada de protesta contra el secuestro y las Farc, y por eso mi inicial reacción fue la de estar dispuesto a sumarme a ella, antes de que se desatara la cascada del oportunismo político en el que quedó convertida la tal marcha, que le ha servido inclusive al vocero de un partido de oposición que anda cuidando sus notarías en el Gobierno, para hacer más méritos y asegurar sus cuoticas burocráticas.
No dudo de que los colombianos deberíamos protestar no uno sino todos los días, contra las Farc, el Eln, los paramilitares y el secuestro. Para ello no se necesita ser uribista como lo sugieren algunos, entre otras yerbas del pantano, el cada vez más provocador Ministro de Agricultura, y también José Obdulio, quien en “Hora 20” soltó la sandez de que la marcha es obra de la seguridad democrática. Esas actitudes odiosas y además mentirosas, son las causantes de que la marcha haya generado más desencuentros que coincidencias.
Me resulta preocupante que los organizadores de este encuentro sólo hayan tenido miradas de repudio contra las Farc, y no frente a los elenos o a los paramilitares. Terrible omisión, además imperdonable, porque con esa actitud se teje el mensaje equivocado de que los únicos malos son los de las Farc, cuando los otros son igualmente asesinos y enemigos de Colombia.
Hoy no se conoce todavía un rechazo franco y vertical de los promotores del evento, a la invitación de Mancuso a la marcha. Si los señores de Facebook que se inventaron esta caminata –al parecer de la mano o con el previo visto bueno de voceros reconocidos de la ultraderecha–, no se sienten incómodos marchando por sugerencia del jefe de una organización criminal que también asesinó y secuestró, en verdad tienen un problema severo.
Ignoro si personalmente el presidente Uribe va a marchar o no. De todas maneras lo hará a través de sus ministros y de muchos medios de comunicación que subliminalmente venderán la idea de que los ríos de gentes que saldrán a las calles respaldan unánimemente su gobierno y hacen señas a la segunda reelección. Siendo eso así, me pregunto, ¿cómo es posible que un mandatario que según las encuestas registra un 81% de popularidad, no haya conseguido que ni siquiera una marcha contra las Farc una a los colombianos? La respuesta es obvia, el presidente Uribe tiene las mayorías pero no encarna la unidad nacional.
No es gratuito, por supuesto, que eso le esté ocurriendo al jefe de Estado más popular de la historia. Muchas cosas desagradables han pasado estos seis años de régimen de la seguridad democrática y tantas otras están sucediendo recientemente, las cuales han quedado en la retina y en la memoria de muchos, que independientemente de que sumen puntos a favor de Uribe en las encuestas, sin embargo no son capaces de identificarlo como el líder natural de una nación en guerra.
Es extraño, pero lo mismo le sucedió con el referendo de su primer cuatrienio, que tampoco alcanzó los votos necesarios. ¡Por algo será!
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Adenda.- Los concejales de Bogotá que con su voto ayuden a elegir a Rojas Birry como Personero, podrían quedar expuestos a la destitución decretada por la Procuraduría, por incurrir en la falta gravísima de nombrar a una persona inhabilitada para ejercer funciones públicas. ¿No tendrán otro candidato que no los enrede?
notasdebuhardilla@hotmail.com
