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Notas de buhardilla

¿Tumbar a Petro?

Ramiro Bejarano Guzmán
06 de julio de 2025 - 05:06 a. m.
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Petro ha hecho de este país una caricatura. Ahora sus turiferarios por primera vez le dieron crédito a la prensa que tanto detestan y hoy no cesan de hablar del golpe de Estado que, supuestamente con el apoyo no probado de los republicanos, Álvaro Leyva —a quien hoy califican de “miserable y ruin”— les estaba montando.

No tiene sentido ni coherencia derrocar a quien hace rato está caído así siga en la Casa de Nariño. Todo le resulta mal a Petro y cuando el agua le está llegando al cuello entonces sacan las cifras amañadas por ellos mismos para sostener que la economía y el empleo crecieron, que rescataron los derechos de los trabajadores y que premiarán a la población de la tercera edad, y otras falacias parecidas con las que siguen creyéndose salvadores de la patria, cuando no han hecho otra cosa que saquear el erario, poner en riesgo la democracia y ahora las relaciones con los Estados Unidos.

El listado de fracasos no para: la conmoción interior cayó pulverizada en la Corte Constitucional, como aquí se vaticinó; la inconstitucional convocatoria de la primera consulta popular debió ser revocada y se hundió la segunda consulta; la reforma laboral no cambiará la desigualdad, y ordenan captura de Carlos Ramón González. A eso se suman otros desastres: su viaje a Quito, en el que Petro desatendió la ley pues no fue autorizado para ir a Manta, a la cual se trasladó dizque a escribir 30 páginas de un panfleto, con altos costos que pagamos los contribuyentes; su otro viaje a España y París, en el que hizo oso doble y dejó muy mal al país, cuando como galán de vereda se lanzó a robarle un beso a la reina Leticia y fue rechazado delante del planeta; o cuando le dio por insultar a los anfitriones europeos, lo que motivó la reacción digna del mandatario francés, quien dejó en ridículo al hombre del M-19 que hoy nos desprestigia en cuanto foro internacional asiste. Y lo más grave: el gobierno americano, molesto por declaraciones infundadas de varios funcionarios en contra de dirigentes republicanos, llama a consultas urgentes a su encargado de negocios y Petro corrió a hacer lo mismo con nuestro embajador en Washington, en vez de apaciguar ese ciclón que podría terminar devastando lo que queda de país.

Y los males continúan con sus nombramientos y renuncias. Llega al Gobierno como jefe de Gabinete el pastor Alfredo Saade, conocido por su intemperancia, ordinariez e incompetencia. Esta será la línea de lo que resta de este cuatrienio. Por eso Petro, para cumplirle a su resentimiento social, le ha encomendado a este grotesco funcionario que ejecute el atropello contractual a Thomas Greg & Sons, hacedora de pasaportes desde hace años, y, como suele tomar determinaciones sin pensar, eso le costó la renuncia de Laura Sarabia quien, a pesar de sus esfuerzos por mejorar su imagen, no lo logró.

Pero, además, Petro aprovechó el supuesto golpe —que no se sabe cuándo, cómo, ni quién o quiénes estarían promoviendo— para desmentir con tibieza las revelaciones de Leyva sobre su drogadicción, que con razón se comenta en todos los escenarios. Petro terminará su mandato rodeado de penalistas que le preparen sus temerarias denuncias contra el que se le atraviese, como ya lo hizo querellando a Leyva por lo revelado sobre sus desmanes personales y por el tal complot con el que buscan victimizar al Gobierno. Es tal el delirio que Petro acusó al excanciller de haber invitado a su hijo a varias recepciones convocadas en el exterior con ocasión de sus inútiles visitas de Estado, porque solo ahora le pareció que ese vástago promovía negocios. Tampoco dijo nada cuando eso ocurría. Pero las imágenes de sus viajes, inclusive el último, muestran que uno de sus hijos es contertulio de la comitiva que concurrió a España y Francia, y obviamente habrá disfrutado de las opíparas cenas pagadas con nuestros impuestos. Predica pero no aplica.

Después de todo este rosario de equivocaciones, sería inútil destronar un mandatario que, repito, hace rato cayó. Peor el remedio que la enfermedad. Lo que es imperioso es vencerlo en las próximas elecciones junto con los suyos, pues ya nadie les cree ni acatan sus disparates, salvo sus áulicos.

Adenda. Atroz la alocución presidencial en la posesión del nuevo togado de la Corte Constitucional. ¡Pobres magistrados! Tener que soportar en silencio y en actitud humillante, semejante andanada de faltas de respeto a la dignidad de la justicia.

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