Después de todo, lo que se nota es que en Colombia el presidente de la república ha sido un “cargamaletas”, oficio este lleno de dignidades, claro, y que, si se fuera consecuente con la vida y sus trabajos, alguno de los profesionales de esas faenas, por ejemplo de El Dorado, el Olaya Herrera o cualquier aeropuerto del país (incluso de terminales de buses), debía candidatizarse a un cargo así y seguro tendría mejores desempeños que el actual mandatario.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La filtración hace dos semanas de una conversación de María Fernanda Cabal con un militar en retiro, levantó ronchas, risas y, sobre todo, sospechas. La doña en mención, acostumbrada a desbarres y desaforadas declaraciones, que a veces parecen chistes ordinarios, como el de “estudien, vagos”, o despropósitos históricos como los de que la masacre de las bananeras solo fue obra de calenturientas imaginaciones de literatos, se dejó venir en noviembre pasado, con otro sartal de humoradas.
Digamos “humoradas”, aunque el asunto reviste otras propiedades e intencionalidades. Hay que recordar que la doña (nada que ver con María Félix) perdió frente a Óscar Iván Zuluaga la candidatura del Centro Democrático. Y si sus pronuncias se hicieron en el pasado mes de las ánimas, cuando ya había sido derrotada, apenas se conocieron el pasado 6 de febrero, por la publicación en Cambio. Así que lo dicho por María Fernanda Cabal, acostumbrada a desbarres y otros disparates, puede tener diversas pretensiones.
Una, es probable, la de estar herida por no haber sido elegida candidata de esa colectividad, que, según ella, ya está contaminada de “mamertos” y “liberales de izquierda”. Y otra, también probable, la de desviar la atención sobre las miradas que se han posado en su marido, el ganadero José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, en especial por las declaraciones en la JEP del exgobernador de Córdoba Benito Osorio, de reconocidos nexos con el paramilitarismo.
Por obra y gracia de “Mariafer”, el presidente Duque es “un mamerto”, cuando lo que sí se sabe es que, en efecto, ha sido un “cargamaletas”, no solo de Uribe (como ella misma lo señaló), sino de Trump, en su momento, cuando, a órdenes del entonces presidente estadounidense, fungió como peón para un posible derrocamiento del presidente (o dictador, según el punto de vista) de Venezuela, Nicolás Maduro.
En Colombia, hace rato la palabreja “mamerto” se ha envilecido, como se fueron secando las de los tiempos de las presidencias de Uribe, tales como “guerrillero de civil”, “terrorista disfrazados”, “castrochavistas” y calificativos de ese cariz, lanzados a somatén contra opositores, magistrados, periodistas cuestionadores y otros críticos del “embrujo autoritario”. Pues bien, según la dama que todavía parece creer que existe la Unión Soviética, Duque es, aparte de “güevón”, un mamertazo, y José Obdulio Gaviria, es “el ala marxista”, además de un “veneno”, no se sabe si tan mortífero como el cianuro, que estuvo de moda en Colombia, en especial por el caso Odebrecht.
La sospechosa filtración del audio, que parece un sketch callejero, pudo tener asimismo la intención de transmitir toda la culpa de un gobierno tan desastroso como el del maletero, solo a él, y no al partido al que pertenece: el Centro Democrático y a su titiritero. El presidente Duque es una hechura de su patrón criollo (ya dijimos, igual tiene patronazgos extranjeros), una ficha suya, su muñeco de ventrílocuo.
El “cargamaletas” ha cumplido, en esencia, con los lineamientos trazados por su mentor y, además, dueño de las maletas. Así que no deja de ser un gracejo sin mucha perspicacia el de señalar a Duque como una especie de rueda suelta en la maquinaria establecida por el poder. La señora de marras, que no se ha distinguido precisamente por su brillantez, dijo que a Uribe, el “liberal de izquierda” Duque le ha “sabido a mierda”, tanto que en este gobierno “lo metieron preso”.
Lo que sí debe saber Cabal —aunque mal lo disimule—es que, en realidad, a los que les ha “sabido a mierda” este gobierno es al pueblo colombiano, a los líderes sociales (a los sobrevivientes y a los asesinados), a los estudiantes perseguidos, a los campesinos despojados, a los agricultores en quiebra, a los defensores del proceso de paz que han visto cómo desde el gobierno no se han ahorrado ninguna intentona por hacerlo “trizas” …
Hay que anotar que Duque es un pelele a cabalidad. Y un peón de quienes lo montaron a la presidencia. Sabe cargar maletas y a lo mejor hasta lavarle las chancletas a su jefe (bueno, esto último habría que preguntárselo a la politóloga, que confunde a un derechista con un presunto “liberal de izquierda”).
Hay que indagar sobre qué cosillas querrá tapar la senadora con esas “mamertadas”. No habría que asombrarse si un día la doñita termina, por qué no, simpatizando con alguna organización guerrillera o estudiando con los “vagos” de las universidades públicas. Todo es posible en el país del realismo mágico.