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Notas de buhardilla

Prohibido equivocarse

Ramiro Bejarano Guzmán
19 de junio de 2022 - 05:30 a. m.

Termina por fin una de las campañas presidenciales más cortas y más desagradables que hayamos vivido. Lo peor de la clase política salió a flote y hasta su gusto por el ridículo, por cuenta de la inefable Íngrid presentando excusas televisadas a la Virgen María tras las impertinencias de su nuevo jefe de final de campaña, quien se contagió de la misma bobería de excusarse ante la Virgen de Chiquinquirá.

Guerra desigual para Petro, quien se enfrentó a la ignominia de ser tergiversado y a contradictores desleales, como Fico y Rodolfo, al Gobierno y al registrador, que acarician la esperanza de que sea el viejito verde y corrupto de Rodolfo quien suceda al subpresidente Duque. Desde los tiempos en que quedó para la historia la duda mortal de que a Misael Pastrana lo hicieron presidente sin que lo mereciera gracias a una operación cuestionada, no se veía a un Gobierno haciendo campaña abierta por uno de los candidatos.

A pesar de todo lo que ha dicho y explicado Petro, no pudo convencer a las barras bravas del uribismo de que no es cierto que va a expropiar, que se va a perpetuar en el poder o que va a cambiar el modelo económico. Los medios militantes de las campañas oficialistas enfocaron sus noticias y análisis para que en el imaginario colectivo ese temor nunca desapareciera. Hasta en una notaría Petro dejó memoria de que no procedería con ese programa de gobierno que tiene tan asustados a la ultraderecha y al Gobierno, pero ni así sus enemigos le concedieron el beneficio de la duda. Muchos incautos votarán por Rodolfo convencidos de que Petro es el símbolo del mal y que hará de Colombia otra Venezuela. Esos agentes del odio tergiversaron hasta declaraciones sensatas de Sofía, la hija de Petro, que sin pudor convirtieron en amenazas de que su padre se perpetuará en el poder.

Fico y luego Rodolfo contribuyeron a la guerra sucia de desinformación y descrédito. Para el recuerdo ha quedado la intervención de Fico la noche en que tuvo que reconocer la merecida derrota que sufrió sin haber siquiera felicitado a quien lo venció, pues la única mención a su contendor fue para sindicarlo de ser un peligro para el país. Da escalofrío pensar que este pudo haber sido presidente. Recientemente Fico volvió a aparecer formulando otra de las muchas denuncias que como aspirante presidencial presentó, esta vez contra Petro, seguramente pensando que con expedientes judiciales amañados convencería a sus compatriotas.

Pero ido Fico quedó un boquisuelto como Rodolfo. Lo menos que le dijo a Petro, al mejor estilo laureanista, fue que él y su campaña son una organización criminal. Eso sí, eludiendo dar explicaciones sobre el escandaloso asunto de corrupción en que él y su familia están comprometidos, para lo cual se inventó una fórmula tramposa de minimizar el gravísimo problema que lo puede llevar a la cárcel. En efecto, a la pregunta sobre qué tiene que decir sobre la imputación de la Fiscalía por corrupción siendo alcalde, siempre responde: “No tengo solamente un proceso sino 200 que me han metido”. Los interrogadores, por inexperiencia, desconocimiento o simpatías con el señor que habla de dientes para afuera de acabar la corrupción, pero la ajena, caen ante esa salida y compran la falsa idea de que contra Rodolfo lo que hay son innumerables querellas injustificadas y no exigen al resbaladizo entrevistado que precise los detalles de su proceder delincuencial y el de su hijo cuando eran amos y señores en Santander.

Pero Rodolfo cree que Dios está de su lado, pues en privado asegura que fue el nuncio apostólico, el argentino monseñor Luis Mariano Montemayor, quien le propuso su vicepresidenta, una mujer de profundas raíces católicas. Un diplomático extranjero interviniendo en el proceso electoral y la canciller Marta Lucía como si el asunto fuese ajeno a su despacho, todo porque son aliados en su fe religiosa.

El debate entre Petro y Rodolfo era necesario, pero al parecer el mismo exmagistrado de la Corte Constitucional que según Rodolfo le recomendó gobernar en conmoción interior impidió con tinterilladas que pudiéramos presenciar esa discusión final. Marrullería y culillo, mezclados con burla ramplona a la justicia, con la que ya se sabe qu se limpia.

Adenda. Hubo alguien chuzando durante esta campaña y no precisamente a Fico ni a Rodolfo, ni solamente a Petro. Si el chuzador no fuere el Gobierno, ¿entonces quién?

notasdebuhardilla@hotmail.com

 

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