Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Después de la liviana alocución presidencial y del chorro de babas de la rendición de cuentas de la Corte Constitucional, cada día se ve más lejana la solución a la crisis desatada por cuenta de un supuesto soborno a varios magistrados del alto tribunal.
En efecto, al presidente Santos no le gusta la revocatoria de los magistrados, tampoco su renuncia, pero lo que ofreció en su discurso fue inocuo y en cierta forma insultante, porque nos metió en el mismo saco del oportunismo de las Farc y del Centro Democrático, a quienes venimos promoviendo esa salida desde hace más de un año. No hubo en el discurso de Santos una sola idea seria de cómo enfrentar la corrupción en la Rama Judicial. El mandatario parecía muy orgulloso de acoger el esperpento de unas supuestas reglas de conducta para elegir magistrados, que tampoco resuelve nada, pues no es más que un saludo a la bandera. Si seguimos como vamos, un día de estos nos sorprenden con un decreto que le imponga a las cortes la obligación de regirse por el manual de urbanidad de Carreño.
Me temo que detrás de tanta vacilación presidencial sobre esta honda crisis pueda estar la mano del audaz ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez, de quien se sabe es un decidido aliado de la Corte Suprema de Justicia y de su presidente, José Leonidas Bustos, sobre todo en la discusión del proyecto de equilibrio de poderes, porque estaría aspirando a ser fiscal y quiere asegurar desde ya los votos de algunos esquivos magistrados de esa Corte que aspiran a que nada cambie, ni siquiera la desprestigiada Comisión de Acusación.
Pero si lo de Santos fue lánguido, la cacareada rendición de cuentas de la Corte Constitucional fue sencillamente un desafío y una provocación.
Para empezar, una rendición de cuentas en secreto es una burla, todavía más cuando la Corte se entregó a la tediosa tarea de presentar estadísticas de los fallos y autos proferidos entre 2009 y 2015, algunos de los cuales destacó en exceso, para luego ilustrarnos sobre las medidas de “optimización” internas que se tomarán dizque para garantizar la transparencia de la selección de las tutelas, dentro de las cuales todavía no saben si promover la derogatoria de la nefasta facultad de insistencia de los magistrados que tanto ha deteriorado sus prestigios. Y como si fuera poco, todas estas supuestas medidas redentoras las comunicó el doctor Mauricio González, quien desperdició la ocasión de rendir cuentas a sus compatriotas sobre su comportamiento indebido al permitir que el abogado de Fidupetrol le hablara abiertamente del caso que estaba en su despacho.
Cualquiera que haya oído la rendición de cuentas podría concluir que aquí no ha pasado nada, cuando lo que ha sucedido es una catástrofe. Si de verdad esos togados quieren rendir cuentas, que nos revelen cómo fueron elegidos, cuánto costaron sus campañas, con quiénes hablaron, de quiénes recibieron apoyos, cuáles son los bienes de sus patrimonios familiares, etc. Pero salir a intoxicar al país de cifras fue una farsa y un irrespeto. Ni siquiera pidieron perdón por lo que ha sucedido en sus narices, como deben hacerlo, del mismo modo que así lo imponen en sus fallos.
Pero el campeón del cinismo es el procurador Ordóñez. Ahora resulta que él pide que sean investigados y sancionados todos los demás que están acusados de las mismas prácticas clientelistas y corruptas que él adoptó en la Procuraduría, de las que se ha puesto a salvo gracias a la ayuda descarada de varios magistrados del Consejo de Estado que le deben inmensos favores burocráticos.
Aunque el proyecto de equilibrio de poderes alivie en algo el desastre, lo que también es incierto, si el Gobierno no quiere ni revocatoria, ni renuncia de magistrados, ni tampoco ofrece soluciones, que al menos contemple la posibilidad de que en las próximas elecciones se agregue una papeleta de manera que los colombianos pudiéramos decidir en las urnas si queremos que se vayan los actuales magistrados y que vengan otros tiempos menos tempestuosos, o que todo siga igual y apenas maquillado.
Adenda. ¿Por qué no autorizan el servicio de Uber, que es lo único que funciona bien en esta caótica ciudad?
notasdebuhardilla@hotmail.com
