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Mostraron el cobre

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Ramiro Bejarano Guzmán
09 de mayo de 2015 - 08:48 p. m.
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SE LE FUERON LAS LUCES A LA AMPULOSA Comisión Interinstitucional (CI) de la Rama Judicial con el torpedo que dispararon al Gobierno y al Congreso para que se archive el proyecto de equilibrio de poderes. Miedo y desilusión produce leer esas 18 páginas firmadas por los rectores de la administración de justicia.

Lo que no dijeron los encumbrados señores de la CI es que el verdadero problema que le ven a la reforma es que por primera vez los ciudadanos podrían acceder a un mecanismo judicial idóneo para juzgar esa tribu de intocables que están dispuestos a todo, con tal de que no les rompan las sofisticadas cadenas de la corruptela que alimentan diariamente.
 
Los argumentos en que se sustenta la petición de archivo del proyecto de acto legislativo y el pedido de que se convoque una constituyente limitada a la justicia son pobres. Sugerir que la reforma convertirá al presidente de la República en emperador es una afirmación mendaz. De lo que se están doliendo es de no poder seguir manipulando ciertas elecciones de altos funcionarios.
 
 Lo mismo puede decirse de la crítica al nuevo modelo de designación de conjueces, más democrático, que acaba con el dedazo que les permite a los magistrados designar a su estrecho círculo de amistades. Parece que en las altas cortes a nadie le preocupara ese foco de corrupción que cocinan algunos conjueces, que junto con el cartel de exmagistrados ejercen como abogados pero desde adentro de los despachos donde ofician como jueces ocasionales. Y eso tan grave lo vemos todos, menos la CI.
 
Tampoco es cierto que se haya privado al Congreso de su facultad de intervenir para definir la responsabilidad de altos funcionarios y que eso implique sustituir la Constitución. Según ese planteamiento inmoral, los colombianos no podremos jamás pensar en otra forma de investigar y juzgar a los magistrados, porque la Constitución del 91, que en mala hora los privilegió, no puede ser modificada. Vaya democracia tan extraña.
 
Pero lo que más sorprende es el talante leguleyo de la retadora misiva de la CI, al sindicar a varios parlamentarios de estar impedidos para participar en las votaciones, entre otras precarias razones porque habrían participado en la redacción de las normas que luego votaron dizque estando inhabilitados, cuando no lo estaban en ese instante. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, pues son los magistrados quienes están impedidos para exigir que se hunda una reforma que sacudirá sus odiosos privilegios.
 
Y para completar, el sello de la hipocresía. Ahora resulta que a la CI le preocupa la justicia del posconflicto, por primera vez desde cuando se inició el proceso de paz. Apenas hoy se les ocurrió pensar en una nueva justicia para la paz, que ellos no pueden concebir sin su presencia, porque se creen con el derecho divino de ser infalibles e intocables.
 
El abuso de un presidente de alta corte comprometiéndola en la aventura de la amenaza de una constituyente, cuando sus colegas no habían sido consultados y por eso lo desmintieron, confirma que la crisis no es pasajera. Por fortuna el aquilatado vicepresidente de la Corte, Fernando Giraldo, rectificó el esperpento. Pero el desautorizado ni renuncia a la presidencia ni pide excusas. Y si lo mismo sucedió en el Consejo de Estado y en el Consejo de la Judicatura, como todo lo indica, ojalá también desautoricen a quienes hayan abusado de sus investiduras.
 
Cada cosa que pasa en la justicia es peor que la anterior, por eso vengo proponiendo que se revoquen todos los magistrados, incluidos los decentes, que los hay pero prisioneros del sistema corrompido. Por lo pronto, lo único que no puede ocurrir es que el presidente y el Congreso sucumban ante la atrevida propuesta de esta CI que le falló al país.
 
 Adenda. Solamente al partido de la U dirigido por Roy Barreras se le podía ocurrir el desafío de avalar la candidatura para la alcaldía de Cali al traidor, indoctrinario, clientelista y corrupto Angelino Garzón.
 
notasdebuhardilla@hotmail.com
 

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