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Si Humberto de la Calle hubiese expresado a tiempo su indignación y desespero con las Farc, por la tomadura de pelo al no entregar los menores que ingresaron a sus filas, nos habríamos ahorrado este mal rato de ahora.
¿Qué es lo que pasa, que las Farc no puede cumplir este compromiso? No puede ser que el regreso de los menores guerrilleros resulte tan dilatado y complejo como la liberación de Odín Sánchez por el Eln.
Pablo Catatumbo dio una respuesta igualmente desesperante, porque no se opuso a devolver los menores pero tampoco aseguró que retornarán pronto. Son los tiempos insondables de una insurgencia que a pesar del esfuerzo que se ha hecho para reincorporarlos a la vida civil venciendo la resistencia de la ultraderecha intolerante, parece no entender ni acostumbrarse a vivir en calma, sin tempestades ni desconfianzas. Es que el principal problema que generan actitudes como esta de las Farc es que se inflama el discurso de quienes aún hoy critican el proceso de paz, porque a los agazapados fascistas de siempre se les llena la boca ambientando la hipótesis perversa de que la guerrilla le pondrá conejo a los Acuerdos de La Habana.
Y algo similar tiene que pasar con los secuestrados que permanecen en poder de los rebeldes, pues hay muchas voces acatadas en Colombia, como la de Diana Sofía Giraldo, la senadora Sofía Gaviria, y otras más, que continúan reclamando la liberación de quienes siguen injustamente cautivos, mientras las Farc aseguran no tener a ninguno. No puede sellarse la paz con ningún grupo insurgente, incluido el Eln, mientras persista en mantener secuestrado a alguien, cualquiera sea el motivo o finalidad del plagio.
Lo que las Farc deben tener además claro es que con estas actitudes no solo radicalizan a los enemigos de la paz, sino que desalientan a quienes las respaldan y tienen fe en la reconciliación, muchos de los cuales pueden estar empezando a perder la paciencia. Las Farc han dicho que sienten que el establecimiento los sigue mirando como enemigos, pero valdría la pena que también pensaran si la culpa de esa situación no es también de ellos.
Y mientras las Farc irritan con sus dilaciones, se conoce que un ala disidente suya está desafiando de nuevo al Estado, y todo el establecimiento cierra filas frente a la tesis de que los beneficios de la Jurisdicción Especial de Paz solamente pueden alcanzar para los desmovilizados, no para quienes persistan en continuar participando del conflicto armado. Y creo que hay allí un error de apreciación tan grave como el que se cometió cuando nacieron las Farc, que medio siglo después siguen teniendo vigencia.
La salida al inmenso problema de las disidencias en las Farc no puede ser bala venteada. Si bien el Estado debe ejercer la fuerza para derrotar a los violentos, también tiene que abrir espacios de renegociación con quienes pretenden continuar la guerra, ofreciéndoles, por ejemplo, un tiempo suplementario en el que puedan desmovilizarse y entregar las armas.
Cierto es que el general Alberto Mejía, comandante del Ejército, aseguró que la disidencia de las Farc no le quedará grande y que pronto la derrotarán. No tengo duda de la competencia de este respetado oficial ni de sus buenas intenciones, pero es preciso recordar que las Farc en 1964 arrancaron con menos gente y escasos recursos, cuando el laureanismo liderado por Álvaro Gómez propaló la especie de las “repúblicas independientes” y obligó al vacilante gobierno de Guillermo León Valencia a ejecutar el tristemente célebre asalto de Marquetalia que, como también se recuerda, fue un fiasco militar.
Y ahora que por fin inician las accidentadas conversaciones de paz entre Gobierno y Eln, si es que no surge un nuevo tropiezo, ojalá no se cometan los mismos errores que en el proceso con las Farc. Hay que mantener informada permanente y suficientemente a la opinión pública, de manera que a medida que vayan avanzando los diálogos con los elenos, el país también vaya madurando y tomando conciencia de lo que hay que enfrentar.
Adenda. El excongresista Luis Alfredo Ramos asegura que si no lo hubieren encarcelado le habría ganado a Santos, sí, pero a Pacho.
notasdebuhardilla@hotmail.com
