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Notas de buhardilla

Trifulca externadista

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Ramiro Bejarano Guzmán
31 de agosto de 2025 - 05:06 a. m.
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Las cosas que ocurren en el Externado de Colombia son únicas, porque no hay uno solo de sus egresados o estudiantes que no reclame que ese es el templo de la independencia, la tolerancia, la libertad de cátedra y el respeto a la libre expresión, porque ese es el legado de quienes, contra la dictadura conservadora de Núñez y Caro, tuvieron el arrojo de haber fundado esta universidad que ya ajusta sus primeros 140 años de existencia. Pero ese talante libertario y contestario empieza a naufragar cuando alguien critica a la Universidad o a uno de sus profesores más distinguido, porque entonces, inmediatamente aquellos que se rasgan las vestiduras defendiendo que aún somos la huella del radicalismo liberal se ofenden con el que se atreva.

Creo que en muchas columnas he dicho que soy externadista desde antes de pisar esta universidad, porque allí también se educaron mi padre y mi hermana, y lo sigo siendo en el otoño de mi vida. Por esa razón, cuando Petro, también externadista, se expresa con dureza frente a una columna de opinión legítima y oportuna del externadista Daniel Coronell sobre el papel de un blog abierto en el departamento de derecho penal y la intervención de su director, Yesid Reyes, igualmente externadista, y todo eso además merece las agudas reflexiones de Rodrigo Uprimny, para más señas externadista, y hasta los mensajes incendiarios del ministro Eduardo Montealegre, también educado en el Externado, debemos sentirnos orgullosos porque eso confirma que somos un centro académico y de pensamiento con relevancia nacional. Si así no fuera, nadie se habría sentido lastimado ni con la columna seria de Coronell, ni con el malhadado blog del departamento de derecho penal, ni tampoco con el trino altanero de Petro.

Aunque no suelo vivir conectado en esas cloacas de las redes sociales y ni siquiera en los WhatsApp en los que circulan amores, odios, resentimientos y envidias en las universidades, no me sorprendió que el presidente hubiere publicado un trino tan brusco, con el cual no solo tomó partido contra Uribe, sino que se vino lanza en ristre contra su universidad. Muchos han protestado porque Petro haya recordado en ese trino que estudió en el Externado y que su tía Elvinia, por cierto, una señora dictadora y arbitraria —lo que se hereda no se hurta—, fue secretaria de los Hinestrosa, pero a renglón seguido haya soltado unas venenosas sindicaciones contra la universidad, relacionadas con los comentarios en ese blog del Departamento de Derecho Penal en favor de Álvaro Uribe, el único que, por fortuna, no es de la casa.

Claro que la libertad de expresión no es absoluta y tiene los límites del respeto a la honra ajena. Así lo he defendido desde siempre y lo haré en todas las circunstancias. Pero lo que no nos puede ocurrir es que estemos dispuestos a defender la libertad de expresión propia solo cuando criticamos a otros, pero nos exasperen los cuestionamientos adversos.

En efecto, Petro tiene derecho a expresar lo que quiera de su universidad, inclusive descalificando el desventurado blog que ha desatado esta gresca externadista, y nosotros tenemos el derecho a refutarlo, pero sobre todo el deber de soportarlo.

No suenan atractivos ni menos tolerantes esos linchamientos que se organizan para protestar contra una opinión que no se comparte, o para glorificar a un profesor y canonizarlo declarándolo incriticable, o para alzar la voz contra un presidente que, como Petro, no tiene autoridad moral para defenestrar su universidad. Eso es negar precisamente la esencia del espíritu libre y pluralista del Externado al que nos debemos. Que hablen lo que les venga en gana.

Adenda No 1. Si esto no es tráfico de influencias entonces serán las gracias de la Inteligencia Artificial. El contundente informe de la Defensoría del Pueblo del 5 de agosto revela que la intrigante Heidi Abuchaibe “solicitó cita y llevó personalmente la solicitud de selección del caso (de EGM) a la entidad”. Qué fortuna la de la lobista de contar con un procedimiento especial, secreto y único para tramitar las causas de su poderoso compañero. Así de claro.

Adenda No 2. ¿Cómo es posible que la elección en el Senado de un magistrado de la Corte Constitucional tenga que decidirse mediando influencias del presidente, procurador y contralor?

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