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Regreso del hijo del Ejecutivo

Ramiro Bejarano Guzmán

11 de marzo de 2023 - 09:05 p. m.

El asunto de Nicolás Petro, que arrancó como un emblemático caso tenebroso de corrupción, el gobierno y sus amigos lo farandulizaron y lo han ido convirtiendo en algo parecido a un problema pasional del vástago presidencial.

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En efecto, cualquier información sobre este aparatoso suceso gira en torno a Nicolás, su ex señora y su nueva pareja, pues ya nadie anda interesado en establecer cuál ha sido el papel que en todo esto ha jugado el Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, ni su compañero de aventura, el hermanísimo. La jugada del gobierno por ahora es magistral, no importa que no haya sido leal, eso al fin de cuentas es menor. No solamente han trabajado para que las gentes se olviden de Rueda, sino además del mismo presidente, a quien muchos de sus áulicos no desperdician oportunidad para sostener que está “probado” –sin que lo esté– que el mandatario nada tuvo que ver en las audacias de su primogénito y que es víctima de la ambición ajena. Y esta estrategia distractora ha sido exitosa porque no son pocos los comunicadores y los medios que dan por hecho que Petro apenas se enteró de todo este enredo el día anterior a aquel en el que denunció a medias a su hijo y a su hermano, aunque las evidencias insinúen lo contrario.

Este complejo suceso no puede terminar siendo un cuento de telenovela rosa. Resulta difícil creer que Petro solo supo el 1 de febrero en qué andaba Nicolás, cuando su ex nuera le contó detallitos. Los lugareños se preguntan cómo así que Petro papá no sabía nada, si la primera suegra de su hijo ha declarado que ella y su yerno eran de estrato uno pero vivían felices en una modesta casita hasta cuando vino la perversa bonanza que trasteó a Nicolás a una lujosa mansión con la que alardeaba, la cual no fue comprada precisamente con el magro sueldo como diputado. Alguien tan agudo, como Gustavo Petro, debió haberse estremecido cuando advirtió que su muchacho disfrutaba de un palacete. La mamá del joven fue menos ingenua porque sí puso el grito en el cielo.

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No es creíble la versión de que Petro solo se enteró tardíamente de las andanzas de Nicolasito. Poco a poco, los ministros han ido admitiendo que desde agosto del año pasado “el hijo del Ejecutivo” –el apodo originalmente se lo ganó por avivato de cuello blanco, Lorenzo Marroquín, hijo del presidente José Manuel Marroquín, en cuyo gobierno perdimos Panamá– había pasado por sus despachos y, aunque ninguno reconoce haber recibido ni ofrecido puestos, contratos o canonjías, lo cierto es que este mozalbete tenía abiertas las puertas de los siempre esquivos despachos ministeriales, no por ser diputado de la asamblea del Atlántico, sino por ser hijo de quien es. Para no ir muy lejos, la ministra de Minas, Irene Vélez, confesó que recibió en septiembre pasado a Nicolás en su despacho para hablar de los Diálogos Regionales Vinculantes, de los que luego admitió haber sido designada como madrina. Lo que no dijo fue a cuáles otros diputados les abrió su oficina para hablar de lo mismo. Si se hace el balance en cada ministerio, muy probablemente van a concluir que Nicolás es como Dios, porque estuvo en todas partes. Va ser muy interesante hacer el barrido ministerial para saber dónde fue que estuvo o, más fácil, mejor dónde no estuvo.

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Cuentan públicamente varios asistentes que al final de un reciente consejo de ministros, cuando ya todos se disponían a retirarse siendo la media noche, el presidente les ordenó tomar de nuevo asiento para hablarles de algo grave. Petro les advirtió que tenían prohibido tener contactos o negocios con alguien de su familia, lo que en buen romance es un insulto. En efecto, que haya necesidad de prevenir al gabinete para que no hagan lo que la ley prohíbe, confirma que Petro desconfía de su parentela, pero también de sus ministros. Lo que no hemos conocido son las respuestas de sus subalternos o si guardaron silencio o si, por ejemplo, el ministro de Transporte, de quien se sabe muy cercano a la primera dama, se dio por aludido. A propósito, lástima que esta amonestación no incluyera alejarse del perverso trío de “turbios españoles” poderosos con muchísima influencia en negocios, cercanos a la primera dama y al mismo Petro, según lo ha revelado el portal La Silla Vacía.

Adenda. Conocidas las explicaciones de tiempo, modo y lugar del ministro Alfonso Prada sobre el “cerco humanitario” es evidente que jurídica y políticamente tiene razón.

notasdebuhardilla@hotmail.com

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