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Sombrero de mago

Gardel, nuestro contemporáneo

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Reinaldo Spitaletta
24 de junio de 2025 - 05:00 a. m.
“Hay que sacar a Gardel del anecdotario y matricularlo en la historia”: Reinaldo Spitaletta
“Hay que sacar a Gardel del anecdotario y matricularlo en la historia”: Reinaldo Spitaletta
Foto: El Espectador
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Me parece que fue el poeta argentino Ricardo Ostuni quien dijo que Gardel era un milagro de eterna contemporaneidad, y es lo que, a 90 años de su muerte de fuego y avionazos en Medellín, sigue vigente. Gardel, que pertenece al misterio, al mito y a la historia, es un artista, o es, como dicen por ahí, entre las sombras, un iluminado. No puede haber silencio en torno a su figura y vasta trayectoria, a no ser en aquel tango suyo sobre la Primera Guerra Mundial. Después de su fuego eterno, su presencia vive animada por la discusión enfebrecida y apasionada.

Su estampa, su naturaleza de cantor, de fundador, de artista pionero en tantos aspectos, crece con el tiempo, se multiplica, y también su estatura está acorde con las controversias a su alrededor. Que es francés, que es uruguayo, que es masón, que era conservador, que era un revolucionario, que era homosexual, que era un donjuán, todo cabe dentro de la mitología gardeliana, de un lado, y, sobre todo, dentro de aquello a lo que hay que seguir convocando, como lo reclamó siempre José Gobello, el ilustre lingüista de la Academia Porteña del Lunfardo: hay que sacar a Gardel del anecdotario y matricularlo en la historia.

Pero mientras algunos, que incluso han seguido propuestas metodológicas como la de la teoría de los indicios, promulgada por el historiador italiano Carlo Ginzburg (El juez y el historiador), investigan para detectar cuál fue el lugar de nacimiento, quiénes fueron sus padres, el Gardel del mito, que empezó en vida de la estrella, se acrecienta, en particular en la cultura popular (que no debe confundirse con la “incultura” popular e incluso de élites).

Mito e historia, dos materias que acompañan la trascendencia gardeliana. Y entre esas categorías, hay detractores y millones de admiradores. Y puede haber, en medio de las calenturas que suscitan los alegatos alrededor de la abundancia de aristas de “la cuestión Gardel”, griterías y sacudones, hasta momentos en que haya contrincantes que se vayan a los puños por el Zorzal Criollo (el Mago, el Mudo, el Morocho del Abasto…).

Hace años leí un artículo de una uruguaya, Rosalba Oxandabarat (los uruguayos han escrito mucho sobre Gardel, tanto que la mayoría lo considera su compatriota), en el que planteaba que cuando se encuentran un botafuego y un gardeliano de ley en una palestra de divergencias, puede ocurrir una debacle. Decía ella que nadie se pelea así por Pierre Boulez ni por Chico Buarque (y creo que ni por Frank Sinatra, Edith Piaf o Los Beatles, porque por Piazzolla, sí, eh avemaría).

El que está en contra de Carlitos dirá que por qué los de una secta finisecular dijeron que el único ser humano que merecía ser clonado era Gardel, o por qué, en su vocalización, decía “carpana” y no “campana”, y así hasta el infinito. El que ha estudiado algo o mucho del astro dirá que tenía impostación natural, que no desafinaba jamás, que fue un precursor, etcétera, y que tuvo admiradores como Caruso, Zitarrosa, Onetti (Borges no), Aznavour, Bing Crosby… “Nadie cantó ni cantará como él”, se escuchará decir.

Y habrá, al mismo tiempo, quien lo detesta por eso, por pertenecer al mito, y quien lo ama porque es un mito fundamental, por no decir fundacional. Habrá quien opine que en vida estuvo muy distante de ser “un ídolo de las masas populares” y que las “películas y la muerte le otorgaron una fama multitudinaria que nunca antes había conocido”, como lo afirma Juan José Sebreli.

Y habrá también otras razones, que lo ponderan y alaban, como “esa mágica percepción del pueblo para reconocerse en ciertos arquetipos y entronizarlos”, como lo dijo Ostuni. A Gardel —lo planteó Gobello— se le transfiere desde la visión popular apostura, sensibilidad, voz, “todo en grado superlativo”. El mito promueve los deseos, las aspiraciones, lo que todo el mundo quisiera ser en el sentido de lo más elevado, lo que contiene cualidades y se vuelve paradigmático, ejemplarizante.

