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Con la sola excepción de Cambio Radical, los partidos no la tienen fácil para escoger sus aspirantes a la Presidencia.
El Centro Democrático (CD) no es un partido sino una secta, presidida por un Dios de carne y hueso, aunque furioso y arbitrario. Los precandidatos de este partido no tienen la talla para llegar a la Presidencia, y todos están recostados en la esperanza de que Uribe finalmente un buen día les de su aval a cambio de su compromiso eterno de que el ungido haga solo lo que a él le plazca o le interese. Este sistema de gobernar en cuerpo ajeno no es nuevo. En Venezuela está ocurriendo, en Rusia acaba de pasar, y en los años 50 lo ensayó con éxito el temido Rafael Leonidas Trujillo, dictador de República Dominicana, quien puso a su hermano y a otros cercanísimos en la Presidencia pero siguió mandando, lo que dio lugar a la era de los presidentes títeres.
¿Quién será el escogido por Uribe para llevar las riendas del partido de regreso al poder? Sí, allá no los escoge la colectividad, sino un solo hombre, el que aspira gobernar otra vez para pasar cuentas de cobro, en lo que es experto. Carlos Holmes Trujillo sostiene cándidamente que “los preferidos de Uribe somos todos”. En la calle, sin embargo, hay quienes aseguran que el aprendiz de niño genio, Iván Duque, cayó en desgracia o ha perdido simpatías del Patrón, porque se le ocurrió llevarle la contraria en una de esas reuniones de bancadas a las que llevan a los congresistas del CD para que sin chistar aprueben todo lo que el jefe mande, gústeles o no.
Si a este país le cayera la desgracia de que ganara la Presidencia el CD en 2018, no solo empezaría esa aventura sin fin de desconocer los acuerdos de paz con las Farc, sino que cualquiera que en su nombre ocupe el solio de Bolívar sería manejado desde El Ubérrimo a fuetazo limpio, porque ese sería el cuatrienio del odio. Lo que habrá que ver es cómo garantizará Uribe que en esta ocasión no se le voltee el escogido, porque entre sus precandidatos hay más de uno que ha dado volteretas políticas. Por eso recientemente a ese remedo de colectividad se ha sumado el camaleón, diletante y clientelista de Angelino Garzón, quien anda hablando mal de Santos en todas partes para que lo reciban con bombos y platillos en el uribismo, donde también le tienen desconfianza. No en vano el ex vice presidente ya mandó la avanzada con su hija Ángela, quien primero estuvo cómodamente devengando en el Partido Liberal por cuenta del empujoncito que le dio Simón Gaviria, pero de la noche a la mañana terminó convertida en concejal de Bogotá por el CD. Lo que se hereda no se hurta, reza el adagio popular.
Y por el lado del liberalismo lo que se veía en principio normal ha empezado a enrarecerse con el anuncio de que la senadora Viviane Morales aspira a participar de la consulta interna. Su llegada es mala noticia para los liberales e inclusive para el CD. Es evidente que la senadora no representa el ideario liberal, así lo demostró en este tempestuoso período legislativo, en el que obró de la mano de su religión y no de sus responsabilidades políticas. Me aterra solo pensar que Viviane sea opción del Partido Liberal al más alto empleo del Estado. Pero los del CD también deben de estar preocupados de calcular que esos votos de los cristianos se les pueden embolatar ante la posibilidad de elegir alguien de sus afectos, en vez de embarcarse en el lentejismo que les propone Uribe.
El liberalismo no puede permitir que Viviane sea su precandidata. Que se vaya con sus votos cristianos a fundar ese califato en el que ella quiere que vivamos todos; es preferible que el liberalismo siga pagando sus culpas desde la oposición, a tener que reemplazar sus programas libertarios por incienso, rezo e intolerancia.
Y de los Verdes y sus cacareadas alianzas con independientes y la izquierda, van a tener que sacudirse, porque les está empezando a coger la tarde.
Adenda. El Concejo de Buga condecora al director de Fiscalías local, Álvaro de Jesús Duque, a pesar de que varios concejales están investigados, como su presidente, James Gómez. Así sí se entiende porque manda la corrupción en la Ciudad Señora.
