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Sombrero de mago

La última curda de don Pepe Mujica

Reinaldo Spitaletta
20 de mayo de 2025 - 05:00 a. m.
“Mujica fue esa expresión de los años en que los jóvenes protagonizaron gestas antiimperialistas”: Reinaldo Spitaletta
“Mujica fue esa expresión de los años en que los jóvenes protagonizaron gestas antiimperialistas”: Reinaldo Spitaletta
Foto: Getty Images - Ricardo Ceppi
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Es lo que se aspira a que tenga un dirigente que, además de haber hecho parte de las utopías juveniles de los sesentas, sea consecuente con su pensamiento. Que no sea ni un pelele, ni un farsante, ni un “posudo”, más pendiente de su ascenso social, del arribismo, que de ser un defensor de esa complejidad llamada pueblo. Se ha muerto Pepe Mujica, el de la cara bonachona y las palabras contra el consumismo capitalista. Y el que se parecía a un tango de Aníbal Troilo.

Él mismo lo decía, cuando ya sabía de lo irremediable: “No me voy, estoy llegando”. Puede decirse que el Pepe, el que susurraba con cierta tristeza En esta tarde gris (Mores-Contursi), porque, además, en general, el tango es “un pensamiento triste que se baila” (y se llora), era un luchador permanente que no tenía, como otros, “pose de estafa”. Perteneció a aquella generación que creyó que la revolución “estaba a la vuelta de la esquina” y que tuvo al socialismo como un sueño.

Bebió de aquellos tiempos en que un paisano suyo, el cantor y compositor Daniel Viglietti, convocaba a Latinoamérica a desalambrar, porque “la tierra es nuestra, es tuya y de aquel”. Participó de las jornadas combativas en pro de los cambios sociales profundos, de derrocar a los tiranos, de estar siempre en movimiento, porque, como lo recordó otro uruguayo, Eduardo Galeano, la utopía es aquella fuerza que nos obliga a caminar.

Aquí hay que recordar un proverbio árabe, citado igual por historiadores de las ideas y de la cultura: “Los hijos no son hijos de sus padres, sino de su tiempo”. Y, claro, Mujica fue esa expresión de los años en que los jóvenes protagonizaron gestas antiimperialistas, protestas universales contra la invasión estadounidense a Vietnam, movimientos de liberación nacional… “La lucha es colectiva y es de generaciones”, les recordaba Mujica a las juventudes uruguayas.

Representó, con tantos otros, una historia de dolor de Uruguay, en tiempos de la dictadura “cívico-militar” de los setentas con prolongaciones hasta los ochentas. Como miembro de los Tupamaros, guerrilla fundada a mediados de los sesentas, también supo de mazmorras como preso político, y sufrió heridas de bala en varios enfrentamientos. Conoció “todos los calabozos de la patria”. Muchos años después del “foquismo”, la lucha parlamentaria lo condujo a la presidencia.

No desertó del pensamiento revolucionario y enarboló las banderas del humanismo. Se dio cuenta de la importancia de la cultura cuando es un símbolo y un instrumento de transformación social y de la vida cotidiana. El tiempo se le fue, él mismo lo señaló, en el deseo intenso de transformar el mundo y de servir a los pobres en su ascenso hacia un estado de menos penurias.

Cuando estuvo de presidente, casi la totalidad de su sueldo la donó a causas sociales, como la construcción de casas y escuelas. Sí, era consecuente, además, con su visión de vivir solo con lo necesario, sin lujos, sin las obnubilaciones consumistas que impulsa el capitalismo. “Hay que vivir como se piensa”, dijo este señor que supo de la práctica ejemplar de transmitir los valores de la dignidad y de la democracia en su sentido originario de gobierno del pueblo y para el pueblo.

“Cuando compro algo no lo compro con plata, lo compro con el tiempo de vida que tuve que gastar para tener esa plata. Pero con esta diferencia: la vida se gasta. Es miserable gastar la vida para perder la libertad”, dijo. En el documental de Emir Kusturica, El Pepe Mujica, una vida suprema, se advierte su afecto por el tango y el amor por su compañera de siempre, la exsenadora Lucía Topolansky.

Mujica, como Aníbal Troilo “Pichuco”, siempre está llegando. “El tango es pura nostalgia de lo que se tuvo, de lo que no se tuvo… hay que haber tenido algunas derrotas, para que a uno le entre a gustar el tango”, dice en el mencionado documental, en el que además canturrea tangos como María, de Troilo y Contursi, esa muchacha que se parecía al eco de una vieja canción.

Él y Lucía, al final del documental, escuchan la interpretación de un tango extraordinario como La última curda (que es como decir la última borrachera), también de Troilo y Cátulo Castillo. Juntitos, una mesa con dos whiskies, y la poética melancolía de esa composición va llenando toda la atmósfera de una gran sentimentalidad. Es una despedida: “Lastima, bandoneón, mi corazón / tu ronca maldición maleva”.

El viejo luchador parece romperse con la música y la letra, con la interpretación (bueno, la versión más conmovedora y excepcional de este tangazo es la del Polaco Goyeneche) de Ricardo Olivera: “La curda que al final / termine la función / corriéndole un telón al corazón”. Terminó la función vital de don Pepe y a muchos se nos piantó un lagrimón.

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David Valencia Cuellar(0vhxw)22 de mayo de 2025 - 03:42 p. m.
Muy bella reminiscencia de ese gran hombre que fur PEPE MUJICA.....
Alberto Rincón Cerón(3788)21 de mayo de 2025 - 12:19 a. m.
Así es, "Se nos piantó un lagrimón". Don Pepe, ese SÍ, Verdadero Paradigma. Referente de Coherencia y Dignidad.
Jesús(90019)20 de mayo de 2025 - 07:48 p. m.
Buenas columna. Gracias
Mario Giraldo(196)20 de mayo de 2025 - 06:47 p. m.
Mujica encierra las etiquetas de la izquierda que tiene la derecha en Colombia, ideologico, popular, mendicante, carretudo.... y de otra época. Este en particular les gusta mucho... por que lo conocieron viejo, por que vivió lejos, y por que sus luchas sociales toco los privilegios, pero de otros.
José Tiberio Gutiérrez Echeverri(70717)20 de mayo de 2025 - 05:41 p. m.
Aquí ninguno termina la función porque los revolucionarios son inmortales contra el olvido, así se les detenga el corazón, así de cursi como a veces suena el bandoneón, pero tan reales con su imaginación.
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