Algunos ingenuos vienen aplaudiendo los encuentros Petro-Uribe al extremo de ponderarlos como manifestaciones de civilización y madurez política. No está mal que piensen con el deseo, pero es mejor aterrizar en la realidad.
Nadie apostaba porque estos borrascosos hombres públicos se sentaran a conversar sin agredirse, luego de las atrocidades que se han dicho: sicario, asesino y guerrillero, de Uribe a Petro, y viceversa, paramilitar y mafioso. Ninguno de los dos ha ahorrado insultos porque en eso son tan parecidos como diestros.
Pero se sentaron a dialogar en la oficina del abogado Héctor Carvajal —quien a propósito empieza a mencionarse coloquialmente como una versión de Luigi II, el poder detrás del trono, junto con Danilo Romero y el catalán Manuel Grau—, inclusive después de que Uribe anunciara que como tenía vocación de preso prefería no asomarse por la Casa de Nariño. Algo le hizo cambiar de idea y no creo que sea su propuesta de hacer una oposición pacífica, pues varios de sus segundos andan alborotados reclamando que haya sangre en la arena. Uribe se ha resistido a tomar el camino accidentado e iracundo que le vienen reclamando María Fernanda o Nieto, quienes no han abandonado la costumbre de lanzar gritos de guerra, pero sin aportar un solo argumento. Nadie sabe cuánto durará esta pipa de la paz Petro-Uribe, pero de lo que sí hay seguridad es que eso no es eterno y cuando esa tensa calma se altere ya veremos en qué quedará el cuento de la civilización.
Por lo pronto lo que se advierte es que Petro y Uribe se tienen desconfianza y no es para menos. Por eso cada uno ha llegado a esas misteriosas reuniones con sus testigos de cabecera, porque ambos saben que los van a necesitar en algún momento cuando se caiga el castillo de naipes. La estrategia de Uribe de asistir a reuniones con testigos es notoriamente conocida y ese hábito le ha generado uno que otro problema de los muchos que lo agobian. Cierto es que el expresidente ha tenido el cuidado de ofrecer ruedas de prensa a la salida de sus encuentros con Petro, más para dejar constancias que para informar. El tiempo nos dirá si todo lo que se ha conocido corresponde a lo conversado o hay temas sensibles que no se han divulgado.
Petro y Uribe se necesitan políticamente y cada uno está usando al otro. Petro en eso no es manco. Cuando fue alcalde de Bogotá se sintió presidente de la República y ahora que lo es parece aspirar a presidente del mundo. Eso supone grandes esfuerzos y hasta contradicciones, como la de tener que dialogar con el más feroz de sus contradictores en los últimos años.
Es posible que los dos caudillos hayan hablado del proceso penal que tiene desvelado a Uribe. Solo lo saben ellos y su batallón de testigos, por ahora. No se ve de qué manera podría Petro colaborarle eficazmente a Uribe en esa emergencia judicial, cuando el espinoso asunto está en manos de jueces autónomos e independientes, y no en poder de la Fiscalía politizada y perseguidora de Barbosa. O también es probable que en el marco de la discusión de la propuesta de “paz total” se estén ocupando de cómo sería la negociación con militares retirados y activos vinculados penalmente a situaciones comprometidas, o con el reducto de paramilitares que están también al acecho de desmovilizarse y superar sus líos judiciales. No sería extraño que esa sea la agenda que tiene tan entretenidos a Petro y Uribe, echándose piropos que sin embargo no logran sepultar los años de odio e inquina.
En esas conversaciones todavía no ha aparecido el comisionado de Paz, Danilo Rueda —el de las gafas amarillas faranduleras, como de animador de circo—, a quien le convendría serenarse. Por sus declaraciones excluyentes, este funcionario ha dejado la sensación de que él y sólo él es el dueño de la paz y que nadie más puede hacerle sugerencias o comentarios. A bajar los humos.
Esperemos que cuando esta luna de miel termine el reencuentro con la realidad no sea tan doloroso.
Adenda No 1. Magnífico logro el de la ministra de Agricultura, Cecilia López, al concluir el acuerdo con los ganaderos para adquirir parte de los predios que por fin tendrían los campesinos en cumplimiento del Acuerdo de Paz. Esperamos que los vendedores obren con generosidad entregando tierras óptimas.
Adenda No 2. ¿Qué entidad vigila y controla las fundaciones, para que uno de sus fundadores no se apropie de sus bienes con artificios?