Si algo había funcionado bien era el Archivo General de la Nación (AGN), pero en el Gobierno del cambio aquí también todo se marchitó, pues lo que allí está ocurriendo amenaza ruina y exige tomar medidas para que esa importante institución siga ejerciendo sus funciones en beneficio de los colombianos.
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Durante una veintena de años los investigadores colombianos y de otras latitudes del planeta pudieron acudir al AGN a leer el 90 % de los documentos archivados en la sección de la Colonia, y cerca del 20 % de los documentos relacionados con la sección República. Esos quijotes y soñadores revisaban con paciencia montañas de documentos en esas bodegas gélidas para luego ayudarnos a comprenderlos con artículos, conferencias, libros o clases en centros académicos.
En esos años de tranquilo desenvolvimiento del AGN esa comunidad de profesores y expertos en la reconstrucción de los hechos fueron los asiduos visitantes de ese hermoso edificio, construido por Rogelio Salmona, que alberga los más importantes documentos de nuestra nacionalidad. Entonces eran tratados con respeto por el personal de ese AGN y podían desenvolverse con facilidad en el examen de los archivos, e inclusive gozar del uso de un carnet que les permitía ser acogidos en las instalaciones del AGN.
De pronto lo que fue motivo de orgullo se convirtió en un escenario de enconadas disputas propiciadas por las nuevas administraciones del AGN, fundamentalmente las últimas, sin exonerar a otros directores del gobierno de Duque, que promovieron el desorden en donde reinaba la cordialidad y el disfrute pacífico de esas joyas almacenadas. En efecto, el AGN se convirtió en una entidad agresiva que volvió imposible para los investigadores y usuarios la ejecución de consultas y la lectura de los documentos.
La exdirectora del Archivo, Ivonne Suárez Pinzón, prestó muy poca atención a una muy seria comunicación que el 11 de julio de 2023 le remitieron importantes historiadores, pidiendo restablecer la infraestructura del AGN Jorge Palacios Preciado, cuya eficacia funcionó por años. Estos corresponsales son los usuarios frecuentes de Archidoc, que consiste en una plataforma que facilitaba la consulta de miles de fuentes primarias digitalizadas a historiadores y estudiantes de todos los niveles, tanto presencial como virtualmente desde cualquier parte del mundo. Antes de que llegara el Gobierno del cambio esa plataforma funcionaba, pero a partir de 2022 se deterioró al extremo de que los interesados vieron frustrados sus esfuerzos de acceder a la información que tenían a la mano. La administración del AGN no negó que estuviere creciendo un problema en el acceso a la plataforma Archidoc, sino que pretendió justificar el desastre alegando que esas dificultades eran pasajeras porque se trataba de terminar un proceso de migración a una nueva plataforma denominada Tesoros Documentales, lo cual resultó una excusa mentirosa. Nada se ha solucionado, pues el tránsito de papeles no facilitó la consulta; por el contrario, la dificultó. Hoy la lectura digital es casi imposible en cualquiera de las dos plataformas, sea Archidoc o Tesoros Documentales. Lo que está ocurriendo en el AGN es algo similar a los que sucedería en una biblioteca pública si sus usuarios no pudieran leer sus libros, o si los museos no pudieran ser visitados.
Nadie ofrece soluciones, lo cual incluye a su actual director, Francisco Flórez Bolívar, quien no obstante ufanarse de ser historiador afrodescendiente, parece no entender el papel ni la trascendencia del AGN.
Es hora de que el Gobierno rescate el AGN del declive al que se le ha sometido en desmedro de la ciudadanía y de esa comunidad culta de historiadores que lucha en silencio por desenterrar la historia que pide a gritos ser desempolvada, porque como bien lo recordaron varios investigadores, “poder historizarnos es una condición del poder pensarnos”.
Los organismos de control tienen que poner sus ojos en el AGN, porque de no hacerlo ya, serán cómplices para siempre de una tragedia mayúscula.
Adenda No 1. Los promotores del proyecto de ley para reducir salarios de congresistas tienen una oportunidad magnífica de confirmar su generosidad renunciando ellos mismos a los regalos estatales del reembolso de gastos de campaña y reposición de votos, o al menos devolviendo lo recibido.
Adenda No 2. Nada le saldrá bien a Petro con la Venezuela de Maduro mientras sostenga sus vacilaciones y no caiga el gelatinoso Canciller Murillo.