No deja de ser una maravilla, y motivo de reflexiones, que un cantor, un artista muerto hace noventa años, siga siendo nuestro contemporáneo. Ser un Gardel es ser alguien con las máximas capacidades en su campo. Hace años, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín estuvo disertando el arquitecto Nelson Bayardo, uno de los más importantes investigadores de la teoría del Gardel uruguayo. Y parte del público, en medio de la histeria, no solo lo abucheó, sino que lo insultó y amenazó con que se fuera de la ciudad.

Es importante que el pueblo latinoamericano tenga un referente de esa naturaleza, alguien que encarna cualidades extraordinarias y se asienta en el estatus de la identidad. Se subvirtió a sí mismo, se inventó, se elevó entre las llamas y continúa ardiendo. Cada uno lo crea y recrea a su medida. Es fábula, es historia. Es Gardel.

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Alberto Rincón Cerón(3788)25 de junio de 2025 - 12:34 a. m.
Muy grata lectura, gracias.
Atenas (06773)24 de junio de 2025 - 04:58 p. m.
¡Ehh, AveMaria, por fin una en la q’ coincido con este mamerto retorcido!, el reconocimiento al inigualable “Morocho del Abasto” como despreciativa/ lo llamaba quien fue despreciado por los premios Nobel, J.L. Borges, al calificarlo de “ música melosa y empalagosa” y “propia de rufianes”; y hasta se rumora q’ junto con Bioy Casares escribieron una ofensiva biografía sobre el cantor hecho a pulso y celosos como estaban de su éxito. Y hoy más se lo recuerda q’ a aquellos. Atenas.
  • Gines de Pasamonte(86371)24 de junio de 2025 - 09:39 p. m.
    Noooooo, atenitas, atenitas. ¿Insistes en tus salidas en falso? ¿En dónde afirma el periodista que Borges despectivamente llamaba el "morocho del abasto a Gardel, tontarrón? Tratas de disimular tu gran metida de pata, viejecito patético, jajajajaja. ¡Brutico como el que más este "patito feo"! ¡Toca la campana, tontarrón, has batido las marcas en metidas de pata en este foro, atenitas. ¡Lo siento, no lo puedes disimular ni maquillar, tontico, jajajajajaja.
  • Atenas (06773)24 de junio de 2025 - 09:11 p. m.
    Qué tonto este Quico q’ lee al revés o no entiende, y eso q’ se ufana de supuesta erudición libresca; claro, misma q’ expone aquí y es bajada de la internet a objeto de engrupir a la jauría sabido como es de q’ la manada de chihuahuas es escasa de magin. No entendió o no asimilo lo q’ el mismo columnista con tino anotó “..q’ tuvo admiradores como Caruso…..Onetti (Borges no)….”. Mucho atembado, q’ ni estando ahí dicho coge la idea.¡Es capaz de escribir “votar corriente”!Atenas.
  • Gines de Pasamonte(86371)24 de junio de 2025 - 05:36 p. m.
    Nooooooooo, atenitas. Borges JAMÁS llamó “Morocho del abasto” en forma despectiva a Gardel, tontico. Fue un apodo cariñoso pues su casa estaba emplazada en el barrio del Abasto y “morocho” por su cabello oscuro. ¡La desasnada es gratuita, bobalicón! ¡Otra metida de pata que te sumo, atenitas! Lo tuyo son "mis harapos" o bien el reguetón, tontarrón, jajajajaja. Nos vamos acostumbrando como cuando diste “cátedra” de las “Lenguas romances". ¿Ves? ¡Vienes por lana y sales trasquilado, imbécil!
Alonso Jaramillo(57439)24 de junio de 2025 - 04:58 p. m.
Por las dudas sobre su origen: otro Cosiaca
Mario Giraldo(196)24 de junio de 2025 - 04:25 p. m.
Una voz que acompaña viajes por pueblos cafeteros del viejo caldas, y reciben al viajero en billares y cafes . No se si aun exista en la radio, "la hora del tango" a las 6pm, la que si existe es la calle del tango en Manizales. Una subregion geográfica del país, delimitada por los sonidos del tango.
Astrid Vallejo(60305)24 de junio de 2025 - 03:48 p. m.
Magnifica. columna. Gardel , el eterno cantor del Abasto
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