Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En condiciones normales perder con Brasil es lo que se espera, los números así lo indican históricamente, pero el jueves pasado era la excepción. A pesar del buen momento de sus delanteros, el “scratch” no llegaba en plenitud de condiciones al Garrincha de Brasilia para enfrentar a Colombia.
Dorival Jr. no convence porque no ha logrado un equipo equilibrado y los dirigidos por Néstor Lorenzo tenían una muy buena oportunidad para aprovechar esa falta de empatía con su exigente afición y golpear fuerte sobre la mesa y recuperar la fe extraviada después de perder la final de la Copa América.
Pero nuestras percepciones fallaron, la selección no pudo superar sus eternos problemas de desatención y, a pesar de que por momentos se vio superior al trámite del rival y olía a victoria, terminó perdiendo en los últimos minutos a manos de un disparo evitable de Vinícius Jr. que desvió Lerma y dejó sin opción a Camilo Vargas.
Todo había empezado mal cuando Daniel Muñoz, presa de la ansiedad, derribó al ariete canarinho, ante un mal movimiento del esquema que se tenía dispuesto y que termina forzando el error para ponerlos a ellos arriba cuando apenas amanecía el partido. Dos momentos de andar pensando en no sé qué, terminan dando al traste con una buena ocasión para por lo menos sumar en esa difícil plaza y que automáticamente nos hicieron sentir avergonzados ante el mundo futbolístico.
Así perdimos con Argentina, Bolivia, Uruguay y Ecuador, mientras se aprovechan de nuestras repetidas siestas cuando las papas se queman. Es como que esté temblando y usted en ese momento decida desplegar la hamaca en el balcón para dormir mientras pasa el sacudón. Nos tienen medidos los demás, saben que así somos y ya estamos sextos en una eliminatoria donde nos mantienen los ahorros del inicio, pero que si no le ganamos a Paraguay que no cree en nadie, estaremos demasiado cerca del repechaje si los bolivianos pasan por encima de la inestable Uruguay.
Es difícil excusar a los jugadores y al técnico, a quien en todo caso salvo en gran medida porque estoy seguro, no hace más que repetir y enfatizar la atención en sus dirigidos en esos minutos claves donde casi siempre fallamos.
Se está equivocando en repetirse en cambios que no están funcionando y en depender demasiado en nuestro principal referente que hemos defendido hasta la saciedad: James Rodríguez.
Scaloni, el técnico campeón del mundo, encontró el camino del éxito cuando dejó de mirar tanto a Messi, cuando respetándolo se liberó de pedir su autorización para mantenerlo o no en cancha. Hoy debe patear el tablero, confiar en la amplitud de la convocatoria y mover a los guaraníes, no dejarlos especular y buscar solamente nuestros errores atrás. No creo que los directivos le aguanten otra derrota en casa.
No somos sistemáticamente propositivos, pero hemos perdido efectividad y seguridad defensiva. Necesitamos un juego tranquilo para recuperar nuestra confianza y encaminar la clasificación.
No más papelones, por favor, a jugar serios y aplomados, pero sobre todo, a demostrar que hay carácter para levantarse del mal momento.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador

Por Andrés Marocco
