No sé a usted, pero lo que a mí me dice mucha gente es que está remamada con los “trinos” de Uribe, de sus visitas a la cárcel a hablar con sus amigotes presos, de que algunos de sus asesores digan que lo que hizo durante ocho años fue “el bien” y de que esté diciendo –cuando ese no es el caso- de que su ex ministro de Agricultura "no se robó un peso".
Me parece que va siendo hora de que, como dice la voz del pueblo, se dedique a arriar vaquitas en El Ubérrimo o a montar a caballo tomando café, sin dejar derramar una sola gota, que en asuntos de bestias el tipo es un experto.
Creo que el hombre ya cumplió en sus ocho años con hacer de este país un lugar en el que abundan los pobres, los sin tierra, los desplazados, los que son mal vistos en las filas de las EPS, los trabajadores a los que ya no les pagan el porcentaje nocturno, en fin, que para hacer que los sin fortuna tuvieran más desgracias, el tipo fue un auténtico perito. Y esto a lo mejor lo agradezcan los pulpos financieros, los emporios oligárquicos, los que acrecentaron sus caudales en ese período, los que llegaron al país, sobre todo empresas mineras transnacionales, gracias a la “confianza inversionista”, que no es otra cosa distinta a darles todas las garantías para que se lleven la mejor tajada de las riquezas nacionales y acaben de matar el medio ambiente.
Me parece que ya cumplió con los que no tienen fincas (la mayoría). Y que hizo un asunto como de brujería: que precisamente aquéllos dijeran que ya –sin tener nada- podían ir tranquilos a las mismas. Y cumplió con dar la sensación de seguridad, que para eso hubo que implementar los “falsos positivos”, según los cuales se hacían pasar por guerrilleros, dados de baja en combate, a muchachos que jamás habían tenido un arma y que su pecado capital era ser pobres, desempleados y sin apellidos ilustres.
Sí. Parece que ya cumplió, aunque se le nota el fastidio por no haber podido seguir en la presidencia, que él creía iba a ser presidente toda la vida. No tuvo con la compra de conciencias y de votos, no fue suficiente con las piruetas para cambiar un “articulito” de la retaceada Constitución. No alcanzó el mercado de notarías para tanto. Ni siquiera pudieron los paniaguados de algunos medios de comunicación, con sus rodilleras rotas y sus incensarios recalentados, hacer creer que se trataba de una “inteligencia superior”.
Ah, y fuera de todo vive bravísimo porque el que fuera su ministro de Defensa estrella, al que le tocaron los “falsos positivos”, el que prometió cuidarle sus huevitos, nombró hace un año a dos que, se dice, eran los más recalcitrates enemigos del entonces mesías: Juan Camilo Restrepo y Germán Vargas. Resulta, por otra parte, que quien “heredó” la presidencia, miembro de la rancia oligarquía, ha seguido, con menos ramplonería, el modelo neoliberal, se ha prosternado un poco más ante Washington y hace creer que la prosperidad nos cobijará a todos.
Por ahí circula una parodia sobre La pobre viejecita, de Rafael Pombo, que dice, entre otros versos, “érase un presidentico sin nadita que temer/ sino chuzadas, desaparecidos, corrupción y carrusel…”, que además no tuvo nunca en que sentarse sino “en sillas de montar” y que vuelve a evocar la yidispolítica, la parapolítica, las zonas francas y todo un prontuario que parece, hoy, fastidiar al hombre que no nació para ser ex presidente.
La gente del pueblo, siempre tan ingeniosa, le recomienda al “ex” que vuelva a sus gotitas tranquilizadoras, que se vaya un tiempo a peinar caballos y que, como él sí tiene fincas, que se movilice a ellas por carretera, que ya “las Far” se acabaron. Ah, y que no se preocupe, que puede en cualquier momento estar en la suite presidencial de un hotel bogotano, la misma en que él le pagó hospedaje a un ex guerrillero.