Los preliminares del que se creía iba a ser un ubérrimo debate sobre parapolítica, fueron, más que indignantes, ridículos.
Primero, la plenaria del Senado, quizá muy uribista, o paramilitarista, quién sabe, lo había “prohibido”. Después, la comisión segunda, en actitud circense, advirtió que el citante no podría pronunciar nombres propios en su intervención.
Y ahí comenzaron los chistes: que podría hacer paráfrasis y mencionar al Señor de las sombras, o al Innombrable, como en asuntos diabólicos, o referirse a alguno de los doce apóstoles, o decir el “mesías”, pero que además debía pronunciarlo con delicadeza, y como si se tratara de un pugilato en un ring de pueblo, debía el convocante tomar distancia para que no fuera a recibir de su contrincante un “te pego en la cara, marica”.
La hora llegada prometía revelaciones contundentes sobre los lazos con el paramilitarismo del que, según una parlamentaria, se voló como una sanguijuela por las alcantarillas al comenzar el debate. Entre tanto, los áulicos del senador que no podría ser nombrado pero que todo el mundo sabía de quién se trataba, calificaron de ilegal la convocatoria. Ya la situación llamaba a risa, por no decir, como la señora de la esquina, que daba ganas de llorar.
Y el debate, que tardó en principiar a falta de quórum, se tornó en una conjunción de lugares comunes, porque el senador citante se despachó con lo archisabido sobre el Señor del Ubérrimo, que en otras circunstancias puede ser parte de un prontuario, pero que en la palestra senatorial solo fue un inventario de acusaciones, que se remontaron a los días en que el “del frente” (como diría cualquier hincha de fútbol colombiano) era director de la Aerocivil y otorgó licencias a mafiosos.
Después vino el recorderis de cuando Belisario Betancur destituyó al alcalde de Medellín, que era precisamente el hijo de don Alberto y de doña Laura, por sus “relaciones peligrosas”. Y de los tiempos en que el citado era gobernador de Antioquia y dio patente a las denominadas Convivir, que hoy son una razón social del lumpen. Y de cómo fue apoyado por los paramilitares en su elección presidencial. Mejor dicho, todo lo sabido, pero que, viéndolo bien, nunca está demás mencionar en un país de memoria endeble.
Sin embargo, el hombre que estuvo en la Casa de ‘Nari’ por ocho años, no ha sido llamado a juicio por ningún cargo, pese a los procesos judiciales que hay en su contra. Y el senador Cepeda (cuyo padre fue asesinado por paramilitares) no reveló nada nuevo acerca de las alianzas entre el tipo que uno de sus lacayos calificó como de “inteligencia superior” y las bandas de paramilitares.
No hubo debate. Porque, además, el acusado (cuyo padre fue asesinado por la guerrilla) se largó al comienzo de la perorata de su opositor, con lo que, de nuevo, mostró su altanería y falta de respeto por la liza en el foro. Y cuando tornó, se puso a hablar de asuntos diferentes (experto en la desviación de debates) y a atacar a sus antiguos amigos santistas. Que hubiera sido interesante, entonces, que el expríncipe hubiera traído a colación los “falsos positivos”, obra suya con el entonces su ministro de Defensa y hoy presidente de la republiqueta.
Tal vez el “inmencionable”, además de sus ligas con el paramilitarismo y la parapolítica, sea más nefasto por sus atentados contra los trabajadores, como la reforma laboral de su primer mandato; la feria que hizo con empresas públicas boyantes (Telecom, por ejemplo); su intención de reyezuelo de crear un solo pensamiento, un solo credo, una suerte de “monoteísmo” criollo a su alrededor. Quizá haya sido más atroz por sus falsas desmovilizaciones, sus agros ingresos inseguros y su infame sistema de “chuzadas”.
Si bien el cacareado debate no fue tal y resultó más bien una puesta en escena mediática, deja claro que el innominado sigue siendo un ser burdo al que no solo sus paniaguados rinden pleitesía. Y cuando el país (¿qué es el país?) busca una salida política al conflicto armado (que el “impronunciable” siempre negó), se intenta polarizar más al rebaño. Quizá con el torvo fin de que se sigan impulsando la parapolítica y la violencia.