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Definitivamente Uribe y su séquito ruidoso de intolerantes nos creen bobos al resto de los mortales.
Ahora ante la avalancha que se les viene encima con el plebiscito en el que serán sepultadas sus bravuconadas contra el proceso de paz y la reconciliación nacional, a Uribe le dio por hacer una exigencia imposible como condición para sumarse a la paz.
En efecto, el senador Uribe salió a reclamar a Gobierno y guerrilla que den marcha atrás y regresen a discutir de nuevo los temas relacionados con la intervención en política y el encarcelamiento de guerrilleros, como condición sine qua non para que quienes llevan tres años y medio maldiciendo contra todo lo que pase en La Habana intervengan por fin en las discusiones por la paz.
La propuesta es tan oportunista como abusiva. Ni aun cuando Gobierno y Farc aceptaran devolverse para rediscutir tales temas con la participación del uribismo, el jefe único de esa colectividad de iracundos jamás estaría dispuesto a negociar nada para llegar a la paz. El discurso del Centro Demoníaco no conjuga un solo verbo con la paz y en cambio todos con la guerra, por eso se ha opuesto a lo de La Habana de manera visceral y ciega.
Si el Gobierno y las Farc aceptasen reabrir las discusiones en esos temas para que por fin llegue el uribismo, el propósito de éste no sería llegar a un acuerdo, sino todo lo contrario, levantarse de la mesa y dar un portazo, en lo que son expertos ante la carencia de argumentos. Entonces le venderían al país la mentira atroz de que hicieron esfuerzos por la paz pero que les resultó imposible entregarles al narcotráfico y al terrorismo el país, como lo han venido pregonando en forma irresponsable.
Y hay además un gran fraude en esa propuesta de reabrir las discusiones en La Habana sólo sobre dos puntos de los muchos que ya se han discutido y acordado. Parecería que el uribismo solamente tendría reparos a la intervención en política y el encarcelamiento de los guerrilleros, y que estaría de acuerdo con todos los demás aspectos ya conciliados. ¡Falso! Lo que en el fondo busca esta estrategia sucia y desleal de reabrir parcialmente las discusiones es ocultar que el Centro Demoníaco en verdad desaprueba aspectos neurálgicos de los Acuerdos de La Habana como, por ejemplo, lo relacionado con el tema de tierras. Así como se opusieron a la expedición de la ley de tierras y víctimas, tampoco les gusta que el Estado haya aceptado en La Habana revisar el diseño de una política agraria que traiga paz, prosperidad e igualdad en el campo. Pero claro, el uribismo disfraza su malquerencia generalizada pidiendo que los dejen intervenir en la discusión de dos punticos, cuando en verdad van por acabar con todo.
Naturalmente, estas ofertas de querer sumarse tardía y retroactivamente a La Habana, en buena medida se deben a la tozuda postura de Santos de invitar a Uribe a que se sume a la paz, a pesar de las múltiples groserías con las que el senador y su grupo político han respondido su invitación. No, presidente Santos, no insista en querer que en la foto de la paz estén Uribe y los suyos. El tren de la paz ya arrancó y su próxima parada será el plebiscito, al que con razón le teme ese grupo hirsuto que con el procurador Ordóñez se han opuesto a todo en La Habana, porque están conscientes de que el pueblo sepultará en las urnas sus insensatos gritos de guerra, muerte y violencia.
La suerte de una Nación no puede depender del parecer de una sola persona que ha dedicado su vida a la guerra y a la intolerancia. Que se queden él y sus “camisas negras” del lado equivocado de la historia, mientras el resto de compatriotas votamos por el Si en el plebiscito. La paz no solamente puede hacerse sin ellos, sino a pesar de ellos. Que el Gobierno no le dé más vueltas al asunto ni que se humille más ante Uribe y su banda.
Adenda. Qué bueno que la Corte Constitucional ya le cerró el camino a ese referendo retardatario y odioso que pretende prohibir a las parejas del mismo sexo el derecho a adoptar.
notasdebuhardilla@hotmail.com
