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Respuesta a un energúmeno

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Ramiro Bejarano Guzmán
12 de noviembre de 2014 - 03:47 p. m.
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Otro ambientalista extremo, Julio Carrizosa Umaña, decidió en una columna publicada en la versión virtual de este periódico descender al terreno de los insultos personales para refutar mis opiniones sobre los excesos de la logia de intocables y soberbios en la que militan él y otros de su calaña.

La más grave contaminación es la que propician estos ambientalistas furiosos que como Carrizosa, se creen asistidos del derecho de descalificar a quien opine diferente a él. Me llama “atrevido, macho, solapado. Injurioso, satanizante” y cae en otros disparates que obviamente lo desdibujan como el hombre prudente y sereno que erradamente pensé que habitaba en él. No, se trata de alguien que pierde el control cuando escribe, lo que hace suponer lo que puede pasarle cuando hable.
Se duele Carrizosa de mis columnas pasadas contra la señora Sandra Morelli, hoy fugitiva de la justicia, pero no fue capaz de desmentir uno solo de mis artículos. Lo que no refirió Carrizosa es que por cuenta de los abusos de esa contralora que tanto daño le ha hecho al país, el control fiscal a la actividad minera se convirtió en un factor politiquero de perturbación del desarrollo de una industria que genera 350.000 empleos en el país.

Tal es la furia de Carrizosa que me tilda de timorato por no haber mencionado con nombre propio que Manuel Rodríguez es la persona que sindico de pretender desde su oficio de ambientalista defender los garrafales errores de las leyes y decretos que patrocinó como funcionario del ramo. Para un buen entendedor pocas palabras bastan, pero Carrizosa cree que es el miedo el que me orienta. Anda muy equivocado este burócrata del medio ambiente, a quien tampoco conozco personalmente, quien obviamente en su afán de agredirme desconoce mi trayectoria académica y profesional que no ha estado premiada con prebendas burocráticas ni canonjías de ONG internacionales, sino en muchas ocasiones asumiendo riesgos mayúsculos, como el que hoy enfrento por atreverme a opinar sobre al ambientalismo hirsuto.

Pondera Carrizosa a los supuestos ambientalistas de precaria reputación de la Contraloría, que en gavilla enviaron una carta al periódico también insultándome y criticando a mi familia, pero nada dice sobre la actitud solapada de estos falsos héroes que se cuidaron de no revelar los millonarios contratos que varios de ellos tienen por concepto de asesorías en materia del medio ambiente.

Cree Carrizosa que sólo él conoce las diferencias entre Resguardos Indígenas, áreas de Propiedad Colectiva y Parques Nacionales, porque prefiere no enterarse de que he sido profesor de derecho de Bienes durante 25 años. Sostiene, sin ningún fundamento, que no fui capaz de conocer las demoras de las razones de las demoras en la construcción de La Línea y la Ruta del Sol, las cuales en buena parte se deben a las decisiones equivocadas inspiradas en el ambientalismo que él y los de su banda pregonan irresponsablemente.

Al final es claro que lo que pretenden Carrizosa, Manuel Rodríguez y los burócratas de la Contraloría es silenciarme. Esa fue la primera manifestación de Rodríguez por twitter cuando conoció mi primera columna “Ambientlistas extremos”; luego los sabuesos de la Morelli elevaron una queja grotesca en la Sociedad Interamericana de Prensa; y ahora Carrizosa propone que se ponga en duda mi capacidad de análisis sin desmentir uno solo de mis argumentos, todos porque opino diferente a ellos. Dios los cría y ellos se juntan. Se equivocaron todos, ya lo verán, no me van a silenciar, a pesar de los insultos y las amenazas que sigo recibiendo.

Debo sí agradecerle que con su incendiaria columna Carrizosa haya confirmado lo que dije en una de mis columnas sobre los ambientalistas: “Ellos son los dueños del medio ambiente, los únicos que conocen las cifras y están en capacidad de controvertirlas. Los argumentos de estos sabihondos extremistas de cuello verde radican en que su opositor no sabe o no entiende. Toda la burocracia es mala, menos la de ellos. Quienes defendemos el desarrollo sostenible, somos diabólicos o inmorales. Sus críticos estamos inmersos en supuestas inhabilidades, pero ellos que están cargados de contratos y asesorías en temas ambientales sí pontifican y estigmatizan a todo el mundo”. (lea aquí la columna de Julio Carrizosa)
 

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