La Fiscalía está en graves problemas desde cuando Néstor Humberto Martínez (NHM) asumió como fiscal y desde cuando de ella se adueñaron la Universidad Sergio Arboleda (USA) y su nefasto rector, Rodrigo Noguera (RN).
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Fueron notorias las dificultades que tuvo que enfrentar NHM siendo cabeza de la Fiscalía por sus relaciones profesionales como litigante, algunas de las cuales mancharon su gestión. Hoy todavía gravita la duda mortal de que NHM no renunció porque se le antojó sino por las crecientes disputas que tuvo que enfrentar en distintos escenarios, las cuales no pudo solucionar a pesar de estar apoyado por multimillonarios empresarios, influyentes medios de comunicación y hasta destacados líderes de opinión.
NHM atribuyó su retiro como fiscal invocando que no estaba de acuerdo con la orden de la JEP de liberar a Santrich y se puso a salvo de unos fuetazos, lo cual no es extraño porque él es hábil estratega y baquiano en esas tempestades, como lo había demostrado cuando siendo ministro en la presidencia de Andrés Pastrana y estando ad portas de caerse por una moción de censura también renunció a última hora. A pesar de todas esas peripecias le fue muy mal a NHM, pero más a la propia Fiscalía que desde entonces perdió credibilidad, mal que bajo la administración de Barbosa se ha multiplicado.
Todo lo sucedido bajo el reinado desastroso de Barbosa es grotesco, dramático y preocupante. Las revelaciones del columnista Daniel Coronell sobre lo que no es otra cosa que un vulgar y criminal tráfico de influencias son apenas la punta del iceberg del derrumbe de la Fiscalía, muy a pesar de hombres y mujeres probos que en condición de fiscales y técnicos le ponen el pecho y el alma a esa institución. En los pasillos de la Fiscalía se respira hoy un ambiente de indignación con lo revelado, porque la inmensa mayoría de sus funcionarios repudian y son ajenos a esa trapisonda tejida en la cúpula y en las sofisticadas poltronas de la cueva del fascismo, la USA.
En efecto, si a NHM, a la Fiscalía y a Barbosa les fue mal en este episodio ruin, todavía más al indecoroso e intrigante rector, RN, a quien oímos en un audio en el que quedó en evidencia que él y su hija presionaron a la fiscal delegada ante los jueces del Circuito de Bogotá, Angélica Monsalve, para favorecer a unas personas que —vuelve y juega— resultaron ser también recomendadas de NHM, petición inmoral y delictuosa a la que ella no accedió.
Al mejor estilo de las venganzas de la mafia que ni perdona ni olvida, a la valerosa fiscal Monsalve se le vino el mundo encima y por eso lo que le está sucediendo es patético y peligroso. Nombrada por NHM por obligante recomendación del rector Noguera, luego este acudió a ella seguramente creyendo que podía cobrarle el favorcito de haberla metido en la Fiscalía, y como ella se negó, no solo la trató de “ridícula” sino que por arte de magia la trasladaron al Putumayo. Barbosa cree que enmienda esta bochornosa represalia dejando en manos de Monsalve el expediente de marras, pero para que lo tramite “cómodamente” desde el Putumayo.
No se había visto que un ex fiscal general y el rector de una universidad privada emparentada con Dios y por todos los lados con este gobierno corrompido de Iván Duque, que además la ha enriquecido, terminaran involucrados en una extravagante agenda de saboteo a la independencia y autonomía de los fiscales. Los alumnos de ese centro universitario tienen que estar estupefactos al oír las reflexiones de su rector sobre cómo es que funciona el mundo, el suyo por supuesto.
Es urgente poner control a los fiscales generales que llegan a ese empleo y se sienten dioses capaces de definir el domicilio de sus subalternos que no hacen caso. Si esto no cambia, lo mejor sería cerrar de una vez por todas esa cueva de Rolando en la que Barbosa convirtió la Fiscalía y de paso la universidad experta en intrigas. Tuvo razón la fiscal Monsalve. ¡Qué asco!
Adenda. Asesinan a 11 campesinos en el Putumayo, uno de ellos presidente de una Junta de Acción Comunal. Sus deudos indignados y la comunidad en general rechazan la versión de las Fuerzas Militares que señala a las víctimas de pertenecer al Frente 48 de las disidencias o “Comandos de la Frontera”. Si eso no es un “falso positivo”, sí es lo que más se le parece.