Es deplorable, por decir lo menos, la forma lánguida e indigna como Duque y su gobierno han venido enfrentando su despedida del poder. Parece que todavía no han entendido que perdieron las elecciones y tienen que irse, pues están entregados a la tarea de controvertir al gobierno entrante por todo y por nada. A ello se suma el no disimulado esfuerzo de planear y ejecutar maniobras indelicadas que les permitan seguir gozando de las canonjías de las que hoy disfrutan.
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Es deplorable, por decir lo menos, la forma lánguida e indigna como Duque y su gobierno han venido enfrentando su despedida del poder. Parece que todavía no han entendido que perdieron las elecciones y tienen que irse, pues están entregados a la tarea de controvertir al gobierno entrante por todo y por nada. A ello se suma el no disimulado esfuerzo de planear y ejecutar maniobras indelicadas que les permitan seguir gozando de las canonjías de las que hoy disfrutan.
La operación de tomarse por asalto durante todo el gobierno de Petro la Junta Directiva de Ecopetrol constituye el más grande abuso de que se tenga memoria. Detrás de esta “jugadita” se busca perpetuar como directivo de Ecopetrol a Luigi Echeverri, íntimo amigo de Duque, de precaria figuración e ingrata recordación. El asunto es grotesco. Como lo es también que, salvo Juan Emilio Posada, los demás miembros de la actual Junta Directiva no hubieren tenido la decencia de renunciar y dejar en libertad a la asamblea de designar sus reemplazos. Debieron haber dimitido todos, sin excepción, pero para eso hace falta carácter y dignidad; prefirieron someterse al escarnio de atornillarse a unos oficios que han deshonrado. Como la vieja anécdota de Miguel Antonio Caro, les va a ir como a los perros en misa, con la diferencia de que estos sí tuvieron el decoro de saberse retirar de la iglesia donde no son bienvenidos.
Esa es la marca de este gobierno y del Centro Democrático. Los lagartazos y oportunistas miembros de la Junta Directiva de Ecopetrol no son los únicos avivatos, pues pululan los funcionarios que se comportan de la misma manera. Hoy se sabe que un superintendente anda desempolvando viejas fotos juveniles de paseos o encuentros ocasionales con Verónica, la cónyuge de Petro, para rogar que lo dejen en la oficina que con su llegada reciente perdió el norte.
Eso, sin olvidar que, por ejemplo, a estas alturas ya se sabe que el nuevo embajador en la OEA será el profesor y jurista Luis Ernesto Vargas, sin que se conozca la renuncia de Alejandro Ordóñez, quien permanece agazapado y calladito. Un nombramiento acertado, sin duda, por el respeto y la seguridad que el nuevo diplomático imprimirá a ese trabajo envilecido por el temido exprocurador. Como era de esperarse, no se podía quedar atrás el inefable Angelino Garzón, quien en vez de renunciar anda lagarteando que Petro lo confirme, porque la virtud de este personaje es que él es militante de todos los partidos y trabajador de cualquier gobierno. Qué pesadilla con estos diletantes que no saben conjugar en ningún tiempo el verbo renunciar.
La lista calculada de aspirantes a contralor elaborada bajo el mando del presidente del Senado, el oscuro Juan Diego Gómez, a pesar de que cayó pulverizada en una contundente providencia del magistrado Moisés Rodrigo Mazabel P., del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, es otro motivo de vergüenza y alarma. Este listado era una baraja con cartas marcadas, para que el nuevo contralor le asegurara al saliente gobierno que nadie hurgaría en los turbios negociados ejecutados desde las entrañas del poder. Por eso allí estaba el joven multimillonario Luis Alberto Rodríguez, conocido como el Pollo, flamante exdirector de Planeación Nacional, cuando ni siquiera cumplía los requisitos legales para ser contralor.
Habrá que hacerle caso a Sergio Fajardo, quien advirtió la necesidad de investigar al gobierno saliente, porque allí puede haber sorpresas. No parece una empresa fácil, porque todo indica que los más altos heliotropos de este gobierno están organizando su marcha a disfrutar de sus cuarteles de invierno, teniendo el cuidado de que quien eventualmente los pueda controlar o investigar sea alguien de la misma tropa, para que no haya riesgos.
He allí el almendrón. Por votación popular tienen que dejar el poder, pero por decisión personal quieren quedarse con los hilos amarrados para que nunca nadie escale las paredes escabrosas de los dineros mal habidos y descubra el sofisticado enriquecimiento a costa de la cosa pública.
Adenda. Demoledora la revelación de Daniel Coronell que da cuenta de que la Agencia Nacional de Minería, la Agencia Nacional de Infraestructura y el Ministerio de Minas andan corriendo para adjudicar antes del 7 de agosto contratos billonarios para pagar favores políticos y dejar amarrado al próximo gobierno. ¡Clientelismo legalizado!