Produce angustia lo que está pasando en este Gobierno, tanto por como Petro está haciendo las cosas como por lo que no está ejecutando.
Indigna también que, con ocasión de mis opiniones criticando este Gobierno, unos malquerientes pretendan ubicarme del lado del uribismo con el que siempre he estado distanciado, como también de sus peligrosos y desalmados correligionarios de cuyas persecuciones sigo siendo víctima.
Que nadie se llame a engaño. Quienes nos enfrentamos a los gobiernos mentirosos y perseguidores de Uribe y de Duque —auxiliado con la mano siniestra y malvada del exfiscal Barbosa— no hemos cambiado de ideología por cuenta de lo que ahora pensemos del cuatrienio de Petro. Cada loro en su estaca.
Con el uribismo no hay nada que pueda aproximar ni reconciliar, pues, salvo contadas excepciones, allá la regla general es que no hay con quien, porque el denominador común es el de que todos son perversos, resentidos y capaces de todo lo malo. Por eso no les importó recibir como héroes a los jefes paramilitares en el Congreso durante la seguridad democrática, ni haberlos traicionado después extraditándolos a los Estados Unidos, como lo confirmó esta semana Mancuso. Menos les estremecieron las 6.402 ejecuciones de los falsos positivos, tampoco que luego de terminados sus gobiernos haya un crecido número de funcionarios que terminaron condenados penalmente, como nunca antes, porque está patentado que trabajar para o con Uribe da cárcel.
Por todo eso enfurece que Petro esté liderando un régimen corrompido e inepto, cuando tenía todas las condiciones políticas para gobernar bien y pasar a la historia.
Pero, además, son cínicos, porque como dijo Oscar Wilde, “conocen el precio de todo y el valor de nada”. En efecto, luego de que el Gobierno ha vilipendiado a la Comisión Séptima del Senado y de que inclusive Petro acusara a los congresistas de vendidos y de conformar la banda de Ali Baba, el Gobierno todavía acaricia la ilusión de que un recurso de apelación de última hora ante la plenaria del Senado les salve la reforma laboral. Solo falta que esos senadores sin carácter ni dignidad, o codiciosos, ignoren los insultos y difamaciones a que los han sometido y rescaten la reforma laboral.
¿Para qué querrán revivir en la plenaria del Senado el articulado de la reforma laboral? Si ya el ministro del Trabajo anunció que van a expedir varios decretos con los que resolverían el archivo de la misma y, además, el ministro Benedetti declaró que no les importa la reforma laboral sino las marchas en las calles. A propósito, arrancaron mal esas caminatas gobiernistas porque el fallido día cívico del martes tuvo más montaje y menos gente de la que esperaba movilizar la Casa de Nariño con recursos estatales. Con los funcionarios que marcharon obligados, como los de los ministerios, SENA o los maestros de Fecode, montaron la falacia de que Petro tiene intactos sus apoyos del 2022. No están ni tibios.
Lo peor está por venir. Si las cosas siguen así, en mayo de 2026 tendremos que escoger entre dos matones, el que diga Uribe y el que ordene Petro, y eso también encoleriza. Eso es el abismo. Nos quieren llevar a la misma encerrona de 2022, cuando nos pusieron a escoger entre Petro y Rodolfo Hernández. Esta vez no nos vamos a dejar manipular de esa mezquindad ni reducir a semejante infamia de escoger entre el sida o el cáncer. Si esa es la perspectiva para 2026, la opción será el voto en blanco, pase lo que pase, pero no más petrismo ni uribismo. A los petristas tiene que quedarles claro que no podrán apoderarse del país y expatriarnos a quienes no comulgamos con ellos. Por allí debe empezar la reconstrucción nacional, porque esto no es ni será Venezuela. Tiene que haber algún candidato capaz de unir a quienes estamos hastiados y en peligro entre esos fuegos del crimen.
Petro rebozó la copa: sus discursos extenuantes mal construidos, plagados de mentiras, abusando de Gabo y de Cien años de soledad, ahora de “Jesús, el hijo del carpintero José”, tergiversando la historia y exaltando al tenebroso M-19 como patriotas, son sencillamente insoportables y producen pena ajena. Se nos agotó la paciencia, más al revisar el calendario y comprobar que está más cerca el desastre que el final.
Adenda. Alcalde Galán: seguridad dispensada por particulares está demostrado que no es solución contra la inseguridad. Después de la experiencia violenta y sangrienta de las Convivir y las Autodefensas, no son bienvenidos los “Guardianes del Orden”.