Es deplorable, por decir lo menos, la forma lánguida e indigna como Duque y su gobierno han venido enfrentando su despedida del poder. Parece que todavía no han entendido que perdieron las elecciones y tienen que irse, pues están entregados a la tarea de controvertir al gobierno entrante por todo y por nada. A ello se suma el no disimulado esfuerzo de planear y ejecutar maniobras indelicadas que les permitan seguir gozando de las canonjías de las que hoy disfrutan.
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