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Sombrero de mago

¿Latifundios para qué?

Reinaldo Spitaletta
28 de marzo de 2023 - 02:00 a. m.

Tanta tierra en Colombia y todavía no se ha hecho una reforma agraria. Se dirá que para qué si ya todo lo del agro se compra afuera, si no hay estímulos para la siembra, ni mercado interno, ni subsidios, ni nada. Y ahí puede alguien decir, con Tolstói, y su relato de mujiks ¿Cuánta tierra necesita un hombre?, y por qué entonces los terratenientes tienen tantas hectáreas, muchísimas, miles de veces más de las que requerirían para ser enterrados. Otro dirá que ya no se entierra a nadie. Se crema y listo. Ceniza y nada más.

Qué lío con la tierra en Colombia. Ni la Ley 200 de 1936, ni las intentonas del Incora, ni las “buenas intenciones” del gobierno de Carlos Lleras, ni por las prolongadas e inmemoriales luchas campesinas ni las invasiones de los años 70. Nada de reforma agraria. La propiedad de la tierra en el país ha sido causa de agudos conflictos, de resquebrajamientos campesinos, de expoliaciones y arbitrariedades, y, en tiempos más recientes, del proyecto paramilitar, que, así quieran negarlo, se birló muchas de las mejores tierras y causó, junto con la guerrilla, una ola infinita de desterrados.

En buena parte del siglo XX, que además tuvo un crecimiento poblacional muy significativo en las primeras tres décadas, se desarrolló, en especial al occidente colombiano, la pequeña granja cafetera, en contraste con el protuberante aumento de la hacienda “aristocrática”, con formas feudales de empleo, como bien lo escribió el francés Pierre Gilhodes en su libro, ya clásico, Las luchas agrarias en Colombia. Y en medio del desolador paisaje de despojo y ausencia de propiedad del campesinado, nuestra historia, remarcada por la violencia, sigue siendo la de la negación de aquella consigna tan antigua: “la tierra para el que la trabaja”.

La historia de la tierra en el país, de su nula equidad para el campesinado, ha mostrado cómo las distintas políticas estatales establecieron un “ambiente de seguridad para los terratenientes” y, en cambio, para los pequeños propietarios, los arrendatarios y aparceros solo ha habido desmanes y olvido. En su discurso como ganador de las elecciones presidenciales, Gustavo Petro dijo que una de sus consignas era desarrollar el capitalismo en Colombia, “no porque lo adoremos, sino porque tenemos, primero, que superar la premodernidad en Colombia, el feudalismo y los nuevos esclavismos”.

Una de las deudas históricas más hondas y extensas ha sido la concreción de una profunda reforma agraria, una repartición de tierras para las mayorías, negadas y oprobiadas por el Estado y los gobiernos. En reciente conversación entre Juan Manuel Ospina y Jorge Iván González, director nacional de Planeación, este último advirtió, recordando el viejo Desarrollo Rural Integrado (DRI), que la reforma rural requiere, además de la compra de tierras, una adecuada asistencia técnica.

La charla, realizada por el portal La otra orilla, recordó los tiempos del dirigente campesino del Sumapaz, Juan de la Cruz Varela, que lo esencial que pedían en aquel histórico movimiento era la titulación de tierras (hoy en el país, más de la mitad de las tierras continúa sin titular). “Dejamos perder la agricultura, que hayamos dejado importar alimentos sin haber frenado ese proceso que fue perverso. Ahora volvemos a rescatar el afán de darles tierra a los campesinos y apoyarlos para hacerlas productivas”, dijo González, cabeza del Plan Nacional de Desarrollo del gobierno.

En este punto habría que apuntar que los tratados de libre comercio suscritos por Colombia, desiguales y en contra de la producción nacional, han sido asimismo una de las talanqueras para los mercados y la agricultura del país. En la conversa mencionada arriba, salió a flote un concepto muy interesante, como el del “mejoramiento del territorio” y el derecho a la alimentación. Urge un profundo conocimiento de los territorios, de sus potencialidades y cultura, para poder “desarrollar el capitalismo” en zonas que aún conviven con el atraso feudal.

Se dijo, además, que los pueblos del bajo Magdalena debían ir a Bogotá a exigir que nos les contaminen los ríos. “Ojalá ningún municipio vuelva a contaminar a un rio, empezando por Bogotá”, dijo González. El complejo lío de las tierras en Colombia está conectado con todo. “Los factores de producción primeros son los recursos naturales. Ojalá los empresarios se vincularan y que dijeran que este país es una desgracia sin ferrocarriles, barcos y aeropuertos, ojalá se vincularan más los empresarios a la geografía”, fue el llamado del director de Planeación Nacional.

La siempre aplazada reforma agraria ha sido un sueño frustrado para los “sin tierra”, desposeídos y marginados, muchos de los cuales ni siquiera han tenido, como se dice en lenguaje campesino, “donde caer muertos”. Ojalá no siga siendo una pesadilla. O se repita el sempiterno engaño. En un cuento de Juan Rulfo, Nos han dado la tierra, un grupo de campesinos camina hacia el lugar prometido, que no es ningún paraíso. Quizá es, más bien, un infierno en el que no retoñará ni se levantará nada. Ni siquiera un vuelo de gallinazos.

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Atenas(06773)28 de marzo de 2023 - 02:41 p. m.
Y mi Rei, también de atrevido, y con sus recurrentes citas literarias pa descrestar calentanos, le echa el diente a la ya inasible reforma rural integral q’ pugna x poner a rodar el sofista presidente desfasado en el tiempo x lo improcedente y sin haber con qué en este circo malo de también payasos epígonos q’ se las dan de columnistas. Y mucho me reí.
  • Tercio(53826)29 de marzo de 2023 - 09:23 a. m.
    Babosadas...
Carlos(92784)28 de marzo de 2023 - 01:21 p. m.
El latifundio es un rezagó colonial , o tal vez feudal acá en Colombia, dónde se le asocia con poder político y económico y por tanto es tan difícil de acabar , o por lo menos moderar
Tercio(53826)28 de marzo de 2023 - 10:07 a. m.
La tierra no es para acumular, cada cual tiene derecho a un pedazo de ella... O en lo que su complejiidad pueda distribuirse equitativamente...
Felipe(94028)28 de marzo de 2023 - 10:49 p. m.
Chile, Perú o Ecuador, con grandes flotas pesqueras, exportan a todo el mundo y en Colombia los pocos barcos que hay son para...ya sabemos. Hay 300.000 has. para coca, pero importamos el 30% de alimentos y los campesinos cocaleros ya no llevan voluminosas cargas de hoja en mulo, sino que elaboran pasta base que mueven en moto, como que lo de cultivar ñame no interesa. La minería ilegal contamina acuíferos, pero somos líderes en ganadería extensiva deforestadora. ¿Reforma agraria?. Sí, gracias.
Mario(196)28 de marzo de 2023 - 08:35 p. m.
Las tierras las deben de repartir no solo a campesinos, sino a todo el que quiera, incluso latifundistas, o gente de ciudad, tenderos, comerciantes, ojala a profesionales, ojala del sector agropecuario, gente que pueda hacer integracion vertical, entregarlas con la condición de pagar impuestos, que construyan vivienda en ella y exploten agropecuariamente un porcentaje. Los impuestos deben ser de acuerdo a un porcentaje del valor comercial.
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